Suele decir Fernando Alonso que le encanta rodar en circuitos mojados. Disfruta porque corrió con lluvia gran parte de sus carreras en karts. En Fórmula 1 ha rodado 12 veces con agua en la pista. La penúltima, el pasado GP de Europa, ganó y prosiguió su remontada con Hamilton. La última, en el GP de Japón, la carrera más surrealista de los últimos años, puede costarle un Mundial.
Todo coincidió en la vuelta 41: Kimi Raikkonen paró en boxes, Lewis Hamilton se puso líder y Alonso no podía impedir que su monoplaza se deslizara por el trazado al hacer aquaplaning y se estrellara contra un muro. Tardó en salir del McLaren y ni tan siquiera se acordó en enseñar el dedo pulgar para decir que estaba bien, como en el GP de Brasil. Se quedó un momento detrás de una red del circuito viendo cómo rodaban los pilotos. Cómo, poco a poco, perdía la posibilidad de ganar su tercer mundial. Cómo Hamilton se acercaba más a ese sueño. Cómo la desventaja se ampliaba a 12 puntos a falta de 20 por disputarse.
"Está muy complicado"
"Tenemos que ser realistas, el título está muy complicado", reconoció el piloto español. "Necesitaríamos ganar las dos carreras y que Lewis sea quinto o sexto. O que abandone. ... algo que no ha pasado en todo el año", añadió, mientras su compañero Hamilton bromeaba con Heikki Kovalainen, segundo -Raikkonen completó el podio-. Estaba exultante el británico, que tras lograr su cuarto triunfo de la temporada en el circuito de Fuji, puede ganar su primer Mundial el año de su debut. Algo que nunca nadie ha logrado.
Hamilton fue el gran triunfador de una carrera caótica con siete abandonos y soporífica hasta la vuelta 19. Porque hasta entonces el coche de seguridad guió a los pilotos y sólo se vieron colisiones y errores de estrategia. Imperdonable que Ferrari optara por neumáticos intermedios y tuviera que cambiarlos poco después. Kimi Raikkonen y Felipe Massa pasaron de la tercera y cuarta posición a las últimas posiciones.
Massa siguió acumulando desgracias. Todo le pasa a él. Después fue penalizado por adelantar al safety car y más tarde se chocó con Alex Wurz y también se salió de la pista. Cuando se incorporó era 16º. Mejor iba Raikkonen, 12º. Hamilton lideraba la carrera con Alonso y Sebastian Vettel por detrás.
Sucesión de incidentes
Pero los incidentes o los amagos continuaron sucediéndose: el Super Auguri de Sutil se indendió por segundos y cerca estuvo de chocarse con Heidfeld, que poco después logró adelantar a Alonso, que ya había hecho su única parada prevista, y colocarse séptimo. Esa acción casi fue paralela a la salida de pista momentania de Hamilton, que tras incorporarse rozó el monoplaza de Robert Kubica. Era el tradicional guión del circuito de Fuji, donde siempre pasan cosas negativas. Hacía 30 años que no se celebraba el GP de Japón en este trazado propiedad de Toyota. Entonces, en 1977, murieron dos personas aplastadas por el Ferrari de Gilles Villeneuve y se dedidió aparcar el escenario porque no era seguro.
Aún habría más desengaños. El más decisivo el de Alonso, perjudicado por llevar parte del alerón roto tras un choque con Vettel, que abandonó tras colosionar con Webber. El piloto australiano también tuvo que acabar antes de tiempo. Los dos pilotos hubiesen sido podio. Ocuparon sus posiciones en ese momento Kovalainen y Massa -con todo lo que le había ocurrido-. Pero el piloto brasileño tuvo que pasar otra vez por boxes y perdió lo ganado. Aunque al final, en un golpe de genialidad, le arrebata a Kubica la sexta posición en los últimos metros y tras salirse de pista.
También progresó Raikkonen, que logró adelantar a Coulthard en otra maniobra de riesgo y al final quedó tercero. Incapaz de superar a Kovalainen, que proporcionó a Renault su primer podio de la temporada. Ése podría ser el próximo de Alonso. Como Ferrari o Toyota. "Se han dicho muchas tonterías sobre eso. Nada de eso es cierto, pero me río de esas pantochadas", dijo Alonso. "Ahora tendré menos presión y podré divertirme más". El Mundial parece una utopía. Un milagro nada común.
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