sábado, 1 de septiembre de 2007

La nueva carrera de María Vasco

María Vasco, en el podio del Nagai Stadium, tras recibir la medalla de bronce. -EFE

Quería empezar una vida diferente y necesitaba algo así. Sus manos seguían, sin problemas, el ritmo de sus piernas. Se sentía bien. Estaba claro: era el día para volver a la élite -"para ganar una medalla, porque sino no eres nadie"-. Esta vez María Vasco(Viladecans, Barcelona, 1975) disfrutaba de un paisaje con poco público. No le molestaba que el sol dejara paso a las gotas de lluvia. Sabía que sus rivales no eran superiores, que su carrera, medio aparcada desde los Juegos Olímpicos de Sydney de 2000, podría reinventarse. Empezar de nuevo.

Pocos, casi nadie, creían que María Vasco iba a lograr algo grande otra vez. No veían que su bronce olímpico de hace siete años tuviese continuidad en una competición internacional. Su pobre 15ª posición en los Europeos de Gotemburgo del año pasado en los 20 km. era el gran argumento. Su descalificación -la única de su carrera- en Santa Eulàlia des Rius (Ibiza) en marzo, uno menor. Omitían sus continuos éxitos en España, como el reciente récord en los 5.000 m. marcha.

Fue María Vasco más cerebral que nunca -"ahora me lo creo más"-. No se puso nerviosa ante los ataques iniciales y supo tomar la decisión apropiada en el momento idóneo. No le inquietó que
Olga Kaniskina, subcampeona de Europa, se escapara en el primer kilómetro. Tampoco que otras dos rusas (Tatyana Shemyakina y Tatyana Sibileva) se fueran después. La atleta catalana era cuarta, como en el Mundial de Helsinki 2005. Tenía que hacer algo: arriesgar o aguantar. "Lo voy a dar todo", se dijo, y antes del kilómetro 10 alcanzó a Sibileva. Era tercera, el bronce estaba más cerca. Las primeras líneas de su nueva carrera empezaban a escribirse.

Su padre fallecido

Cada vez se sentía mejor María Vasco, que no paraba de recordar los consejos de su padre, fallecido hace años y medio. "Él ha estado toda la carrera conmigo y al final me ha animado. '¡Vamos María, son los últimos metros!'", explicó después. Y mientras intentaba alcanzar a
Shemyakina, repasaba las últimas indicaciones de su técnico, Rafael Sánchez, y el último beso de su marido, el también marchador Juan Antonio González.

Tampoco se olvidó en ningún momento María Vasco de aquellos que no han confiado en ella. De los que quisieron ser sus amigos cuando las cosas le iban bien y se alejaron en los peores, cuando llegó incluso en pensar en retirarse. "
Ahora me dirán '¡Qué grande, María!' Pero sé quiénes son. Sé quién me apoya de verdad y quién no", sentenció la primera atleta española en ganar una medalla olímpica.

La medalla de Sydney


"¡María vas tercera! ¡María vas tercera!", le gritaban el mediodía del 28 de septiembre de 2000. "¿Qué me están diciendo estos? ¿Por qué juegan con estas cosas?", pensó, mientras miraba de reojo a la moto de TVE que la seguía. Estaba a punto de convertirse en la primera atleta española en ganar una medalla en unos Juegos Olímpicos. No se lo creía. Hacía minutos que cinco marchadoras se había escapado. Era imposible. Pero aquellos tipos no paraban de insistir, y entonces lloró. Una carambola surrealista le benefició: hasta tres atletas fueron descalificadas. La última, la australiana Jane Saville en el túnel de accedo al estadio cuando marchaba primera...

Quizás no estaba preparaba para ese controvertido éxito, que le llevó a ser nombrada mejor atleta española de 2000. María Vasco pasó a ser más un icono publicitario que una gran atleta. Se desnudó en una revista y protagonizó varios anuncios de ensaladas de centros de comida rápida.

Reivindicaciones

No es una deportista convencional. Jamás le ha gustado a María Vasco decir lo correcto para todos. En su momento se quejó de su sueldo -entonces unos 18.000 euros-, ya que no era seguro. Si se lesionaba lo perdía todo. Nunca se ha cansado de reivindicar que la mujer merece reconocimiento, tanto mediático como en ayudas, en el deporte.

Tampoco se ha escondido María Vasco para valorar temas polémicos. "Tiene lo que se merece. Ahora ya no me fío de nadie", dijo cuando se anunció la sanción por dopaje a su compañero Alberto García, que parecía ser el atleta del futuro en los 5000 metros.
"El tal Juanito nos ha hecho mucho daño", explicó sobre el dopaje del esquiador alemán nacionalizado español Johann Muehlegg. Un personaje curioso que pasó de ser adoptado como Juanito por sus medallas y caía bien porque le encantaba el jamón a volver a ser Johann tras su positivo en los Juegos de Invierno de Salk Lake City de 2002.

Cuando llegó al Nagai Stadium de Osaka María Vasco, cuerpo fino y belleza poco cuestionable, miró al cielo. Abrió sus brazos y habló con su padre. Lloró más que aquel mediodía en Sydney. Ya tenía un homenaje para su padre y acababa de reescribir su carrera.

1 comentario :

Anónimo dijo...

Queria comentar que el otro dia vi en televisión a la atleta Maria y comentaba que estuvo apunto dejar el atletismo pero ganar una medalla le animo el sugir en este deporte y yo lo partico algunos dias a la semana pero a veces me da un poco de pereza pero ver lo animada que estaba me animado mucho y seguir esforzame por este deporte.