Valdemoro, eufórica, celebra el triunfo ante la selección francesa. |
Se suceden los torneos, europeos, mundiales y Juegos Olímpicos, pero la premisa continúa inalterable, casi científica: en la sonrisa de Amaya Valdemoro se sigue sosteniendo el futuro de España, independientemente de quien sea el seleccionador. Unos focos que se había repartido en este campeonato con Sancho Lyttle, hasta que una acción fortuita obligó a ésta, dolorida, a irse al banquillo. Valdemoro aceptó el reto sin miedo, armó la muñeca y prosiguió con su sonrisa para liderar a España a remontar 13 puntos en el último cuarto y forzar la prórroga con una penetración prodigiosa a siete décimas del final, después de que Francia hubiese fallado cuatro de sus últimos seis tiros libres. En los siguientes cinco minutos Valdemoro ya no anotó, se quedó en esos 28 puntos que la colocan como máxima anotadora del torneo con 139. No importó, pues Nuria Martínez desde la dirección y la defensa y Alba Torrens, Cindy Lima y Ana Montañana con los puntos hicieron posible un hecho histórico, que España alcanzase por primera vez las semifinales de un Mundial en la República Checa tras vencer por 71-74 al conjunto francés. Supuso un ejercicio excelso de fe, pero de desacierto mayúsculo, pues España sólo anotó el 29’9% de los tiros de campo y no mostró su mejor versión. La remontada de la selección resultó sorprendente, pero menos que la eliminación de Rusia y Australia, vencidas por Bielorrusia y República Checa. Los otros dos combinados que rivalizarán (18:30 horas) por una plaza en la final de este domingo, donde intentará estar España, que se batirá a Estados Unidos (este sábado, 20:45 horas, Marca TV), ganador por 62 puntos de diferencia, la mayor del torneo, ante Corea del Sur. Lyttle, con un tirón en la espalda, será duda.
“En el último cuarto hemos empezado a creer, a hacer lo que sabemos hacer: defender duro y a correr”, analizó Valdemoro, “algunas veces nos hemos vuelto un poco locas pero al final hemos tenido suerte y nos hemos llevado la victoria”. Ése es un buen resumen de la jugadora que más tiros intentó (2/11 en lanzamientos de dos y 6/13 en triples) y de quien sostuvo en los peores momentos a una España irregular. Valdemoro contagió de esperanza a sus compañeras con acierto y actitud. Al final del tercer cuarto anotó dos triples –media carcajada de euforia– y lo primero que hizo en el último fue probar un tercero, taponado por Emmeline Ndongue, quien se encargó de poner los 13 puntos de ventaja (56-43 a 7m 51s) y espectadora de lujo en el triple que sirvió de respuesta y fue de Valdemoro. Nuria Martínez forzó una antideportiva de Céline Dumerc (siete asistencias), fundamental hasta entonces, y que a 58’8 segundos puso a su equipo 64-58. Le siguió otro triple de Valdemoro, la 13 de Esapaña, autora de los últimos puntos de su equipo para alcanzar la prórroga.
Excedente de nervios
Ambas selecciones salieron agarrotadas, con demasiadas prisas por jugar sin detenerse en el cómo, ni tan siquiera en el porqué. Así, intercambiaban tiros sin criterio ni selección, esperando que alguno entrase por insistencia más que por criterio y puntería. Incluso Lyttle, tan centrada y soberbia durante todo el torneo, estaba perdida en ese juego sin sentido y excedente de nervios. La pívot del Perfumerías Avenida sólo anotó tres puntos en los dos primeros cuartos y fue quien mejor reflejó cuanto acontecía en la pista con una caída de espaldas, tras haberse desequilibrado sola, cuando se disponía. España estaba agobiada consigo misma más que con la buena dirección de Francia y su habilidad para encadenar contraataques sencillos de Endéné Miyem, Jennifer Digbeu y Ndongue y la dirección de Dumerc.
Funcionaba el combinado como si llevase el nombre de Valdemoro, como un grupo personalizado y reducido a la mejor jugadora española de siempre. Valdemoro respondió con actitud y puntos, diez en el primer cuarto, en el que España llegó a dominar 6-11 y perdió sólo por 16-14 gracias a un triple en el último suspiro de la protagonista. Una diferencia mejor a lo que había sucedido, pues el juego de la selección era previsible y directo ante una selección francesa coral, con más discurso, pero poco más acierto.
A la que anotar por fin Dumerc anotó su primera canasta Francia se creció para coger una ventaja de seis puntos (24-18 a los 15m 38s). Molesto, Hernández utilizó el tiempo muerto para pedir a sus jugadoras que, por favor, defendiesen mejor, dejasen de estar paradas, aparcasen sus miedos y tuviesen más dinamismo en ataque. Mensajes sin rotulador ni pizarra, directos a la cabeza y no al corazón. Mejoró en defensa España, con Nueria Martínez por fin en pista, pero siguió encorsetada en ataque para cerrar el marcador al descanso por 26-22, un tanteo más propio de un primer período.
Si España tomaba decisiones tan equivocadas como hasta entonces, podía perder comba en cualquier momento, como le ocurrió en el tercer cuarto, pese al resurgimiento de Lyttle y Montañana. La dinámica era clara: Marta Fernández, que sólo anotó un dos más uno, robaba tras rebote ofensivo y Anaël Lardy, al límite de la posesión, anotaba tras dar en el tablero. La suerte, en este caso, se aliaba con quien jugaba mejor, Francia, impulsada por sus bases y letal con sus pívots, sobre todo con Marielle Amant y Miyem para alcanzar los 13 puntos (45-32 a los 26m 47s). Los mismos que tenía de ventaja en el último cuarto, hasta que Valdemoro resurgió con un triple, Nuria y Lima cargaron de personales a Dumerc y la propia Valdemoro protagonizó una penetración imborrable para la historia de la selección femenina forzando la prórroga, donde España superó su límite en un Mundial. Por fin ha alcanzado las semifinales y podrá luchar por las medallas. Para empezar le toca el peor rival posible, Estados Unidos, que no hará ningún tipo de concesión y contra quien no habría que olvidar que pese a la excelente remontada no se jugó nada bien durante varias fases del partido.
