Clijsters celebra un punto durante el partido -EFE. |
Tiene claro que su prioridad en la vida es la familia y que la raqueta tan sólo es un instrumento de trabajo, la excusa para aportar a sus seres más queridos cuanto necesiten. Por eso Kim Clijsters (Bilzen, Bélgica, 1983) dijo hace unos días que ésta será su última temporada “completa” en el circuito y que a partir de la siguiente escogerá los torneos en los que participar. La advertencia de la belga, eterna aussie (australiana) para el público de Melbourne, que la apadrinó como suya cuando empezó su relación, finalmente rota, con el héroe local Lleyton Hewitt. La devoción por Clijsters permanece intacta para la grada del Abierto de Australia, encantada y tan emocionada por ver en directo cómo su protegida gana por 3-6, 6-3 y 6-3 ante Ni La el cuarto Grand Slam de su carrera, el primer Abierto de Australia y también el único fuera de Flushing Meadows, del Abierto de Estados Unidos (2005, 2009 y 2010). Un triunfo mayúsculo con el que la belga asciende al segundo puesto del ranking de la WTA. Es la segunda madre en ganar en Melbourne tras la victoria de Evonne Goolagong en 1977.
Clijsters es el gran atractivo de un tenis femenino que ha ido coleccionando en este tiempo números uno sin títulos de Grand Slam: Dinara Safina, Jelena Jankovic… o la actual, Caroline Wozniacki. Con la excepción del trono de Serena William (12 grandes), la retirada de Justine Henin en 2008 privó al cirucito de una reina sólida. La belga, que reapareció en enero de 2010, ha anunciado que lo deja definitivamente por una lesión en su codo derecho. Su retorno no ha tenido la repercusión que el de Clijsters, que desde que convocó una rueda de prensa para adelantar su regreso (eso fue el 26 de marzo de 2009, casi dos meses después de la muerte de su padre, Lei). En septiembre de ese año ya festejaba su segundo Gran Slam en Flushing Meadows ante una Wozniacki sin respuesta.
Killing Kim
A Clijsters le llaman Killing Kim y Kim Kong, apodos que quedan justificados con sus logros, excelentes en los torneos más importantes desde su regreso: la belga ha ganado tres de los cinco Grand Slams en los que ha participado, los dos últimos (Abierto de Estados Unidos y de Australia) de manera consecutiva, con la que ascenderá al segundo puesto. ¿Podrá recuperar el número uno?
El primer paso para conseguirlo fue ganar en Australia, donde en la final Clijsters contó con 17 oportunidades (de las que aprovechó la mitad) para romper el servicio de su rival, que le había ganado en la final del torneo de Sydney y había ganado sus once partidos del año. La belga no pudo reprimir las lágrimas: se acordaba de la final perdida allí en 2004 ante Henin y su discurso sonaba a despedida: “Habéis sido encantadores, algo emocionante. Habéis sido decisivos y vuestra emoción ha sido de lo más importante para que haya seguido concentrada hasta el final y ganar este título... han sido tantos años seguidos viniendo a Australia”.
Pierde el primer set
Como un ciclón compareció Clijsters, capaz de llevarse los ocho primeros puntos y romper el servicio de La Ni, que reaccionó subiendo a la red y sin complejos, tanto como para procurarse la primera manga. Un paso definitivo en las 17 finales femeninas de Grand Slam, en las que la campeona se impuso en dos sets. Una racha que rompió Clijsters, que comenzó con un break con un break y también ganó los dos primeros juegos restando en el set definitivo. Lo hizo desconcentrando a su contrincante con un par de errores clamorosos.
Puede que le próximo entrenador de Clijsters sea su marido, Brian Lynch, cantante, pero que se ha ofrecido a ocuparse de sus entrenamientos. Pero ella ve muy próxima su segunda maternidad –“y entonces ya no habrá más tenis”–. Hasta entonces disfrutaremos de su tenis.
Clijsters es el gran atractivo de un tenis femenino que ha ido coleccionando en este tiempo números uno sin títulos de Grand Slam: Dinara Safina, Jelena Jankovic… o la actual, Caroline Wozniacki. Con la excepción del trono de Serena William (12 grandes), la retirada de Justine Henin en 2008 privó al cirucito de una reina sólida. La belga, que reapareció en enero de 2010, ha anunciado que lo deja definitivamente por una lesión en su codo derecho. Su retorno no ha tenido la repercusión que el de Clijsters, que desde que convocó una rueda de prensa para adelantar su regreso (eso fue el 26 de marzo de 2009, casi dos meses después de la muerte de su padre, Lei). En septiembre de ese año ya festejaba su segundo Gran Slam en Flushing Meadows ante una Wozniacki sin respuesta.
Killing Kim
A Clijsters le llaman Killing Kim y Kim Kong, apodos que quedan justificados con sus logros, excelentes en los torneos más importantes desde su regreso: la belga ha ganado tres de los cinco Grand Slams en los que ha participado, los dos últimos (Abierto de Estados Unidos y de Australia) de manera consecutiva, con la que ascenderá al segundo puesto. ¿Podrá recuperar el número uno?
El primer paso para conseguirlo fue ganar en Australia, donde en la final Clijsters contó con 17 oportunidades (de las que aprovechó la mitad) para romper el servicio de su rival, que le había ganado en la final del torneo de Sydney y había ganado sus once partidos del año. La belga no pudo reprimir las lágrimas: se acordaba de la final perdida allí en 2004 ante Henin y su discurso sonaba a despedida: “Habéis sido encantadores, algo emocionante. Habéis sido decisivos y vuestra emoción ha sido de lo más importante para que haya seguido concentrada hasta el final y ganar este título... han sido tantos años seguidos viniendo a Australia”.
Pierde el primer set
Como un ciclón compareció Clijsters, capaz de llevarse los ocho primeros puntos y romper el servicio de La Ni, que reaccionó subiendo a la red y sin complejos, tanto como para procurarse la primera manga. Un paso definitivo en las 17 finales femeninas de Grand Slam, en las que la campeona se impuso en dos sets. Una racha que rompió Clijsters, que comenzó con un break con un break y también ganó los dos primeros juegos restando en el set definitivo. Lo hizo desconcentrando a su contrincante con un par de errores clamorosos.
Puede que le próximo entrenador de Clijsters sea su marido, Brian Lynch, cantante, pero que se ha ofrecido a ocuparse de sus entrenamientos. Pero ella ve muy próxima su segunda maternidad –“y entonces ya no habrá más tenis”–. Hasta entonces disfrutaremos de su tenis.
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