lunes, 1 de octubre de 2007

Paolo Bettini: el campeón del mundo rebelde

Bettini celebra su segundo mundial ante Schumacher, izquierda, y Kolobnez, centro. -EFE


Sólo el día antes supo que le dejaban correr. Lo dictaminó un juez, porque ni la UCI ni la propia organización del Mundial de Stutgart querían verle correr la prueba en ruta. Y, ni mucho menos, ganar. Paolo Bettini (Cecina, Italia, 1974) era un peligro a la revolución: no había querido firmar la carta ética. También era un corredor sospechoso: la televisión alemana ZDF había asegurado que tanto él como Bramatti habían proporcionado dosis de testosterona al germano Patrick Sinkewitz, que dio positivo en el control realizado antes del Tour. La TV suspendió la emisión de la prueba cuando se conoció la noticia.

Y lo inevitable, con el gran favorito Óscar Freire demasiado lejos del grupo principal, ocurrió. Aunque costó que ocurriese: Alexandr Kolobnev, una promesa cuyo mayor mérito era haber ganado este año la tercera etapa de la París-Niza, se lanzó en los últimos 200 metros. Sólo el ídolo local, Stefan Schumacher, y el propio Bettini tuvieron fuerzas para responderle. El italiano, Il Grillo, se hueco hizo por el exterior, extenuó a sus rivales. Ganó. Lo celebró con más rabia que el Mundial de Salzburgo de hace un año. Pronunció varias palabras para él mismo. Y para otros.

"Cuando me hacen enfadar..."

"Esto es lo que sucede cuando me hacen enfadar", sentenció Bettini, al que acompañaron en el podio Kolobnev, segundo, y Schumacher, tercero. El corredor italiano se proclamó campeón del mundo por segunda temperada consecutiva, algo que no sucedía desde que lo logró su compatriota Gianni Bugno en 1992. Bettini lamentó haber pasado una semana complicada, sin saber si iba a correr o no la prueba. "Mi abogado lo lleva todo", dijo. Denunciarán a la ZDF por implicarle en el Caso Sinkewitz (el propio ciclista aseguró que no tenía nada que ver).

Sabía Bettini que su gran rival era Freire, que optaba por primera vez a su cuarto Mundial. El español veía al italiano como el gran peligro. Lo dijo en la previa: "¿Queréis que nombre a uno por encima de todo? Bettini, sin duda". Por eso siempre se vigilaron. Pedalearon en paralelo en el pelotón mientras algunos, pocos, se animaban a escaparse. Eran ataques esporádicos y poco contundentes, como marca la tradición del Mundial de ruta -"nadie es capaz de ir solo más de una vuelta en este circuito", pronosticó Freire-.

Kolobnev y Rebellin

La escapada más seria la protagonizaron Kolobnev y Rebellin a dos vueltas (de un total de 14 vueltas, 267'4 km). Hasta que el pelotón se quedó a unos metros. Michael Boogerd quiso escaparse, respondió el español Samuel Sánchez -el mejor clasificado dela selecciónde Paco Antequera, séptimo; fue cuarto en Salzburgo-. Cambió de ritmo Bettini, se giró hacia atrás: Freire no podía seguirlo.

El gran duelo final del Mundial de 2001 en Lisboa no se repetiría. Entonces Freire ganó su segundo campeonato del mundo e Il Grillo fue segundo. En Stuttgart el español tuvo que conformarse con la 14ª posición, como en 2003 en Hamilton (Canadá), el último mundial que corrió y no fue medalla. Aquella tarde triunfó Igor Astarloa y Alejandro Valverde fue plata. Hoy el ciclista murciano tampoco cumplió con las expectativas y llegó en el mismo grupo que Freire. Se ha pasado demasiado tiempo luchando por acudir a la cita, desmintiendo que no es el Piti que figura en los documentos de la Operación Puerto. No llegaba en el mejor momento anímico, ni físico, tras renunciar a disputar la Vuelta.

Mientras Valverde y Freire pedaleaban por inercia, ya sin opciones, Bettini seguía espléndido. Atacando, exigiendo a sus compañeros de fuga que le ayudaran, pero nadie quería facilitarle la victoria. Samuel Sánchez se descolgó. Los rivales de Il Grillo tenía que competir con Schelck, Schumacher, Kolobnev o Evans, el primero en atacar en el último kilómetro. En seguida se retiró. Le secundó Schumacher, después Kolobnev. Acabó ganando Bettini, el campeón del mundo rebelde que no ha querido aceptar el circo de la UCI, que exige a los ciclistas que informen de sus actividades con mucha antelación. "Han podido destrozar mi carrera", sentenció.


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