Aristóteles defendía que la virtud y el virtuoso estaban entre el término medio, entre los extremos del vicio y de lo positivo. Un punto medio que Clay Tucker (Lima, Ohio, EE UU, 1980), como cualquier tirador que se precie, no acaba de entender ni de encontrar. Sus actuaciones le desmarcan del resto de compañeros a los que se considera especialistas en el tiro, pues pocos de ellos están capacitados para completar un ejercicio tan fantástico como el fue capaz de perpretar Tucker en Málaga. Su última canasta, la decisiva y al límite, pura demostración de ingenio y habilidad, supuso la culminación de la tremenda remontada del DKV Joventut para acabar ganando por 76-78 un partido que iba perdieron por once puntos (66-55 a 6m 38s). Las variantes defensivas (especialmente la zona 2-3) y Tucker, autor de 19 de los últimos 23 puntos de su equipo hicieron posible la proeza. Queda justificado que al jugador, que alcanzó los 33 tantos y 29 de valoración, le apoden Milagro. Tucker gestionó el agobio como una oportunidad, y puso la precisión necesaria: 8/11 en triples y 4/7 en tiros de dos… El contraste fueron sus siete pérdidas, fiel reflejo de la imprecisión e impulsividad del propio jugador y de su equipo en gran parte del encuentro.
El emotivo final fue lo mejor de un partido irregular entre dos equipos irregulares. Dos conjuntos que transcurridos tres meses de competición continúan buscando un manual mínimamente correcto de cómo actuar. Unicaja, con sólo seis triunfos, es la gran decepción del curso y tiene complicada su participación en la Copa del Rey de Bilbao. Objetivo casi conseguido para el DKV Joventut, un equipo (pre)dispuesto a la épica y los finales extremos, que alcanza por su barroquismo. Y su generosidad, pues por momentos se convierte en un distribuidor riguroso de pelotas: las pierde sin ton ni son, más por nervios propios que por méritos ajenos. En Málaga regaló 21 pelotas y le costó casi cuatro minutos anotar su primera canasta, un triple de Tucker. El recurso favorito de los verdinegros desde hace años, desde el retorno a Badalona de Aíto, ahora totalmente cuestionado en Unicaja. Al acierto de Tucker respondió con otro tiro de tres el otro jugador básico para los verdinegros en el Martín Calpena: Edu Hernández Sonseca, felizmente recuperado de una gripe y por fin utilizado lo suficiente en pista –aunque fuese por el pobre partido de Antonio Bueno, 0/2, cuatro personales y -4 de valoración–. Sonseca, que según aseguran algunos está/ estaba enfrentado con Sito Alonso, fue imprescindible para la remontada con dos tiros libres y un reverso al límite para empatar a 76 (a 50 segundos).
Dos formas de actuar
Transcurrió el partido con dos formas de actuar extremas y contrapuestas: el DKV Joventut se centraba en los triples (7/15 en la primera parte, 15/28 en total) y Unicaja encontraba con facilidad huecos en la pintura y anotaba al contraataque. Primero con Robert Archibald (8 puntos) y después con Joel Freeland (15) y Giorgios Printezis (14). Siempre con Carlos Jiménez como jugador más completo. A sus 33 años y retirado de la selección, el madrileño continúa siendo capital en el conjunto madrileño, que no acaba de encontrar un líder anotador de garantías. No lo es Taquan Dean, aunque contra el DKV Joventut alcanzase los 20 puntos (4/8 en triples) y opositase con Tucker, que empezó rematadamente mal el tercer cuarto con dos pérdidas consecutivas. Como al principio de la primer parte le costó encontrar acomodo a los visitantes, que en cinco minutos perdieron otras cinco pelotas y encajaron un parcial de 13-3 con el que Unicaja logró su máxima ventaja (49-37). Desnortada y desquiciada, la Penya se comportaba como el perro que gira sobre sí mismo para morderse la cola y Bueno regalaba una técnica con sus dos tiros libres correspondientes para Dean.
Unicaja bajó sus prestaciones y el DKV Joventut por fin se olvidó de las concesiones: mejoró en defensa y dispuso del orden y el acierto en ataque, con Tucker y Sonseca como agitadores (60-55 a 7m 45s). Pero otra vez volvió a precipitarse y a complicarse y cedió hasta once puntos por abajo. Lo festejó el Martín Calpena. Lo vio posible el conjunto de Sito, el especialista del torneo en remontadas improbables. Así que Tucker empezó a hacer honor a su apodo y a anotar con una plasticidad y una eficacia digno de estudio para cualquier psicólogo deportivo. Milagro Tucker sumó 19 puntos en los últimos 6m 24s y permitió a su equipo conseguir un triunfo completamente inesperado. Así es el jugador estadounidense, fichado para ser la piedra angular del nuevo DKV Joventut, agobiado económicamente y sin su último referente, Ricky Rubio, que fue a parar al Barça en una operación muy beneficiosa para ambas partes, pero que dejó al base como único culpable ante los aficionados. La Penya sonríe. El lema es claro: Tucker, Tucker, Tucker.
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