"Te cambia el ritmo, te obliga a variar el juego. Realmente ante Federer te sientes poco más que una marioneta", dijo David Ferrer, la gran sensación del Torneo de Maestros de Shanghai, el tenista que había ganado a Rafa Nadal y a Andy Roddick sin apenas esfuerzo. Hablaba el jugador alicantino, que acabará el año como quinto mejor jugador, con la cara todavía de susto. Había pasado una hora tras su derrota en la final en la estadio Qi Zhong, pero Ferrer no podía olvidar cómo el número uno mundial le hizo esconder su mejor arma, la derecha, cómo neutralizó su físico con golpes poco humanos. No esperaba una derrota tan contundente: 6-2, 6-3 y 6-2.
No concedió opciones Roger Federer (Basilea, Suiza, 1981), que en su peor año ha ganado siete torneos (Abierto de Australia, Wimbledon, US Open y su cuarto Torneo de Maestros entre los más importantes). Más que nadie. Sólo se le resistió Roland Garros, el único gran sueño que aún le queda por cumplir al tenista helvético además de la medalla olímpica (en Atenas 2004 cayó ante Tomas Berdych en segunda ronda).
En París le frenó Nadal, al que días antes había ganado en Hamburgo. Continúa siendo la primera y la única vez que ha vencido en arcilla al español, que hasta el pasado 20 de mayo sumaba 81 triunfos consecutivos en esa superficie. No se olvidó de ese detalle Federer en la rueda de prensa: "Ha sido un año fantástico. Además, por fin he ganado a Rafa (Nadal) en tierra batida".
Dudas sobre su liderazgo
Llegó el tenista suizo a Shanghai como un número uno menor. O eso consideraban algunos periodistas que sólo miran las estadísticas: Federer acumulaba durante la temporada ocho derrotas (una menos que entre 2005 y 2006). Las dos últimas, en menos de tres semanas y ante el mismo rival. El argentino David Nalbandián le superó primero en la final del Másters de Madrid y después en segunda ronda del Open Paris-Bercy. El suizo sólo tenía 995 puntos sobre Nadal en el ránking de la ATP.
Aquéllos que dudaban de Federer se reafirmaron tras su derrota en el debut en el Torneo de Maestros ante el chileno Fernando González. "No soy más vulnerable. No estoy de acuerdo con eso. Espero demostrarlo esta semana", sentenció tras aquel desengaño. Cumplió su deseo: superó sin problemas a Andy Roddick y Nicolay Davydenko en la round robin, y a Nadal en semifinales.
El juego alegre de Ferrer
Su último rival era David Ferrer, un tenista al que le ha costado centrarse y despuntar. Su padre le castigó con trabajar en una obra cargando ladrillos por no progresar como jugador. Su entrenador, Javier Piles, le encerraba como toque de atención en el cuarto donde guardaban las pelotas. El tenista alicantino se presentaba en la final como el único que no había perdido en el torneo, sólo había cedido un set ante Nadal en el segundo partido. En Shanghai Ferrer había realizado el mejor juego (alegre, consistente y duro). Era el peor contrario para Federer.
"Mi gran fortaleza ante Ferrer es mi capacidad de quitarle cosas", anticipó en la víspera el tenista suizo. En tan sólo 19 minutos esa frase era casi el titular de la crónica: Federer dominaba el primer set 4-1 y había roto dos de los tres servicios al tenista alicantino. Fed Ex no concedía opciones, tampoco fallaba en sus subidas a la red. Era infalible (6-2).
El número uno, cómodo
Federer sabía sacar provecho de sus virtudes: la precisión por encima de la fuerza y el desgaste, su volea imprevisible. Ferrer, mientras, se sentía incómodo, viendo cómo su rival dominaba sin problemas el centro de la pista y evitaba el intercambio de derechas. Su única oportunidad.
