Button saluda desde lo más alto del podio de Sepang. -EFE.
El caos gobierna la Fórmula 1. Los pilotos y los equipos amenazaron con boicotear el estreno de la temporada en Australia si la FIA hubiese ratificado su anuncio de hacer campeón a quien ganase más GP. La rectificación sonó tan convincente como la propuesta: se improvisó sobre la marcha, como si las modificaciones en los monoplazas no dependiesen de los matices del reglamento y la competición fuese totalmente amateur. Tampoco ayudan a mejorar la imagen del Gran Circo las dudas sobre la legalidad de los dobles difusores o el triste teatro montado por McLaren y protagonizado por Lewis Hamilton en el circuito de Albert Park. Era cuestión de tiempo (valga la redundancia) que surgiese el tercer asunto polémico: el horario. Hasta tres horas antes (a las once de la mañana hora española, cinco de la tarde en Kuala Lumpur) comenzó el GP de Malasia. Una decisión para tener más audiencia europea, pero que perjudica a los protagonistas del espectáculo: se reduce la visibilidad y aumenta el riesgo de accidentes. Un riesgo que se multiplica varias veces si el mal tiempo aparece,. Si hacen acto de presencia los rayos y la lluvia torrencial, como fue el caso, el resultado es una suspensión cantada tras 50 minutos de deliberaciones. Una de las carreras más cortas de la historia: sólo se completaron 33 de las 56 vueltas planificadas, un registro que no mejora la del GP de Australia de 1991 cuando Ayrton Senna ganó en Adelaida tras sólo 13 vueltas. En el circuito de Sepang volvió a triunfar Brawn GP con otra victoria de Jenson Button, que tan sólo recibió cinco puntos por el triunfo (la mitad de los habituales) porque no se había corrido el 75% del recorrido. El británico continúa liderando el Mundial con 15 puntos (seis más que las dos temporadas anteriores) por los 10 de su compañero Rubens Barrichello. Nick Heidfeld, segundo y que lleva 30 pruebas sin abandonar, y Timmo Glock, tercero, completaron un podio inédito el día que Lewis Hamilton acabó sexto y Ferrari volvió a fracasar. Felipe Massa concluyó noveno (de ser octavo se hubiese llevado medio punto) y Kimi Raikkonen, al que le pusieron los neumáticos de lluvia extrema antes de tiempo, 14º –no parecía excesivamente preocupado el finlandés mientras se decidía si se reanudaba la carrera o no, él se tomaba un helado y un refresco con cara de indiferencia–. “Ha sido un fin de semana muy difícil. Al final tampoco hemos perdido demasiado”, resumía Fernando Alonso, 11º, que se salió de pista justo antes de que todos los pilotos se fuesen a boxes a poner los neumáticos adecuados para la lluvia –vueltas después pondrían los intermedios–. “Siempre fuimos con el neumático equivocado en el momento equivocado”, apostilló el bicampeón mundial, que reconoció que “era complicado mantener ante el empuje de los Brawn”.
“Nos vamos a casa”, anticipó, casi jocoso, Flavio Briatore, minutos después de que se enseñase la bandera roja y se suspendiese temporalmente la carrera. “Es mejor que no se vuelva a salir porque puede haber un accidente bastante serio”, advertía el propio Alonso, ganador en Malasia en 2005 y 2007. Max Webber era el piloto mediador y, uno por uno, iba preguntando a sus compañeros qué preferían hacer. La mayoría, exceptuando los primeros, eran favorables a no seguir, aunque seguramente a Button no le hubiese importado reemprender la prueba seguir algunas vueltas más al coche de seguridad, que no aparecía en Sepang desde 2002. “Lo primero es la seguridad de los pilotos”, zanjó Massa, que continúa sin puntuar como el año pasado a estas alturas. Entonces abandonó en las dos primeras pruebas y ganó la tercera, en Bahréin. Tampoco llevan punto alguno ni Raikkonen, Heikki Kovalainen ni Robert Kubica. Los dos últimos, favoritos como mínimo a las primeras posiciones de la clasificación, no han concluido todavía ningún GP. El escudero de Hamilton se retiró en la vuelta inicial, en la que Alonso llegó a remontar hasta la tercera posición, y Kubica abandonó en la siguiente –“he oído que el motor no funcionaba bien, realmente iba con la mitad de su potencia. Parecía que caminase”–.
“Están destrozadas”
El rendimiento del BMW de Kubica era similar al Ferrari de Raikkonen después de que la escudería de Maranello optase por ponerle neumáticos de extrema lluvia cuando tan sólo había caído algunas gotas. Las gomas, mucho más pequeñas y menos resistentes, no tardaron en deshacerse. “Están destrozadas”, corroboraba por radio Raikkonen, 20 segundos más lento por vuelta que sus rivales. Los nervios han convulsionado a la escudería italiana, que quiere encontrar soluciones rápidas a su crisis y cuya precipitación le está perjudicando aún más.
El cielo de Sepang simbolizó el estado actual de la Fórmula 1: rayos, truenos y lluvia torrencial obligaron a suspender la prueba, emocionante tras otra salida vibrante en la que los monoplazas con KERS salieron beneficiados. No lo tiene Button, que perdió tres posiciones y pudo rebasar a Alonso, uno de los que salían con menos combustible en un circuito en el que las frenadas representan el 15%. Nico Rosberg lideraría gran parte del GP, pero al final sólo fue octavo. Un dato corrobora la nueva realidad de la Fórmula 1. Cuatro de los siete primeros clasificados de la temporada pasada aún no han puntuado. Ferrari representa mejor que nadie esa crisis.
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