Hay frases eternas que comulgarán siempre con la vida humana. “Debes tener siempre fría la cabeza, caliente el corazón y larga la mano”, defendía Confucio. Ideas que, aplicadas al deporte, pueden desgranar por qué se ha ganado un partido y una eliminatoria. Que hable Basile: “Al final con la cabeza hemos conseguido la victoria”. Basso resultó preciso, fundamental, en el triunfo por 72-82 del Barça en su visita al Unicaja que le recompensa con la cuarta final de Liga consecutiva. “Aquí no es fácil ganar”, seguía Basile, que anotó cinco triples y alcanzó los 20 puntos en su partido 200 en ACB. Dos tiros de tres metió su compañero Lorbek (16) en el parcial definitivo de los últimos cinco minutos: 4-18. Instantes en los que el grupo de Aíto se precipitó y –perdón por el tópico– jugó más con el corazón que con la cabeza. Se da la circunstancia que siempre que los azulgrana eliminaron a Unicaja en semifinales resultaron campeones. El recuerdo inmediato es el del año pasado ante el Tau, ahora Caja Laboral, que tendrá mañana martes su primera oportunidad de ser finalista real si gana en Vistalegre al Madrid de Messina.
Definido como guerra simbólica, el deporte funciona porque es un motor que carbura con tensión, pasión y golpes. Golpes morales, psicológicos y, claro, físicos, como el choque de torres entre Ndong (2.13) y Archibald (2.12). Un golpe que acabó con los dos en el suelo y abandonando el parquet: Ndong se fue a que le examinaran al vestuario y a Archibald le cerraron la brecha de la ceja. Ambos volvieron a la pista. Pero cambió tras esa acción y la siguiente –una contra de Berni (14 puntos) para el 68-64 a 5m 51s– y el inmediato tiempo muerto de Pascual. Unicaja olvidó su manual y el Barça impuso el suyo: equilibrio. Un mate de Vázquez, siempre acusado por la grada de “pesetero” porque abandonó Málaga por Girona y no por la NBA, y el primer triple de Lorbek pusieron a los azulgrana por delante. Un privilegio que ya no perderían gracias a su ejercicio de cabeza, defensa y acierto. Por la colaboración de piezas tan diferentes y tan compatibles como Mickeal (16), Navarro o Sada.
La identidad de Unicaja
Le costó al Barça solucionar la eliminatoria porque Unicaja hizo cuanto tenía que hacer hasta ese parcial final. Aíto había retado a su equipo a conocerse, a saber quién era y a qué podía aspirar. El reclamo de la identidad sería una obligación en cualquier grupo, pero más discutible en una plantilla tan cambiante y castigada con los contratiempos como Unicaja, que se identificó con una defensa muy trabajada y un ataque variado, con Berni, Neal (18 puntos) o Freeland (10). Printezis metió sus siete puntos en el primer cuarto, ganado por 21-20 por los locales, exacto en los tiros de dos (7/15 para ambos) en lo que parecía un calco del primer partido de la serie. Un intercambio de puntos sin descanso y un sin vivir para los técnicos. Pascual ya puso remedio sacando a Grimau, Basile y Sada, que lo primero que hizo fue hacerle un tapón a… Freeland. Por eso Pascual hizo entrar a Sada, que no había jugado ni un solo minuto en el segundo partido y que encaja a la perfección en la figura del recambio cumplidor preparado para ser protagonista en cualquier momento. Papel complicado con Ricky y Lakovic de compañeros.
Aíto ajustó las tuercas tanto a su equipo que perpetró una defensa que se le atragantó al Barça sin remedio. Navarro (14 puntos, pero 5/13 y cuatro pérdidas) estaba atosigado y anulado por Berni, convertido también en anotador habitual. A los visitantes les costaba tanto anotar como a los niños ir al dentista y en casi seis minutos sólo sumaron cinco puntos, a pesar de su facilidad para capturar rebotes ofensivos. Un percance que solucionó Navarro con dos bombas marca de la casa, pero Neal y Berni pusieron a Unicaja con la máxima renta (40-31 a los 18m 56s). Printezis falló para dar a su equipo un +11 y surgió Basile. Una Jugada en mayúsculas porque Basso consiguió el primer tres más uno del curso para el Barça y escogió un momento fundamental para hacerlo: a 2’2 segundos del final de la primera parte. Así acabó la primera parte, con una ventaja mínima de Unicaja, 40-35.
