Aficionados y simpatizantes nos acompañan por
un viaje por la historia del club de Vigo desde los años 50 hasta el día de la
presentación del nuevo equipo de Luis Enrique
La conversación dura algo más de un cuarto de
hora, pero sería de aquellas que se prolongan varias horas de mutuo
acuerdo. Antonio, socio del Celta “de
toda la vida, desde los ocho o diez años”, es una enciclopedia humana. “Lo recuerdo como una catástrofe. Fue un
desastre”, resuelve cuando le pregunto por Joaquín Fernández Santomé,
‘Quinocho’, que da nombre al Memorial Quinocho, cuya 18ª edición se está celebrando en el
Estadio de Balaídos. El Southampton de Mauricio
Pochettino es el
rival y el resultado, 0-0 al descanso. Este año el torneo sirve como presentación del equipo, dirigido ahora por Luis Enrique. Quinocho era el gerente del club cuando dos encapuchados entraron en la sede del Celta la tarde del 20 de octubre de 1988 para robar poco más de 600 euros destinados para los gastos del viaje a San Sebastián para jugar contra la Real Sociedad y lo asesinaron por resistirse: “Lo seguí durante toda su carrera y, claro, también cuando estuvo en Vigo. Es de mi época. Era un buen defensa como Villar y Otero”. Desde entonces, el fútbol ha cambiado mucho, es “más técnico y la prueba la tenemos en los resultados. Se repite mucho el 1-0, cuando antes era muy raro que se diese”.
rival y el resultado, 0-0 al descanso. Este año el torneo sirve como presentación del equipo, dirigido ahora por Luis Enrique. Quinocho era el gerente del club cuando dos encapuchados entraron en la sede del Celta la tarde del 20 de octubre de 1988 para robar poco más de 600 euros destinados para los gastos del viaje a San Sebastián para jugar contra la Real Sociedad y lo asesinaron por resistirse: “Lo seguí durante toda su carrera y, claro, también cuando estuvo en Vigo. Es de mi época. Era un buen defensa como Villar y Otero”. Desde entonces, el fútbol ha cambiado mucho, es “más técnico y la prueba la tenemos en los resultados. Se repite mucho el 1-0, cuando antes era muy raro que se diese”.
Le pido a Antonio que me diga los jugadores del Celta que más le han llenado y no se lo piensa demasiado. Escoge a Mostovoi, “sin
olvidar” a Karpin y Gustavo López, jugadores que “protagonizaron una buena época” y cita el 7-0 al Benfica como
ejemplo. Aunque recuerda otra goleada superior, un 8-1 al Atlético de Madrid de
“hace muchísimos años, más de 50”. Casi
90 –los cumple este mes– tiene el Celta: “Nació de la
fusión entre el Real Fortuna y el Vigo Sporting, y Balaídos se inauguró a
finales de 1928”.
– Aquí jugó Italia en la fase de grupo del
Mundial de España de 1982. ¿Viniste a ver algún partido?
– No jugó.
– ¿Cómo?
– No jugó porque empató los tres partidos con
un juego muy malo, pero acabó ganando un Mundial que viví en directo y en la
televisión. Vi todos los partidos. El más memorable fue la semifinal
entre Alemania [Federal] y la Francia de Platini, que iba ganando 3-1. Los
alemanes empataron a 3 y vencieron en la tanda de penaltis. El portero alemán
[Schumacher] mandó al hospital a Battiston. Salió en camilla y… ¡El árbitro no
pitó ni falta!
– Que ahora haya cámaras en todos los sitios
del campo ha ayudado a que el fútbol sea menos violento.
– Antes el fútbol era, cómo te lo diría, más
varonil. Ahora apenas se tocan y ya están en el suelo.
El
recuerdo de Catanha
También recuerda otros horarios, los del domingo a las cinco de la tarde. Sin televisión y sin luces: “Nos conformábamos con las críticas de los periódicos cuando el Celta
jugaba fuera de casa. Ahora lo ves en directo y puedes estar de acuerdo o no
con los cronistas. Te formas tu propia opinión”. Y Antonio la tiene con
algunos de los pufos más grandes del Celta, como Catanha, que “solo hizo un buen año. Ahora los jugadores
son mercenarios y bailan al son del mejor postor. Me acuerdo de Pepe Villar,
que jugó toda su carrera aquí. Lo quiso el Madrid y no se fue”.
