A pesar de haberla visto 11 partidos en directo, hasta la sesión de fotos nunca había oído la voz de
Elena Buenavida (
Santa Cruz de Tenerife, 2004) en una pista. Es curioso porque no es precisamente una jugadora silenciosa, más bien un libro abierto que no para quieto. Cuando le indico a sus compañeras del Segle XXI que hagan una piña y la mantengan en el centro, Elena Buenavida se asegura que ninguna quede tapada.
Desprende un liderazgo innato y es una excelente observadora de detalles que pasan desapercibidos y, en general y así lo confiesa, muy despistada para los más obvios. Cuando le pido que me apunte en la libreta su correo electrónico para enviarle la invitación de reunión en Zoom días después, lo hace en letras minúsculas. Se para en la tercera y empieza de nuevo, pero esta vez en mayúsculas. Todas las letras son tipográficas y sin florituras. El análisis grafológico indica que es una persona sencilla, clara, segura de sí misma y disciplinada. Justo cómo se muestra en una cancha.
—El lunes cumpliste los 17. ¿Cómo fue la celebración?
Fue una lástima pasar el día tan lejos de la familia y una suerte hacerlo con mis compañeras. ¡Se lo curraron un montón! Me regalaron un álbum de fotos y una manta con una imagen nuestra. Antes, el fin de semana, ganamos al Joventut Badalona y fuimos a un salting, donde no paramos de saltar en las colchonetas.
—Seguro que en el salting te lo pasaste pipa. Parece que necesites adrenalina continuamente.
¡Sí! [Se ríe]. También necesito algún momento de pausa, pero me cuesta encontrarlo...
—Desde fuera me da la sensación de que a veces te descentras demasiado protestándole al colectivo arbitral. Una vez que han pitado, no hay nada que hacer.
Voy mucho al contacto: me pegan mucho y yo también pego mucho. Tienes toda la razón.
Javi [Torralba, su entrenador] me repite que no pierda mi tiempo en eso. Es algo que tengo que mejorar ya porque no es bueno para el equipo ni para mí ni para nadie.
—¿Te afectan mucho las causas que consideras injustas?
Sí. [Sonríe]. Pero no es una excusa. Tengo que aceptar las normas y el criterio arbitral. Yo no soy árbitra.
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La escolta internacional es fuego. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. |
—Me habían asegurado que eres muy sincera y ya me has demostrado que es verdad. Jamás harás algo en lo que no creas o para quedar bien.
Soy muy directa y sincera porque me gusta que lo sean conmigo, pero a veces serlo me juega un poco en contra. Por ejemplo, no sé cómo reaccionará ni se sentirá alguien con quien no tenga confianza.
—"Si Elena tiene que decirme algo o ponerme en mi sitio, lo hará, y sin perderme el respeto", asegura Javi Torralba.
¡Claro! Con mi entorno no hay problema. Saben que no tengo malas intenciones, pero los árbitros y árbitras se pueden tomar mal lo que les diga.
—En la pista eres fuego, un fuego que contagia optimismo y energía a su equipo, pero diría que a veces te falta un poco más de pausa sin dejar de ser tú.
Exacto. No me vendría nada mal más serenidad y calma en momentos clave.
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Elena Buenavida, presente y mucho futuro. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. |
—Desprendes un liderazgo innato y se nota que tus compañeras confían en ti. Aunque la primera que confía en ti eres tú.
Ya sabes que vengo de lesiones. No es mi mejor temporada. Últimamente quería ceñirme a ser una ayuda e ir sumando poco a poco. Quería hacerlo todo súper bien, arreglar cualquier problema del equipo como si fuese una superheroína. [Me río]. Javi, mi familia y otras personas que me quieren me han hecho ver que si físicamente estoy al 70% no puedo dar el 100%.
—Te afecta no poder ser tú.
Mucho. Me hundía mentalmente y salía cabizbaja de los partidos porque sentía que no estaba ayudando al equipo. He asumido que, de momento, no puedo ser la Elena Buenavida que llegó en verano en un gran estado de forma, pero confío más en mí, sé que tengo que sumar en lo que pueda. Me voy a acercando más a la Elena Buenavida que quiero llegar a ser.
—"Es una suerte jugar con Elena Buenavida porque siempre te ayuda a salir de cualquier apuro, prioriza al equipo y da su 100% por nosotras. Es una amiga sin filtros: te dice lo que piensa y sabes que jamás hablará de ti por la espalda", te retrata Marina Asensio.
Somos tan parecidas que a veces chocamos en muchas cosas. Tenemos una conexión infinita dentro y fuera de la pista. Me encanta jugar con Marina Asensio. Sé detectar cuándo no le están saliendo bien las cosas y cómo animarla y sacar lo mejor de ella en ese momento. Para mí ella es un apoyo brutal.
