viernes, 23 de junio de 2023

"Raquel Carrera es capaz de sacar siempre algo bueno de todo"

Su madre, Isabel Quintana, Elena Buenavida y Laura Méndez retratan a la pívot del Valencia Basket y de la selección para Cronómetro de Récords 


Raquel Carrera en la sesión oficial de fotos del Eurobasket de Eslovenia e Israel. Foto: Mikus Klavins / FIBA.

Toni Delgado (@ToniDelgadoG)

"Espero que sea lo que buscas. Es que tengo cientos de imágenes y ayer me volví loca para escoger unas pocas", se sincera, apurada, Isabel Quintana, después de adjuntarme en un correo electrónico nueve fotos muy diferentes de la protagonista de este reportaje. Viendo la predisposición y cercanía de la madre durante la hora de conversación, todavía entiendo más la naturalidad de la hija pequeña, Raquel Carrera (Ourense, 2001), que ya es una de las grandes jugadoras de Europa.

La pívot del Valencia Basket y de la selección intimida a sus rivales con su envergadura y, sobre todo, con su inteligencia, desparpajo y seguridad. Piensa y actúa con la meticulosidad de una base y su movilidad de pies es la de una bailarina. Ágil y muy generosa en defensa, empequeñece y hace dudar a sus rivales, como bien comprobó su compañera de club Marie Gülich, que anotó sus únicos puntos (seis, 2/8 en tiros de campo) en el último minuto del tercer cuarto y del último.

Con siete puntos y cuatro rebotes de Raquel Carrera y una actuación coral, España trituró a Alemania (67-42), aseguró el Preolímpico y se clasificó para las semifinales del Eurobasket de Eslovenia e Israel. Su rival el sábado será Hungría, contra quien perdió en el último amistoso. En el otro cruce se encontrarán Bélgica y Francia.

La pívot internacional trata de parar a Marie Gulich. Foto: Alberto Nevado / FEB.

En el vestuario, antes del partido y como mostró el departamento de comunicación de la FEB, la gallega bailaba y se dejaba la voz junto con Laura Quevedo y María Conde cantando Puedes contar conmigo, una de las letras más icónicas de La Oreja de Van Gogh. Raquel Carrera siempre ha sido una sonrisa y muchas bromas. Contagia alegría y energía a su alrededor.

"Es mejor que la canses tú a ella que ella a ti", cuenta Isabel Quintana, la madre, y lo mismo diría José Luis Carrera, el padre. Ambos estaban muy pendientes de los movimientos en el parque de aquella pequeña que siempre fue alta y que iba de un sitio a otro dando volteretas, saltando y le gustaba colgarse donde podía. Raquel era una líder con mucha imaginación a la que no le convencieron ni la gimnasia deportiva ni el baile moderno, y prefirió el baloncesto, que descubrió yendo a ver jugar a su hermano Víctor.

A Raquel Carrera siempre le encantó disfrazarse. Foto: Isabel Quintana. 

El ruido del bote hacía sonreír todavía más a la renacuaja. Aprendió las primeras lecciones de su deporte en el Colegio San José-Josefinas, en Ourense, donde la entrenó Rafael Manuel Fernández, que también dirigió a su hermano. Después jugó en el CB Femenino Pabellón Ourense, cuya pista era el Polideportivo O Pompeo, del IES Otero Pedrayo, y la dirigieron la exjugadora María Álvarez, Miriam, Toni y Raquel. Entonces ya se entrenaba y jugaba con dos equipos a la vez. "A mi hija le iba muy bien porque se cansaba y su padre y yo también acabábamos agotados porque teníamos que ir de un sitio a otro con nuestros hijos", añade la madre.

La protagonista del reportaje, la primera a la derecha, en su etapa de alevín en el Colegio San Jose-Josefinas. Foto: Isabel Quintana.

La pista de baloncesto es el hábitat natural de Raquel Carrera. "Es donde brilla y es ella misma", concreta Rubén Burgos, su entrenador en el Valencia Basket. Los retos son el oxígeno para la pívot internacional. "Todavía da más cuando un partido está ajustado y ante los rivales más duros. Tiene una cabecita privilegiada que le permite resolver rápido situaciones y problemas. Si le dices que haga algo, no te preguntará cómo ni por qué y ya lo estará haciendo. En su momento, le fue muy bien hacer un año tecnificación. Era la única chica y la mayoría de chicos le sacaban cuatro años, y les metía cada paliza jugando...", comenta, orgullosa, la madre.

Una de las premisas de Raquel Carrera es fomentar el buen ambiente a su alrededor y parece difícil no reírse con sus bromas y chistes. Es una persona sana que sólo quiere cerca a personas de ese perfil. "Cuando era pequeña, su lista de invitados e invitadas a su cumpleaños podía variar mucho de un año a otro. Si veía que alguien era cizañero o polémico, se apartaba. Ha ido seleccionando muy bien a su gente", razona Isabel Quintana.

