Hace unos meses, a principios de marzo, Kimi Raikkonen aseguraba que Ferrari era el “punto final” de su carrera en la Fórmula 1, que la escudería de Maranello sería su último equipo. El piloto finlandés había logrado ganar el Mundial tras una remontada inusual y era respetado en el seno del equipo italiano pese a no responder al perfil de piloto con carácter que suele buscar Ferrari. Ahora, tras doce grandes premios disputados, Raikkonen está tremendamente cuestionado. Sólo ha ganado dos pruebas (Malasia y España). No se impone desde el pasado 27 de abril y muchos medios confabulan que el presidente de la escudería, Luca Cordero di Montezemolo, quiere negociar su salida para fichar a Fernando Alonso. Aún lo harán más tras el GP de Europa, el primero en el circuito urbano de Valencia, donde rompió el motor y tuvo que abandonar. Su compañero en Ferrari, Felipe Massa, el hombre eternamente criticado e ignorado, se está comportando como el verdadero líder del equipo. El corredor brasileño ganó en Valencia y le recortó dos puntos al líder del campeonato, Lewis Hamilton, que tras ser segundo tan sólo le saca seis (Raikkonen tiene ya 13 de desventaja). Completó el podio Robert Kubica y Fernando Alonso tuvo que retirarse en la primera vuelta. Massa ha logrado tantas poles y victorias (4) como Hamilton. Vuelve a postularse como su gran rival por el título.
Seguramente Massa iría primero del Mundial con un mínimo de suerte o si se quitase su sambenito de gafe: ha abandonado hasta en tres carreras, es el único de los siete primeros de la competición que ha llegado a tal extremo. El piloto brasileño ha subido al cajón del podio en siete de las nueve pruebas restantes. En Francia se puso líder en solitario por primera vez en su carrera y en la siguiente prueba, en el aguadero de Silverstone, no puntuó y vio cómo Hamilton le empataba en lo más alto. Después llegaría el tercero puesto en Alemania y lo último era la retirada por rotura de motor a falta de tres vueltas y yendo primero en Hungría.
“Un gran fin de semana”
“Hemos hecho un gran fin de semana (pole, vuelta rápida y victoria) después de los malos resultados”, se congratulaba Massa, que había sumado seis puntos de los últimos 30 posibles. Pero esta vez también estuvo a punto de perder la carrera y por una circunstancia que aún hubiese sido más desagradable, el súmmun de la mala suerte o del absurdo. El piloto de Ferrari pudo estuvo a punto de dejar escapar la victoria en Valencia por un despiste lamentable. Suyo, pero especialmente de sus mecánicos. En el último repostaje, cuando tenía casi encarrilado el triunfo sobre Hamilton, no vio que el Force India de Adrian Sutil circulaba por el pit lane. No colisionaron por poco, incluso durante unos metros rodaron en paralelo. Hasta que Massa le sobrepasó. Los comisarios de
Más allá de por las decisiones en los despachos, el piloto de Ferrari no vio peligrar nunca su primera posición. Conservó el primer puesto en la salida “por la parte limpia de la pista” y en la séptima vuelta ya le sacaba casi tres segundos a Hamilton, su único perseguidor. Raikkonen rodaba quinto, tras Kubica y Kovalainen, que le había adelantado con facilidad en los primeros metros de la carrera. Quien ya no competía era Alonso, que se había retirado. Lo ha hecho en las dos pruebas celebradas en España. Si en Montmeló el bicampeón abandonó en el ecuador de la carrera, en la vuelta 34 y por la rotura de su motor, esta vez se quedó sin opciones de continuar en la tercera curva. El Toyota de Timo Glock frenó y Alonso tuvo que hacer lo mismo para no colisionar con él. Por detrás Kazuki Nakajima le arrancó el alerón trasero. Alonso habló con los periodistas –“que venga ahora toda la mala suerte para así volver a por todas la próxima temporada”–, se duchó y se fue del circuito para evitar multitudes. No le interesaba quién sería el ganador.
Los problemas de Kubica
Si no ocurría ningún percance, Massa iba a ser el primer piloto en imponerse en Valencia. Y Hamilton ocuparía la segunda plaza. Tampoco había dudas sobre el tercero, Kubica –“es nuestro lugar natural”–, que no se subía al podio desde su primer triunfo en
Kubica hizo el último pit stop a falta de 14 vueltas para el final, como Raikkonen. El piloto brasileño, en su intento de superar a su compatriota, arrancó cuando aún los miembros de su equipo no habían sacado la manguera. Atropelló a un mecánico, que afortunadamente sólo tiene lesiones leves en el pie y en la espalda. El Hombre de Hielo aún protagonizaría otro incidente, el definitivo. Dos giros después su Ferrari inundó de humo parte del circuito. Había roto el motor, como Massa en Hungría. Los monoplazas del cavallino rampante están perdiendo su fiabilidad habitual.
No hubo cambios en las tres primeras plazas y Massa pudo celebrar con el gesto típico de los surferos la novena victoria de su carrera. Así festejó su cita con la efemérides, su GP número 100. El piloto de Ferrari vuelve a postularse como el gran rival de Hamilton por el Mundial, por mucho que éste le sacase méritos: “Esta carrera ha sido complicada para mí porque he tenido algunos problemas de salud -gastroenteritis- que me han impedido estar al cien por cien”.
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