En el segundo set, al menos, el tenista español no acumuló otro break en contra hasta el séptimo juego (4-3). Eso era casi una proeza. Federer se llevó el siguiente juego en blanco y ganó el set en el punto más espectacular, en su tercera opción. El drive de Ferrer se fue largo (6-3). Tanto se enfadó el alicantino por ese error en particular y por su actuación en general que rompió la raqueta sobre su muslo. La tercera manga fue un trámite (6-2).
El curioso pasado de Federer
Viendo a Federer, un jugador tan frío como Justine Henin y tan discreto como Pete Sampras, su pasado parece surrealista. "Solía tirar la raqueta cuando las cosas no me iban bien. Con 16 años me expulsaban de casi todos los entrenamientos", recuerda el suizo, que con 17 fue a un psicólogo deportivo, que consiguió que cambió la agresividad por serenidad, la impaciencia, por el pragmatismo.
A Federer le costó sobresalir. Debutó en el circuito profesional en 1998. Entonces sólo jugó cinco partidos, pero acabó el año como 302 del mundo (avanzó 398 puestos). No destacó hasta 2001. Ese año ganó su primer torneo (en Milán ante el francés Julien Boutter) y sorprendió al mundo: eliminó en octavos de final de Wimbledon a Pete Sampras. El estadounidense defendía el título y sigue siendo quien más a ganado en Londres (siete veces) y quien más Grand Slams tiene (14 por 12 de Federer y Roy Emerson).
Dos años después, en 2003, Federer ya ganó en Wimbledon. Fue el primero de sus cinco títulos en el All England Club. Lo hizo ante el australiano Mark Philippoussis, el jugador que entonces tenía el saque más potente del circuito.
La liberación
Opina René Stauffer, autor del libro En busca de la perfección: la historia de Roger Federer, que la clave de la ascensión definitiva de Federer fue su primera victoria en el Abierto de Australia ante el ruso Marat Safin. "Fue una enorme liberación para él. Pasó a ser el número uno del mundo (lo es desde el 2 de febrero de 2004). Roger dice que en aquel momento hubiera podido dejar de jugar. Había logrado todo lo que se ha propuesto. Todo lo que ha logrado desde entonces es una recompensa adicional para él", explica Stauffer.
Desde ese triunfo en Australia, el suizo ha ganado diez de los 15 Grand Slams disputados. Sólo en tres ocasiones no llegó a la final. Federer acumula en su carrera cinco Wimbledon, cuatro US Open y tres Abiertos de Australia. El suizo ha levantado 53 títulos individuales en total. Desde 2004 lleva 307 victorias por tan sólo 23 derrotas.
"Federer es el más grande", asegura John McEnroe. "Es el mejor jugador al que me he enfrentado", dijo André Agassi tras perder ante él la final del US Open de 2006. "Soy fan de Federer, pero a mí no me dominaría", comentó en su día Pete Sampras. "Es el mejor", ha reiterado siempre Nadal. "¿Los elogios? No quiero que me afecten. Sí quiero recordarlos para los últimos años de mi carrera", comentaba, con humildad, a finales de noviembre del año pasado a la Agencia EFE tras ganar su tercer Torneo de Maestros ante el estadounidense James Blake. Doce meses después, ha superado a David Ferrer con la misma contundencia. Con la misma ambición con la que un día escribió su sueño en un papel: "Batir a los diez mejores y ser número uno mundial". Tenía 15 años y tiraba la raqueta si las cosas no le salían bien. Aún no tenía esa serenidad que le caracteriza.
2 comentarios :
Hola! hace mucho no pasaba por tu blog, pero me encanta lo bien que nos das un repaso de la historia de los grandes del deporte... me encanta el Tenis y debo decir que me encanta Roger Federer, a veces ni me puedo creer las jugadas que hace....para mi es magia... y apenas puedo creer que en sus inicios era de los que rompian sus raquetas y hacia berrinche, que bueno que supieron encausar bien esa energia... y ahora nos hace gozar con buen tenis....
Saludos desde Mexicali...
Muy bueno el artículo, contando cosas poco conocidas, y además muy documentado. Aunque es largo se lee con gusto hasta el final.
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