José Luis Carrera, Isabel Quintana, Víctor Carrera y Raquel Carrera después de resolver un scape room en su etapa en el Araski. Foto: Isabel Quintana.

Su madre y su psicólogo deportivo, con quien trabaja desde que vive en Valencia, son dos grandes confidentes para una Raquel Carrera que sabe separar su vida profesional de la personal, expresar qué siente dentro y que te dirá siempre lo que piensa desde la empatía. No le guarda rencor a nadie ni le da muchas vueltas a las cosas, herencia de su madre.

"Admiro su capacidad para sacar siempre algo bueno de todo y de no estresarse por nada, y también de no inmutarse ni por la situación más incómoda del mundo. Raco, como la llamo yo, es optimista, tranquila e inteligente", la retrata Elena Buenavida, compañera en el Valencia Basket.

Laura Méndez, base del Estudiantes, la conoció en la selección sub 16: "Yo era la nueva y tanto ella como el resto me acogieron muy bien. Es alguien con quien puedes hablar, que te escucha y te da consejos. Raquel, además, es muy trabajadora y talentosa, y siempre tiene los pies en la tierra".

Los Carrera Quintana después de que la pequeña ganase el Europeo sub 16 con 14 años. Foto: Isabel Quintana. 

—No recuerdo ahora mismo qué consejos me ha dado, pero te aseguro que observándola ya aprendes mil cosas de ella –continúa Elena Buenavida, exjugadora del Segle XXI.

Raquel Carrera tiene cuatro o cinco amigas de la infancia, con las que se reencuentra cuando tiene algún día libre y se escapa a Ourense. En su ciudad trata de reunir a la familia. Es muy familiar. "Desconecta y se centra tanto en disfrutar que no necesita compartirlo en redes sociales. Vive esos momentos con una ilusión increíble", valora la madre.  
 
Echa mucho de menos a Concha, la abuela paterna, y a José, el abuelo materno que viajaba para animarla a los lugares que le quedan más cerca de Ourense (Lugo, Salamanca, Bembibre...), y también a Inés, su bisabuela, a quienes perdió en 2022, y disfruta cuanto puede de los abuelos que le quedan. Al abuelo Manolo sus hijos le pusieron internet sobre todo para que viese los partidos de su nieta. La abuela Isabel siente menos pasión por el baloncesto, pero le llena también ver competir a Raquel.  
 
Una reunión familiar de los Carrera Quintana. Foto: Isabel Quintana.

También está muy unida a su hermano. Se adoran tanto que su madre nunca los ha visto discutir. Víctor, cuatro años mayor, es muy cariñoso y cuando nació Raquel fue a verla a la residencia emocionado.

—Entró como un rayo hacia la cuna de la niña y me dijo: "Gracias, mamá, por este regalito que me acabas de hacer" –recuerda, orgullosa, Isabel.  
 
Es una madre "pesada". Sólo las buenas madres toman el camino más largo y exigen disciplina e insisten en que hay que comer de todo. Raquel escondía los guisantes cuando Isabel no se daba cuenta, y ahora le encantan con jamón. "Cuando son mayores, ves la recompensa. Están bien educados", celebra.  

—Isabel, tanto tú como tu marido la habéis sabido entender muy bien. Siempre le ha atraído el reto más difícil y si no lo hubierais visto, no sería tan buena jugadora –le comento.
—También es mérito de los entrenadores y entrenadoras que la han dirigido, ya que han detectado su potencial. Siempre ha subido con las mayores y ha destacado –añade la madre.

El primer gran salto en la carrera de Carrera fue su fichaje por el Celta. Hasta hace poco, Isabel, funcionaria, trabajaba en Vigo. Una suerte que le permitía comer con su hija o acompañarla por las tardes. Se quedó casi un mes viviendo con ella y con Laura Alonso. "La despedida fue difícil. Quizás le costó un poco la primera semana que yo ya no dormía allí, pero en seguida se adaptó a la nueva realidad", expone Isabel Quintana.

La pívot gallega en su etapa en el Celta, en un partido ante el CBF Cerdanyola. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. 


El Celta es uno de los mejores equipos para crecer. "La temporada anterior les ganamos todos los partidos, y por eso Carlos Colinas fichó a Raquel", comenta, entre risas, Isabel. Era una oportunidad de poder llegar pronto a la Liga Femenina 2 y de acabar creciendo en el primer equipo con una excelente entrenadora como Cristina Cantero.  

"Cristina Cantero no me puede tratar diferente por ser la más pequeña", defendía la propia Raquel Carrera en Cronómetro de Récords, cuando tenía poco más de 16 años. "Quiere que quien la entrene le exija y le eche broncas porque desea mejorar, tanto lo que hace bien como lo que hace mal. Cristina supo entenderla muy bien y le dio mucho protagonismo", agradece Isabel.

Después de quedarse dos veces a una victoria del ascenso a Liga Femenina con el Celta, vio que tenía que continuar su camino en otro sitio. Acabó escogiendo la propuesta del Valencia Basket, que era y es excelente: el primer año se iría cedida a jugar al equipo de la Liga Femenina que quisiese. "Esteban Albert nos comentó su hoja de ruta, y mi marido y yo volvimos convencidos porque vimos que Raquel tenía futuro allí, y ella también lo vio. Está encantada en la ciudad y en el club", asegura la madre.