—"Elena es una persona con carácter, para lo bueno y para lo malo", añade Inés Noguero.
[Risas]. Tengo un carácter muy, muy fuerte. Me gustaría dejar de ser tan cabezota. En momentos de fuego, intensos, sé que tienes razón pero me cuesta un montón dártela. Javi a veces se enfada conmigo: "¡Pero serás cabezota, Ele!".
—Eres competitiva hasta para querer tener razón cuando sabes que no la tienes.
¡Mucho! ¡Hasta niveles extremos!
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"Me ha cogido el brazo...". Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. |
Si quiero dedicarme profesionalmente al baloncesto, no puedo centrarme sólo en mis fuertes, en las penetraciones o el contacto. En los entrenamientos meto triples, pero en los partidos hago más lo que mejor se me da para llevar al equipo a la victoria. Puedo tener un tiro liberado e ir hacia el aro. Sinceramente, no confío mucho en mi tiro. Nunca he sido tiradora y en el CB Luther King, en Tenerife, me repetían que lanzase, pero apenas lo he hecho. Ahora estoy tirando más triples. El año pasado en el júnior no lancé ni uno.
—Y tiraste dos en el primer equipo.
¡Imagínate! En los entrenamientos individuales y colectivos lanzo muchos. Necesito trasladar esa confianza a los partidos.
—Ponte vídeos de Patricia Cabrera, capitana del Uni Ferrol. Quizás te inspire su seguridad. Es canaria como yo.
—Por eso te lo he dicho, y porque es una gran tiradora que conserva el récord de triples en un partido en Liga Femenina Endesa. Quién sabe si la superarás algún día.
¿Cuántos metió?
¡Sí! Salí de ahí y no comí en dos días. ¡Te lo prometo! [Risas]. ¡Lo pasé fatal! Me avergüenzo de lo mal que lo hice. [Se ríe].
—Hablaste bien, pero estabas temblando.
No sé por qué estaba tan nerviosa. Desde el escenario vi caras conocidas, referentes que admiro y a que quiero parecerme... Estaba súper feliz y contenta y, a la vez, me quería ir. Cuando cogí el micrófono sólo pensaba en soltarlo. No me gustó nada mi actuación... [Risas].
—La próxima vez te sentirás más cómoda.
[Se ríe]. ¡Eso espero!
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La entrevistada en su discurso como Premio Gigantes Júnior Mayor progresión. A su lado, Rubén Domínguez, del Estudiantes. Foto: Youtube. |
—¿Quiénes son tus referentes?
Me fijo en muchas jugadoras. La visión de juego de
Laia Palau es extraordinaria: me flipa cómo juega y pasa. No le importan sus números. Sólo se centra en que su equipo gane. De
Maite Cazorla me quedo con su capacidad de anotar y su control de balón y de ritmo. ¡Tiene una mano! ¡Vaya triple metió el otro día! ¡Y es canaria! De
Tiffany Hayes me fascina su garra, lucha y agresividad. ¡Todo! Me encantaría transmitir a quien me vea jugar la intensidad de las tres.
—En la final de la Copa de la Reina del año pasado Tiffany Hayes pasó de salir de la pista en camilla y con collarín a jugar todavía mejor y coronarse como MVP. ¡Hayes es un animal!
Me echaron la bronca. No me arrepiento, pero debería haber actuado con más cabeza. No era una final y sí el tobillo que me he lesionado tres veces. Me vi llevándonos la victoria. ¿Cómo me iba a lesionar y no ayudar al equipo? Al final se nos fueron... Es mi forma de ver y vivir el baloncesto. Me dejo el alma.
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Javi Torralba y Marta Morales llevaban en hombros a Elena Buenavida, que se retuerce de dolor. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. |
—¿Qué consejos te da Sílvia Font?
Me entiende mucho. Siempre es un gran apoyo en el Segle XXI, sobre todo cuando te lesionas. Vivo muy mal las lesiones. Sílvia Font sabe qué decirte en cada momento para que entiendas las cosas y veas qué es lo mejor para el equipo, para ti...
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Sílvia Font y Elena Buenavida en el partido ante el Bàsquet Maresme Boet Mataró 3 Viles. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. |
—¿Te costó adaptarte a la Blume?
Muy poco. Me hago rápido a los sitios y a las personas. Conecto con facilidad con la gente. Estuve tan a gusto desde el principio que mis padres se enfadaron un montón conmigo porque me pasé un mes y medio sin llamarles. Sólo nos comunicábamos por WhatsApp.
—¿Y ahora?