Cuando me despido de Antonio hace unos
minutos que ha empezado la segunda parte del partido y antes el Celta se había presentado a su afición a ritmo de la banda sonora del Equipo A y con clásicos como Borja Oubiña, “o noso capitán”, y nuevos refuerzos como Rafa Alcántara y Charles
Dias, “o noso novo killer”. El
speaker no arriesga demasiado: primero nombra el nombre del jugador y hace una
pausa para que el público coree el apellido. Uno de los más aclamados es el
26, el portero Rubén Blanco, fundamental para la milagrosa permanencia del
curso pasado. “Éste es un crack. Es el
futuro portero de la selección española”, pronostica Pablo, equipado con una
camiseta celeste de Gustavo López.
Pablo se fija en la disposición táctica del
nuevo Celta de Luis Enrique, que como el capitán –Oubiña– y el presidente,
Carlos Mouriño se han dirigido a la grada micrófono en mano. “No tuvieron ni cinco minutos de calentamiento. Van a salir fríos”,
advierte otro aficionado. Uno de los 9.361 espectadores que se levantan para guardar un minuto de silencio en memoria de las víctimas del
accidente de Santiago. También han venido algunos aficionados del Southampton, al que también se conoce como Saints. No hay muchos, pero no dejan de animar y se llevan las manos a la
cabeza tras el primer susto, un trallazo de Krohn-Dehli en el segundo minuto
que repele el palo.
– ¿Por qué eres del Celta, Pablo?
– Yo quiero ver el partido– responde algo
seco, aunque luego se anima a hacer un pronóstico. Ganaremos 2-0 con un gol
de Rafinha en el minuto 17 de la primera parte y otro de Charles en la segunda.
“Rafinha
llegó a jugar de portero”
De Rafinha –de falso nueve, otro ejemplo de
que los partidos de pretemporada funcionan como banco de pruebas– me habla
Jaime, que ha venido con su hermana Laura. Mientras los defensas despejan los
centros de Toni y Adam, explica que coincidió con el jugador cedido por el
Barça: “llegó a jugar de portero, pero
no tardaron en ponerle de mediocentro. No entrenaba siempre con nosotros. Thiago
era bastante mejor y se iba de todos. Rafinha… no sé, pasaba más discreto. Era
bastante tímido. Su hermano era más hablador”. Pero segundos después, Rafinha es el
protagonista en Balaídos porque se retira lesionado en el 16. “Al menos he acertado que le iba a pasar
algo…”, se defiende Pablo.
A su lado se ríe su amiga Laura, sobre todo cuando
le pregunto desde cuándo y por qué es seguidora del Celta. “Lo soy”, responde, “por mi
familia, por mi padre y mi hermano. No soy de ver los partidos por televisión.
Vengo de vez en cuando a Balaídos con carnés libres o si las entradas cuestan cinco
euros. Bueno, el otro día vine pagando 10. [Cambia la cara y dice]: ¿vas a
apuntar eso también?”. No recuerda cuál fue su primer partido. Su hermano Jaime tiene una ligera idea del dato: “Creo que fue un Celta-PSG,
un amistoso de verano que ganamos 3-0 o así”. “Siempre que vengo gana. Bueno…
una vez empató. Para el Celta soy como un amuleto”, interviene, orgullosa,
Laura, con una camiseta heredada de Mostovoi –es de cuando su hermano tenía 10
años, “supongo que se la compraron muy
grande”–.
– ¿Te afecta mucho cuando pierde el Celta, Laura?
– Me fastidia, sí. Pero no igual que a mi
padre y a mi hermano, que se enfadan y todo. Me gustaban Mostovoi, Karpin y
Gustavo López. Eran muy simpáticos. Nos los encontrábamos por la calle y eran
muy atentos. También me encantaba el juego de Iago Aspas y por la pinta que
tenía, Pinto.
Nos reímos. Pinto y Pinta, una combinación
que le sale de casualidad. El humor no tiene pautas.
La
rivalidad con el Dépor
Con Jaime, que lleva casi toda su vida de
socio, hablamos de la rivalidad con el Dépor: “Me gustaría que fuese más pacífica. Tendría que ser más sana. Siempre
prefiero que pierda, pero no quiero que desaparezca”. Con él viajamos a unos
años atrás, a esos piques tan divertidos y surrealistas entre Mostovoi y
Djalminha, dos genios con un genio particular, para volver al presente: “Hoy empezamos con una defensa de 4. El
otro día, con una de 5, el equipo no me gustó demasiado”. Ha jugado al tenis
–lo sigue haciendo puntualmente– y hace un par de años estaba en el Casablanca,
en Tercera Regional: “Teníamos un
entrenador argentino que, fíjate, es aquel de allí que quería que jugásemos
como el Barça. ¡Al final acabó
cayendo de la burra!”.