Quiso el Barça recuperar lo perdido nada más volver de los vestuarios, y Ricky volvió a la pista jugándose los tres primeros ataques de su equipo. Acertó con el primer tiro, un triple. Le siguió otro de Navarro, cinco puntos del impagable Mickeal. Lorbek empató a 50 (a los 26m 15s) y Basile, con un triple y un tiro de media distancia, le daría al Barça su primera renta (51-55 a los 27m 51s) desde el 15-18, obra también de Basso y desde la misma distancia. Unicaja se repuso fortaleciéndose en defensa y dominó en el marcador hasta el ecuador del último cuarto. Tan tenso estaba el partido que el cronómetro corría sin remedio cuando no debía hacerlo. Hasta cuatro veces se disparó solo en un partido loco que el Barça ganó por cabeza y, cómo no, por los triples de Basile y Lorbek. “Estoy muy contento por mí y por la cuarta final seguida del Barça. Hemos hecho un gran encuentro. Unicaja ha jugado muy bien”, describió Basso.
Definido como guerra simbólica, el deporte funciona porque es un motor que carbura con tensión, pasión y golpes. Golpes morales, psicológicos y, claro, físicos, como el choque de torres entre Ndong (2.13) y Archibald (2.12). Un golpe que acabó con los dos en el suelo y abandonando el parquet: Ndong se fue a que le examinaran al vestuario y a Archibald le cerraron la brecha de la ceja. Ambos volvieron a la pista. Pero cambió tras esa acción y la siguiente –una contra de Berni (14 puntos) para el 68-64 a 5m 51s– y el inmediato tiempo muerto de Pascual. Unicaja olvidó su manual y el Barça impuso el suyo: equilibrio. Un mate de Vázquez, siempre acusado por la grada de “pesetero” porque abandonó Málaga por Girona y no por la NBA, y el primer triple de Lorbek pusieron a los azulgrana por delante. Un privilegio que ya no perderían gracias a su ejercicio de cabeza, defensa y acierto. Por la colaboración de piezas tan diferentes y tan compatibles como Mickeal (16), Navarro o Sada.
La identidad de Unicaja
Le costó al Barça solucionar la eliminatoria porque Unicaja hizo cuanto tenía que hacer hasta ese parcial final. Aíto había retado a su equipo a conocerse, a saber quién era y a qué podía aspirar. El reclamo de la identidad sería una obligación en cualquier grupo, pero más discutible en una plantilla tan cambiante y castigada con los contratiempos como Unicaja, que se identificó con una defensa muy trabajada y un ataque variado, con Berni, Neal (18 puntos) o Freeland (10). Printezis metió sus siete puntos en el primer cuarto, ganado por 21-20 por los locales, exacto en los tiros de dos (7/15 para ambos) en lo que parecía un calco del primer partido de la serie. Un intercambio de puntos sin descanso y un sin vivir para los técnicos. Pascual ya puso remedio sacando a Grimau, Basile y Sada, que lo primero que hizo fue hacerle un tapón a… Freeland. Por eso Pascual hizo entrar a Sada, que no había jugado ni un solo minuto en el segundo partido y que encaja a la perfección en la figura del recambio cumplidor preparado para ser protagonista en cualquier momento. Papel complicado con Ricky y Lakovic de compañeros.
Aíto ajustó las tuercas tanto a su equipo que perpetró una defensa que se le atragantó al Barça sin remedio. Navarro (14 puntos, pero 5/13 y cuatro pérdidas) estaba atosigado y anulado por Berni, convertido también en anotador habitual. A los visitantes les costaba tanto anotar como a los niños ir al dentista y en casi seis minutos sólo sumaron cinco puntos, a pesar de su facilidad para capturar rebotes ofensivos. Un percance que solucionó Navarro con dos bombas marca de la casa, pero Neal y Berni pusieron a Unicaja con la máxima renta (40-31 a los 18m 56s). Printezis falló para dar a su equipo un +11 y surgió Basile. Una Jugada en mayúsculas porque Basso consiguió el primer tres más uno del curso para el Barça y escogió un momento fundamental para hacerlo: a 2’2 segundos del final de la primera parte. Así acabó la primera parte, con una ventaja mínima de Unicaja, 40-35.
Quiso el Barça recuperar lo perdido nada más volver de los vestuarios, y Ricky volvió a la pista jugándose los tres primeros ataques de su equipo. Acertó con el primer tiro, un triple. Le siguió otro de Navarro, cinco puntos del impagable Mickeal. Lorbek empató a 50 (a los 26m 15s) y Basile, con un triple y un tiro de media distancia, le daría al Barça su primera renta (51-55 a los 27m 51s) desde el 15-18, obra también de Basso y desde la misma distancia. Unicaja se repuso fortaleciéndose en defensa y dominó en el marcador hasta el ecuador del último cuarto. Tan tenso estaba el partido que el cronómetro corría sin remedio cuando no debía hacerlo. Hasta cuatro veces se disparó solo en un partido loco que el Barça ganó por cabeza y, cómo no, por los triples de Basile y Lorbek. “Estoy muy contento por mí y por la cuarta final seguida del Barça. Hemos hecho un gran encuentro. Unicaja ha jugado muy bien”, describió Basso.
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