Sus padres, Joan Queralt y Marta Carreras, su hermano, Guillem Casas, Vero, Cynthia Molina y Rosó Buch retratan para Cronómetro de Récords a la escolta internacional
Toni Delgado (@ToniDelgadoG)
Los Casas Carreras no pudieron dormir una noche entera hasta que Queralt Casas (Bescanó, Girona, 1992) cumplió los tres años. "Pasamos muchas noches en vela, y no es que llorara, sino que reclamaba nuestra atención y la cogíamos en brazos o la llevábamos a nuestra cama. Ya de bebé era muy movida y con lo poco que dormía recargaba pilas para varias horas", recuerda su madre, Marta Carreras.
La capitana del Valencia Basket y jugadora de la selección fue una niña que no paraba quieta: saltaba y corría, y nunca se le acababa la energía. "De más mayor necesitaba descargar esa energía, y por eso a los seis años la apuntamos a taekwondo. Después se enamoraría del baloncesto. También practicó fútbol, patinaje o tenis", rescata Joan Casas, su padre.
Queralt Casas continúa teniendo esa electricidad en la pista, donde es omnipresente y toca casi todas las teclas, sin dosificar esfuerzos ni agarrarse a las excusas. Más que hablar, da ejemplo, está atenta al más mínimo detalle con el que pueda ayudar al equipo y acaba desquiciando a las jugadoras a quienes defiende porque es más rápida que sus sombras. En la victoria por 78-57 ante Montenegro, en el segundo partido de la primera fase del Eurobasket de Eslovenia e Israel, la escolta catalana anotó tres puntos, repartió dos asistencias y recuperó una pelota.
La escolta internacional contra Montenegro. Foto: Alberto Nevado / FEB. |
Es pacífica, aunque como todo el mundo, tiene un pasado. De pequeña se peleaba mucho con su hermano.
—La tía no paraba hasta hacerme llorar. Quería a toda costa que dijera que habíamos empatado. Nunca le ha gustado perder –comparte Guillem Casas.
—¿Me pones algún ejemplo de esa competitividad? –le pido.
—Yo soy el hermano mayor, y siempre que jugábamos a fútbol se inventaba nuevas normas y anulaba mis goles... Cuando le ganaba a la Play, se cabreaba y le decía a mi madre que yo utilizaba trucos... ¡Y dejaba de jugar! Y así cada día en y con todo. Un calvario que me ayudó mucho a ponerme las pilas.
Con la marcha de Queralt Casas al Segle XXI, a la Residencia Blume, a Esplugues de Llobregat (Barcelona), la relación entre los hermanos evolucionó: pasaron a verse poco y a disfrutar mucho del tiempo que compartían. "Queralt es un pilar para mí. He aprendido mucho con y de ella, y me inspira en cualquier ámbito, también en el laboral, en el acompañamiento a otras jugadoras profesionales para que den su mejor versión y luchen por cuanto les apasiona", cuenta Guillem Casas, agente de jugadoras y que tiene con su hermana un centro de tecnificación de baloncesto, Extra Time, en Girona.
La jugadora internacional transmite un amor propio grande, trabajado y sano. "No sé si llamarlo amor propio. Tiene la conciencia muy tranquila porque da su 100% y en verano trabaja sus puntos menos fuertes. Es una líder con las ideas claras que acepta su rol en cada momento, y no todo el mundo es capaz de hacerlo. Eso es sinónimo de madurez", la retrata su hermano.
A Cynthia Molina le hace mucha ilusión que le pregunto por su amiga. Sonríe y hace una pausa.
—¡Queralt...! Yo a Queralt me la quiero mucho: es alegre, generosa, muy divertida... Iría a cualquier sitio con ella. Siempre quiere crecer y no duda ni se bloquea, sino que se deja el alma para mejorar... Supongo que nos conoceríamos en Les Santes [la Fiesta Mayor de Mataró], que dan para mucho, y que nos presentaría Mariona Ortiz, la Merion. Son amigas íntimas –cuenta la capitana del CB Granollers.
—Su gran virtud es que se quiere y se acepta tal y como es, no envidia a nadie ni tampoco es rencorosa. Se levanta cada vez que se cae –la describe su madre.
—El deporte le ha ayudado a sentirse más segura de sí misma. Se ha sobrepuesto a todos los tropiezos, y la autoestima y el amor propio ayudan a conseguirlo –interviene su padre.
—Tiene una fortaleza mental admirable que le permite aparecer en los momentos clave, y es una virtud que no se le valora lo suficiente. Su constancia y su capacidad de volver tras lo ocurrido el curso pasado me inspiran –le agradece Vero, una gran fan suya que la descubrió siguiendo el Eurobasket de Francia de 2013 y que se hizo abonada del Valencia Basket cuando su ídolo fichó por el equipo de su ciudad.
