No hay nada imposible
para un grupo tan generoso como Olympiacos, capaz hace un año de
remontarle 19 puntos al CSKA en 12 minutos y el curso después de
recuperar 17 ante el Madrid y llevar el partido a un marcador amplio,
justo lo que, en teoría, convenía a los blancos. El grupo de
Bartzokas supo reponerse a un inicio fulgurante de su rival (10-27 a
los 9m 23s) y de Sergio Llull, Rudy Fernández y Begic en particular, y se llegó a poner a dos puntos (39-41 a 20m 28s) sin
ningún tanto de su estrella, Vassilis Spanoulis (Larissa, Grecia, 1982), negado hasta entonces (0/5). El Olympiacos se sostenía sin su
pilar gracias a un espíritu colectivo encomiable -el que transmitió
al grupo Ivkovic y ha sabido mantener Bartkovas-, a una defensa mejorada, a los triples de Antic, Perperoglou
y Law, y a la voluntad de Hines y Sloukas. Pero aguardaban la guinda,
que no era otra que Spanoulis. V-Span se transformó en la segunda
parte, donde se mereció su tercer MVP en una Final Four –con lo
que iguala a Kukoc– por su maestría y contundencia: metió 22
puntos con tres triples consecutivos con los colocó a su equipo por
primera vez por delante (48-45 a los 22m 10s). Rudy (21) y Sergio
Rodríguez (17), los mejores del conjunto de Pablo Laso, pudieron
salvar la situación hasta bien entrado el último cuarto, pero el
partido se le hizo muy largo al Madrid, derrotado por 100-88, privado
de un Carroll competitivo de un Reyes bien defendido y errático con
los tiros libres (2/6) y sentenciado con otro triple de un Spanoulis
brillante que logró su tercera Euroliga. Tantas como su equipo, que
encadena dos consecutivos. Algo que no lograba ningún equipo desde
el Maccabi Tel Aviv de Jasikevicius, campeón en 2004 y 2005.
“Estos partidos nos
tienen que hacer crecer y aprender de estas situaciones. Somos un
equipo joven, unos novatos en este tipo de finales”,
reflexionó Rudy, eliminado a medio segundo del final por darle un
pequeño zarpazo a Spanoulis, capitán de Olympiacos y el primero en
levantar bien alto un trofeo sudado por su equipo. El mismo jugador
que, viendo las caras de sus rivales desde el podio, se bajó y fue a
saludarlos uno a uno. Un gesto generoso.
El reparto de puntos
El Madrid era un equipo
deshecho que se había quedado boquiabierto ante los recursos de un
rival inferior en su fondo de armario que le había ganado en un
partido ofensivo en su vuelta a una final de la máxima competición continental 18 años después, cuando se llamaba Copa de Europa y ganó la octava. Hubiese levantado la novena si hubiera mantenido la excelencia del primer cuarto, cuando anotó
cinco triples en siete intentos y solo falló dos canastas de dos. A los cinco minutos todos los miembros del quinteto
inicial del Madrid habían anotado. Y eso, mayor contribución entre más
jugadores, es lo que echó en falta durante todo el partido, pues
solo Rudy, Llull y Sergio Rodríguez superaron los ocho puntos,
mientras que en el Olympiacos hasta seis jugadores alcanzaron o
superaron los diez.
El primer triple tras
seis intentos de los griegos –obra de Antic– cambió la dinámica
del partido: el Olympiacos recuperó su garra habitual y el Madrid se
encogió como Rudy y solo Sergio Rodríguez impidió que estuviese
por delante en el marcador al descanso (37-41). La segunda parte
sería un recital de Spanoulis y compañía, letales especialmente en
el último período, cuando golpearon a un rival herido con 39
puntos, por más que Sergio Rodríguez tratase de igualar al
Olympiacos en épica.
OLYMPIACOS 100
(10+27+24+39): Law (20), Spanoulis (22), Powel (2), Printezis
(5), Papanikolau (5) —quinteto inicial—, Hines (12), Antic (10),
Perperoglou (10), Shermadini (3), Sloukas (11) y Katsivelis (0).
MADRID 88 (27+14+20+27): Llull (14), Rudy Fernández (21),
Carlos Suárez (5), Mirotic (7), Begic (6) —quinteto inicial—,
Draper (0), Reyes (4), S. Rodríguez (17), Carroll (5) y Slaughter
(9). Árbitros: Cerebuch (ITA), Belosevic (SER) y Ryzhyk (UCR).
Rudy y Slaughter, eliminados en el minuto 39. 15.169 personas en el
02 de Londres. El CSKA gana 74-73 al Barça por el tercer puesto.
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