Para Marina, que ha venido al partido con su
hijo Pablo –que no es el del pronóstico de Rafinha–, el Celta es un hobby que
le conecta con su infancia y con jugadores como Gudelj o Mostovoi. A
Luis Enrique le pide que el equipo no sufra tanto para salvarse y entre los
nuevos fichajes le ilusiona especialmente Rafinha. Pablo prefiere a Charles y
no sabe explicar su amor por el fútbol sala -es defensa-. La cara de
felicidad que pone es la mejor respuesta.
Parte de la grada durante el Memorial Quinocho - Foto: Toni Delgado. |
El
mérito de Irureta
Justo antes del descanso hablo con Víctor.
Está especialmente agradecido a Irureta, de quien dice que es el entrenador que
mejor partido sacó a una plantilla del Celta, y “no se le reconoce, quizás porque se fue al Dépor”. Pronostica que
el equipo tiene calidad suficiente para estar de la “mitad de la tabla para arriba”. Después Augusto Fernández dispara
flojo y algunos aficionados del Southampton continúan bailando para animar a su equipo, que está a
punto de recibir el primer gol del partido en una acción del propio Augusto y
casi celebran un tanto de Guly do Prado, hábil para deshacerse de un defensa en el minuto 79 y encarar a Sergio.
“¡Sacad
el balón de ahí! ¡Venga, hombre!”,
exige un celtiña, mientras un niño no deja de agitar su bandera del Celta.
Orellana se la rebaña a Chambers, Jonathan Vila hace una cesión peligrosa a
Sergio y Bellvís, tras coger una pelota casi imposible y evitar el córner, se
la regala a un contrario en una jugada que acaba con un gran disparo de Guly al
palo, justo después de una gran ocasión de Davis. “¡Fuera de ahí! ¡Fuera de ahí!”, dicen desde una grada que se va
despoblando.
– ¿Cómo es que la gente se va?– pregunta
Laura.
– Porque tienen hambre– responde Pablo.
El partido acaba 0-0 y se resolverá en la
tanda de penaltis, como en el 2000 ante la Roma, el 2003 ante el Olympiacos y
el 2008 ante el Numancia, siempre con el Celta como vencedor. Una niña le
pregunta a su padre por qué los tiran en la grada de marcador y él no sabe qué responder. Empieza la tanda: David Rodríguez marca,
Guly do Prado tira a la derecha y alto. El 16 del Celta, Orellana, también
acierta y el 16 del Southampton, Ward-Prowse no lo hace. El tercer penalti
también lo tira el mismo número, en este caso el 8, de los dos equipos: goles de
Álex López y de Davis. David Goldar anota el decisivo y la grada ruge. Aunque
no toda. “¡Es un bolo de estos de verano!”, advierte Jaime, mientras que a su
lado un aficionado baja a toda prisa saltando asientos y pisa mal y se
lesionada. Se toca el tobillo. No tiene buena pinta.
En las inmediaciones de Balaídos un grupo de
seguidores del Celta espera a que aparezcan sus jugadores. Los del Southampton
ya han salido y están a punto de partir en autocar. Un aficionado se acerca a
un jugador rival y le pide un autógrafo. No sabe quién es. “Who is he?”, le pregunta a un seguidor del Saints. “Rickie Lampert” le responden.
Autógrafo localizado.
Poco después conozco a Alberto, con el que
tengo la misma sensación que con Antonio, y pierdo la noción del tiempo. Para
empezar es contundente a la hora de analizar el partido –“es el peor Quinocho
de la historia”– y concretar las necesidades del equipo: “Hay que fichar a un 9, aunque el mercado está complicado. Se habla de
Chamakh, del Arsenal. ¿Te suena? Lleva dos años sin jugar apenas y podría ser
un Park 2. Ahora que no tenemos a Iago Aspas...”.
– Aspas tiene un carácter especial.
– Es especial para lo bueno y para lo malo,
por eso debutó tan tarde. Por las bajas, estuvo a punto de estrenarse en Primera
el año que bajamos a Segunda con Fernando Vázquez, pero le expulsaron con el B
y acabó siendo Roberto Lago el convocado.
– No me puedo resistir, Alberto. Háblame de Kaviedes.
