domingo, 25 de noviembre de 2007

La bici


Parecía sencillo. Tenía que girar, mover hacia adelante aquellos pedales enrobinados y llenos de barro. Pero los giros me salían hacia atrás y yo siempre iba hacia abajo. Era incapaz de utilizar la bicicleta de mi hijo. Tuve que hacerlo: el primer día soleado en meses la colgué al lado de sus pósteres de Indurain, Pantani y Coppi. A veces la miro y veo a Eduardo subiendo con garbo aquellas pendientes sin asfaltar, con su maillot poco discreto y su mochila de colegial. A veces no puedo evitar observarle, inmóvil, junto a su bici en el terraplén. Sonriente. Como siempre.

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