¡Necesito llamarles cada media hora! Entré en el Segle XXI con 13 años y tengo 17. Ya puedo hablar de cualquier cosa con mi madre. Sé que ella y mi padre me ayudarán en todo, y quiero ser un apoyo constante para mi hermana Marta. Los seis meses que pasamos juntos durante el confinamiento nos unieron mucho. Desde entonces, sólo nos hemos visto en Navidades y los echo mogollón de menos. Si en año y medio me voy a estudiar y a jugar a Estados Unidos... No coincidiremos ni en horarios. Pero si se da el caso, lo superaremos seguro.
—¿Tu hermana Marta juega también al baloncesto?
Lo hizo hasta el año pasado. No quiso seguir.
—¿Qué te han enseñado tu padre, Tomás Buenavida, y tu madre, Teresa Estévez?
¡Todo! Mi madre es un ejemplo de superación y de no rendirse nunca, me guía y me ayuda a ser más empática. Creo que me hace ser mejor persona. Y mi padre, igual. Son inmensos.
—"Siempre que le he puesto un techo Elena Buenavida ha decidido reventarlo", asegura Javi Torralba.
Javi es muy partícipe de que rompa esos techos. Siempre me ha dicho, y con toda la razón del mundo, que yo era una jugadora muy física, y a medida que he ido creciendo he añadido detalles a mi juego. Para poder llegar a ser profesional necesitas aprovechar las herramientas que vas recibiendo y que te definirán en la pista.
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Incansable. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. |
—Diría que Javi Torralba sabe provocar un clic interno en sus jugadoras.
Javi es un crack y un sabio sincero. Todo lo que te dice y hace es por tu bien. ¡Es el director de un programa de formación y mejora! Es muy impulsivo y directo. En frío, después de un partido o de un entrenamiento, Javi Torralba te explica las cosas con calma, te escribe y te manda vídeos para que te fijes o te reflejes en otras jugadoras. Se deja la piel para que entendamos su mensaje. Confío totalmente en Javi.
—Acabarás tu formación en el Segle XXI siendo menos cabezota.
Eso espero, pero no prometo nada. [Risas].
—"En la pista es muy competitiva y no se conforma. Eso es bueno, pero a veces le crea frustraciones que no son reales. Fuera es parecida, tiene carácter. Intenta siempre que haya buen rollo en su entorno, pero si tiene que decir algo, lo hará", sigue, entre risas, Inés Noguero.
Creo que me conocen más ellas que yo misma. Si en un entrenamiento fallo los primeros tiros, parece que sea el peor de la semana. Lo cargo en la mochila y le doy mil vueltas sobre por qué no la meto. Soy mega exigente conmigo misma y eso me acaba restando.
—¿Te pasa en los partidos también?
Sí. Aunque creo que lo he mejorado bastante, sobre todo desde un partido en el que no me gustó nada mi actitud. Me prometí que no podría repetirse. ¡Nadie puede meter todos sus tiros! Sólo se aprende a través del error.
—"Dicen que las mejores amistades comienzan con un 'me caes mal', y así lo hicimos nosotras", confiesa Marina Asensio.
El primer año en la Blume nos tocó juntas en la habitación y todavía no sé por qué no encajábamos. Marina llegó a decirme que quería cambiarse de habitación... Ya habíamos coincidido en la selección española y no nos decíamos ni mu.
—¿Os afectaba en la pista?
Nunca. Con el tiempo llegamos a conectar tanto que... ¡Ahora es mi mejor amiga! Sabemos qué piensa la otra y nos reímos por cualquier bobería.
—Se mantienen los piques.
¡Por supuesto! Y en media hora ya estamos bien. No tenemos filtros y todo lo que nos decimos es para ayudarnos.
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Elena Buenavida protege el balón ante Laia Anducas. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. |
—Para bien y para mal, las relaciones en el Segle XXI son extremas.
Tal cual. Tienes claro que tus problemas de fuera no llegar a la pista y tampoco al revés, y que necesitas solucionar los conflictos rápido.
—El Europeo de Skopje sub 16 de 2019 fue tu primer torneo internacional.
Lo recuerdo como intenso y duro. Me quedo, claro, con
el bronce que ganamos ante Francia, contra la que nos habíamos jugado tres veces en la preparación. Nos repusimos de la derrota ante una Rusia que no era superior. ¡Qué rabia! Ojalá nos volvamos a ver las caras en un futuro.
En el campeonato de clubs infantil le sacaba 20 cuerpos a todo el mundo y no me paraba nadie. Sabía que mis números eran irreales y que, tarde o temprano, se acabarían. En el Luther confiaron en mí, me enseñaron a botar e hicieron tan bien las cosas conmigo que tras mi primer campeonato de España tuve muchas ofertas de otros clubes. Siempre les estaré muy agradecida. El Luther es mi casa.
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