Hay partidos que se convierten en una simple comparsa, en un inocente juego de niños para el vencedor y en un eterno padecimiento para el perdedor, especialmente si está en su pista y supone su adiós a la temporada. Como sucedió en La Fonteta, donde la grada aplaudió al Barça, excelente, concentrado, todo lo contrario que en el partido del Palau, y pitó a su equipo, Pamesa, probablemente el equipo que más promete y menos ofrece de la Liga ACB. Otro año el conjunto valenciano ha estado lejos de los mejores. Incluso ha acabado el curso con otro entrenador, Neven Spahija, y habiendo dado de baja a tres jugadores (Robert Douglas y a dos de sus tres fichajes iniciales, Dimos Dikoudis y Ermal Kuqo). La actitud de parte del público yéndose antes de que empezase el último cuarto era comprensible. Su equipo perdía por 37 puntos ante un Barça a ritmo de récord que al descanso había alcanzado los 53 puntos, con una serie de triples totalmente inusual de 11/16. Tras ganar por 55-81 y con David Andersen como máximo anotador con 21 puntos, el conjunto azulgrana accede a semifinales, en las que se enfrentará al vencedor de la serie entre Kalise Gran Canaria y Unicaja, empatada después del triunfo a domicilio del conjunto de Aíto por 68-70 y que se decidirá el domingo. El Tau, con su victoria fuera de casa ante Iurbentia Bilbao Basket por 76-97, también es semifinalista y su rival saldrá del ganador del Real Madrid-DKV Joventut del sábado.
Pocas veces habrá una diferencia estadística tan grande entre dos equipos que compiten en la elite: 47 puntos de valoración de Pamesa por 107 del Barça, que pudo sumar varios más si no hubiese desconectado en el último período, en el que como en el partido anterior sólo anotó siete puntos. Tiene mérito y es de agradecer que el conjunto azulgrana no cediese hasta entonces en un partido que ya dominaba por 14-27 al final del primer cuarto tras remontar el 5-2 inicial, uno de los pocos momentos en los que Pamesa no sobrepasó el límite de la mediocridad absoluta (sólo contabilizó dos asistencias; Víctor Claver sólo sumó tres puntos con un horrible 1/7). Incluso entonces más de uno pitó a Shammond Williams, que es claramente es la cabeza de turco de una planificación deportiva muy cuestionable. A Joan Roig le quedan problemas mayores que resolver antes de dar advertencias si se aprueba que a la Euroliga siempre vayan por defecto Barça, Real Madrid, Tau y Unicaja.
El rebote ofensivo
Ofrecía el Barça un repertorio casi perfecto: presión hombre a hombre y habilidoso en las transiciones rápidas. Y, sobre todo, desde más allá de 6’25: anotó cinco triples en el primer período y llevaba 11 al descanso (al final 14/24) y ocho jugadores lograron al menos uno). El único pero del conjunto azulgrana fueron los seis ofensivos cogieron los visitantes en el período inicial. Matt Nielsen, el único fichaje de la temporada junto con Kosta Perovic que ha cumplido las expectativas, fue quien mejor los rentabilizó.
Se encantó a sí mismo el Barça, tan efectivo en el lanzamiento que se permitió fallar un par alley-hoops. Un desacierto menor comparado con el caos mayúsculo en el que vivía Pamesa, que sumó diez puntos en el segundo cuarto y llegó al descanso con 24, siete menos que Andersen. El pívot australiano está siendo el jugador más destacado del equipo en este tramo final de temporada: sobresalió en los últimos partidos de la serie de cuartos en la Euroliga ante el Tau, en la Final Four y en esta serie de cuartos.
En el vestuario Xavi Pascual instó a sus jugadores a ampliar más las distancias, órdenes que cumplieron como un reloj suizo Juan Carlos Navarro (13 puntos, 3/6 en triples) y Jaka Lakovic (13 con 3/4). También Jordi Trias, que no desaprovechó sus minutos y con un mate hizo que la distancia fuese del doble (37-74, minuto 29). En ese preciso instante se relajó el Barça, que dirigiría en los últimos minutos el defenestrado Andre Barrett. Entre Perovic y Kenny Gregory minimizaron una derrota que pudo ser histórica, y que puede significar el último partido en Pamesa para muchos de sus jugadores.
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