Francia (16+10+26+13+6) 71: Miyem (11), Beikes (4), Dumerc (10), Ndongue (14), Jannault –quinteto inicial–, Lardy (4), Lepron (5), Amant (12), Digbeu (11), y Godin. España (14+8+21+22+9) 74: Lyttle (11), Palau (5), Montañana (14), Valdemoro (28), Torrens (6) –quinteto inicial–, Fernández (3), Lima (5), Aguilar, Martínez (2) y Cruz.
“En el último cuarto hemos empezado a creer, a hacer lo que sabemos hacer: defender duro y a correr”, analizó Valdemoro, “algunas veces nos hemos vuelto un poco locas pero al final hemos tenido suerte y nos hemos llevado la victoria”. Ése es un buen resumen de la jugadora que más tiros intentó (2/11 en lanzamientos de dos y 6/13 en triples) y de quien sostuvo en los peores momentos a una España irregular. Valdemoro contagió de esperanza a sus compañeras con acierto y actitud. Al final del tercer cuarto anotó dos triples –media carcajada de euforia– y lo primero que hizo en el último fue probar un tercero, taponado por Emmeline Ndongue, quien se encargó de poner los 13 puntos de ventaja (56-43 a 7m 51s) y espectadora de lujo en el triple que sirvió de respuesta y fue de Valdemoro. Nuria Martínez forzó una antideportiva de Céline Dumerc (siete asistencias), fundamental hasta entonces, y que a 58’8 segundos puso a su equipo 64-58. Le siguió otro triple de Valdemoro, la 13 de Esapaña, autora de los últimos puntos de su equipo para alcanzar la prórroga.
Excedente de nervios
Ambas selecciones salieron agarrotadas, con demasiadas prisas por jugar sin detenerse en el cómo, ni tan siquiera en el porqué. Así, intercambiaban tiros sin criterio ni selección, esperando que alguno entrase por insistencia más que por criterio y puntería. Incluso Lyttle, tan centrada y soberbia durante todo el torneo, estaba perdida en ese juego sin sentido y excedente de nervios. La pívot del Perfumerías Avenida sólo anotó tres puntos en los dos primeros cuartos y fue quien mejor reflejó cuanto acontecía en la pista con una caída de espaldas, tras haberse desequilibrado sola, cuando se disponía. España estaba agobiada consigo misma más que con la buena dirección de Francia y su habilidad para encadenar contraataques sencillos de Endéné Miyem, Jennifer Digbeu y Ndongue y la dirección de Dumerc.
Funcionaba el combinado como si llevase el nombre de Valdemoro, como un grupo personalizado y reducido a la mejor jugadora española de siempre. Valdemoro respondió con actitud y puntos, diez en el primer cuarto, en el que España llegó a dominar 6-11 y perdió sólo por 16-14 gracias a un triple en el último suspiro de la protagonista. Una diferencia mejor a lo que había sucedido, pues el juego de la selección era previsible y directo ante una selección francesa coral, con más discurso, pero poco más acierto.
A la que anotar por fin Dumerc anotó su primera canasta Francia se creció para coger una ventaja de seis puntos (24-18 a los 15m 38s). Molesto, Hernández utilizó el tiempo muerto para pedir a sus jugadoras que, por favor, defendiesen mejor, dejasen de estar paradas, aparcasen sus miedos y tuviesen más dinamismo en ataque. Mensajes sin rotulador ni pizarra, directos a la cabeza y no al corazón. Mejoró en defensa España, con Nueria Martínez por fin en pista, pero siguió encorsetada en ataque para cerrar el marcador al descanso por 26-22, un tanteo más propio de un primer período.
Si España tomaba decisiones tan equivocadas como hasta entonces, podía perder comba en cualquier momento, como le ocurrió en el tercer cuarto, pese al resurgimiento de Lyttle y Montañana. La dinámica era clara: Marta Fernández, que sólo anotó un dos más uno, robaba tras rebote ofensivo y Anaël Lardy, al límite de la posesión, anotaba tras dar en el tablero. La suerte, en este caso, se aliaba con quien jugaba mejor, Francia, impulsada por sus bases y letal con sus pívots, sobre todo con Marielle Amant y Miyem para alcanzar los 13 puntos (45-32 a los 26m 47s). Los mismos que tenía de ventaja en el último cuarto, hasta que Valdemoro resurgió con un triple, Nuria y Lima cargaron de personales a Dumerc y la propia Valdemoro protagonizó una penetración imborrable para la historia de la selección femenina forzando la prórroga, donde España superó su límite en un Mundial. Por fin ha alcanzado las semifinales y podrá luchar por las medallas. Para empezar le toca el peor rival posible, Estados Unidos, que no hará ningún tipo de concesión y contra quien no habría que olvidar que pese a la excelente remontada no se jugó nada bien durante varias fases del partido.
Francia (16+10+26+13+6) 71: Miyem (11), Beikes (4), Dumerc (10), Ndongue (14), Jannault –quinteto inicial–, Lardy (4), Lepron (5), Amant (12), Digbeu (11), y Godin. España (14+8+21+22+9) 74: Lyttle (11), Palau (5), Montañana (14), Valdemoro (28), Torrens (6) –quinteto inicial–, Fernández (3), Lima (5), Aguilar, Martínez (2) y Cruz.
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