Su primer destino acabó siendo Vitoria y el Araski de Made Urieta, de quienes tenían grandes referencias. Expectativas que incluso se superaron. La gallega estuvo muy a gusto en un grupo humano y deportivo excepcional, y dirigida por una entrenadora que confió mucho en ella y la hizo crecer.

Raquel Carrera llevando en los brazos a Izaskun Ruiz, lesionada, en el Araski-Gernika de cuartos de final de la Copa de la Reina de Salamanca 2020. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. 

Puede que su partido más icónico fuese el de los cuartos de final de la Copa de la Reina de Salamanca ante el Gernika, cuando lideró al grupo con un desparpajo increíble y puso las cosas muy difíciles a Nikolina Milic. Esa noche quien no la conocía la conoció de golpe. El equipo venció en la prórroga y lo celebró con la grada. "La afición del Araski es maravillosa y ver cómo las jugadoras y el público bailaban a la vez era increíble. Bueno, bailábamos, que yo también bailaba", recuerda Isabel Quintana.

Raquel Carrera le sonríe a Tania Pérez después de perder las semifinales de la Copa de la Reina de Salamanca 2020 contra el Perfumerías Avenida. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. 
 
Aunque a la hija le costó despedirse de las raíces que echó en Vitoria, se adaptó muy rápido a Valencia, en parte gracias a Lorena Segura. "Llegó muy ilusionada por el reto y por tener un apartamento para ella sola. Rubén Burgos confió mucho y muy pronto en ella, y Raquel estuvo a la altura", reivindica la madre.

Ni la familia de la protagonista ni nadie que haya visto la escena olvidará nunca la seguridad con la que Raquel anotó los dos tiros libres con los que el Valencia Basket ganó la Eurocup, su primer título, ante el Reyer Venezia. "En casa estábamos todos tan tensos... Mi hijo se puso tan nervioso que se fue a la habitación porque no quería mirar. Cuando Raquel anotó el primero, apareció de nuevo corriendo: '¡Sí! Por lo menos han empatado'. Con el segundo y definitivo ya... ¡No nos lo creíamos!", comparte, emocionada.

La pívot del Valencia Basket, a punto de lanzar uno de los dos tiros libres con los que coronó al Valencia Basket en la Eurocup. Foto: FIBA. 

Aquella noche la jugadora hizo algo que nunca hace: llamar a los suyos poco después del partido, en el autobús. "No pudo esperar... Madre mía la fiesta que tenían montada... Nos dijo que tampoco iba a perder la calma si tenía que lanzar aquellos tiros libres. Tenía que hacerlo y ya está", añade la madre.

"Raco no tiene miedo a arriesgarse ni a asumir las consecuencias. Contar con personas así en tu entorno más cercano hace que se te pueda pegar esa actitud. Además, yo soy todo lo contrario, así que hacemos un buen dúo", interviene Elena Buenavida, que ha encontrado en la gallega a una amiga dentro y fuera de la pista, y una confidente.

Juntas han celebrado la primera Liga Femenina del conjunto taronja, y con Raquel Carrera como líder y MVP de la final ante el Perfumerías Avenida. La pívot lo pasó muy mal la temporada pasada por una lesión de la que no sabía si se recuperaría bien y, después de levantar la Supercopa de España y la de Europa, quería darle más títulos a su equipo este curso, pero llegaban las oportunidades y se escapaban: la Supercopa, la Copa de la Reina después de la gran remontada del anfitrión, el Basket Zaragoza, la eliminación en cuartos de final en la Euroliga...

"Tras la final de la Copa, lloraba como una magdalena... 'Raquel, lo que hoy son lágrimas de pena, mañana pueden ser de alegría. Hija, paciencia, todavía os falta la Liga y lleváis una muy buena trayectoria', le comenté", recuerda Isabel.

Semanas después y tras el primer triunfo en la final, en la Fonteta, la optimista era la hija.

—Mama, la final no volverá a Valencia. Esto se gana en Salamanca –le aseguró la pívot, que se dejó el alma para convertir en hechos su pronóstico.
 
Un sábado por la tarde Elena Buenavida y Raco fueron al centro de Valencia a comprar algunas cosas, y dejaron el coche en un parking. Se les hizo tarde y acabaron cenando, y cuando volvieron... ¡El aparcamiento estaba cerrado porque no era un 24 horas como creían! "Traducción: el vehículo estaría allí esa noche, el domingo y el lunes, y le costaría un buen pico. Además, tampoco teníamos medio para volver... ¿Sabes qué hizo la tía? Se rio y dijo: 'Soy una crack'. Ni se inmutó ni se preocupó. Como aquello no tenía solución, optó por tomárselo con humor. Así es mi amiga Raquel, una crack", concluye, orgullosa, Buenavida.

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