Aquella niña con una imaginación interminable para hacer travesuras y a quien sus padres llevaron todo lo que pudieron a los parques para que jugase y se desfogase con otros niños y niñas es cada año una jugadora más completa. Por mucho que haya quien valore sus temporadas en función de su media de anotación.
La capitana del Valencia Basket de pequeña. Foto: Queralt Casas. |
Para Vero, Queralt Casas está infravalorada: "Vivimos en la cultura de las jugadas destacadas, del highlight, y ella no es la típica metepuntos. Quizás la actividad defensiva no venda tanto, y menos si no acaba con un robo o un tapón. Y ésa es su mejor faceta: seca a jugadoras realmente buenas, como ha demostrado este año en Euroliga".
"Queralt defiende muy bien y nadie en la Liga Femenina iguala su agresividad y velocidad. Siempre está activa y si no recupera un balón, cogerá un rebote o provocará un fallo... Sabe encontrar el momento para sus entradas", interviene Rosó Buch.
Volvamos con Vero, su fan, que hila muy fino. Parece una sastresa: "También se infravalora su capacidad ofensiva. Me viene a la mente su triple en el segundo y último partido de la final de la Liga Femenina, en Salamanca contra el Perfumerías Avenida. Es cierto, fue el único que metió, pero sirvió, nada más y nada menos, que para certificar una remontada histórica".
En la selección catalana Queralt Casas hizo muy buenas migas con Rosó Buch, y solían confundirles el nombre. "Estábamos siempre juntas y haciendo el tonto. En un campeonato dormimos en un hotel con mini apartamentos y, no me preguntes por qué, cogimos ollas y otros utensilios de cocina y fuimos por ahí haciendo ruido y cantando Todo, de Pignoise", recuerda, entre risas, la escolta del Gernika.
Sabía que corría tan despacio en mi burbuja de fracaso y distracción...
Que el mundo me ha dejado atrás...
Sintiendo el altibajo como mío...
Nunca escondo lo que soy...
Y me dejo llevar...
Y todo lo que quiero es una solución...
Y borrar este aliento de muerte y destrucción...
Otro día se quedaron dormidas en el sofá de la recepción. Son una dupla repleta de energía y ocurrencias. Se conocieron de pequeñas y se hicieron amigas muy rápido. "Estábamos todo el día hablando y a veces ella se quedaba en mi casa o yo en la suya. Hemos ido Les Santes, de vacaciones a Menorca e incluso jugamos juntas unos meses en el Valencia Basket", comenta Rosó Buch.
—Mi hija tiene un gran corazón y no le hará ni le deseará nada malo a nadie. Es muy fiel a sus valores y, sobre todo, muy justa. No soporta la injusticia ni la falsedad –asegura Marta Carreras.
—Siempre está dispuesta a ayudar a quien lo necesite. Es muy cercana y pasional, y vive las cosas con gran intensidad. Nunca hará algo para quedar bien contigo, sino que te hará saber cómo se siente. Es increíble cómo sabe cómo me siento en cada momento y su puntería para encontrar las palabras precisas. Es muy generosa con los suyos. Estic molt orgullós de tu, Queralt –resalta su hermano.
—Sabemos que siempre podemos contar con ella y también lo saben en sus equipos. En la pista se deja el alma y nunca pierde el respeto por sus compañeras y contrincantes –añade Marta Carreras.
—Adora a su familia, que es su prioridad, y como jugadora es puro temperamento y compromiso con sus grupos –interviene Joan Queralt.
La familia Casas Carreras: Guillem Casas, Marta Carreras, Joan Queralt y Queralt Casas. Foto: Queralt Casas. |
Hay un momento clave en el crecimiento vital de la escolta catalana: su aterrizaje, en verano de 2014, en el Galatasaray turco, al que llegó tras ganar su primera Liga, con el Rivas Ecópolis, bajo el brazo, y un inglés poco fluido. "Maduró de golpe. La experiencia en Estambul fue muy dura para ella porque acumuló muchos cambios a la vez, como el país, la cultura o el idioma, y coincidir con Núria Martínez resultó fundamental para que superase su día a día. En Francia se encontró como pez en el agua [además, aprendió francés y perfeccionó su inglés], y volver a casa y fichar por el Valencia Basket fue todo un acierto", apunta su madre.
Queralt vive a más de 400 km de su familia, que la echa mucho de menos, pero que entiende que el baloncesto es su sueño, pasión y oficio. No se llaman cada día, pero nunca se fallan cuando se necesitan. La van a ver siempre que pueden y pasan las vacaciones juntos.
Queralt con su compañero inseparable, su perrito Pam Casas. Foto: Queralt Casas. |
En Valencia se siente más en familia gracias a Pam Casas, un pomerania tranquilo y bonachón que le regala un amor infinito. "Saber que tienes ese compañero que te quiere y te necesita, y te recibe con tanta alegría y emoción hace que veas la vida de otra manera", expone su madre, que cuenta que Queralt ha conocido a una familia "fantástica" que la ha adoptado a ella y al perrito.
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