– ¿Kaviedes? ¡Es el bluf más importante que
hemos tenido en muchos años! Bueno, solo superado por Papadopoulos y Arthuro, que
nos vaciló todo el año y el día que se fue se marcó un partidazo. Acabó en
Dubai, volvió a Brasil… Yo quiero ser como el representante de Arthuro, que le
consigue equipos y que le paguen bien.
– Para ti el mejor entrenador de la historia
del Celta es…
– Irureta. Es cierto que fuera de casa era
amarrategui, pero en Balaídos jugaba como el Celta de Víctor Fernández y con
peor equipo. ¡El delantero era Moisés! Víctor Fernández no tuvo un 9
respetable. Si en vez de a Catanha pones a Makaay…
– Para pufos, Benny McCarthy, pichichi de
playa. Goleador de verano.
– ¡Cada semana le crecía el culo! Con cinco
kilos menos hubiese sido la leche. Penev, en cambio, con 34 años creo nos salió
muy bien. Parecía que venía como acabado, pero hizo mucho aquí.
Mostovoi, Zidane y Laudrup son, por este
orden, los jugadores de fútbol favoritos de Alberto: “La creatividad en la media es la clave de este deporte”. Para su
hermano Iván es posible que el mejor sea Mostovoi, que “hacía cosas en el terreno de juego que no vi a nadie.
Aprendí de fútbol por su visión de juego”. De pequeño era del Barça después
de heredar una camiseta de Kappa con el 4 de Koeman y para fastidiar a su
hermano, seguidor -por aquel entonces- del Madrid.
Iván se enamoró del Celta por su juego, la
destreza de Mostovoi, la contundencia de Makelele, la velocidad de Míchel
Salgado o la picardía de Karpin y Revivo, “por
no hablar de Gustavo López. Había visto a grandes equipos, pero no recitales
como aquellos. A partir de entonces nació un amor irracional”. Y también
una impagable vía de escape: “Antes era
muy introvertido. Viendo los partidos del Celta era el único momento que me
concedía gritos de tensión”.
– Entonces… ¿el Celta ha sido terapéutico
para ti?
– Vivía el partido muy por dentro. En la
final de Copa del Rey contra el Zaragoza. Pusieron pantallas para verlo en
Castrelos y cuando marcó el primero Mostovoi salté y casi mato a unas abuelas que
tenía delante. Me ayudaron a levantarme y lo comprendieron.
– Supongo que lo peor será que el Celta no
tenga títulos importantes pese a los buenos equipos que ha llegado a reunir.
– No es un trauma, pero sí una lástima. Nos
debe alguno Víctor Fernández, al que la prensa y la opinión pública pusieron
por las nubes. Pero yo, sin entender de fútbol, creo que con el equipo del que
disponía tenía que haber logrado algún título. Era una plantilla mucho mejor
que algunas que quedaban por delante. El Celta llegó a jugar como el mejor
equipo del mundo y te hacían partícipe de ello. Este club llegó a jugar en la
Champions.
– Un gol de José Ignacio ante el Milán os
clasificó para octavos.
– Es el gol más importante de la historia del
Celta. Fue un 0-1– interviene Pablo.
– Es uno de los más importantes. Y acabaron
1-2: primero marcó Kaka, empató Jesuli y José Ignacio concretó la remontada–
continúa Iván.
– José Ignacio remató cuatro veces y los
defensas del Milán parecían decirle “marca
ya”. Era un especialista en marcar de córner– añade Pablo.
– Fue una petición de Lotina. Metía goles,
tenía llegada, pero jugaba a la mitad de velocidad que el resto. Aunque
aportaba cosas, restaba más de lo que sumaba. Para mí era carne de banquillo y
de grada– sentencia Iván, que confiesa que éste es su segundo o tercer Memorial
Quinocho: “Recuerdo vagamente la noticia
de su asesinato”. ¿Y qué opina sobre la edición de este año?
– Es posible que sea el peor partido que haya
visto en mi vida– responde.
– ¿Viste los de este año?– le pregunta
Pablo.
– Algunos no por la distancia. Ya sabes, he
estado en Rusia.
4 comentarios :
estas conversaiones son la salsa del futbol ojala el celta no sufra este año
Estas conversaciones, las sanas, no tienen precio, como dices. Y créeme, me ha costado bastante resumir el reportaje. Veremos cómo le va al Celta este año con Luis Enrique.
Me encanta leeros a tantos conocidos desde tan lejos, es como si hubiera estado allí! :)
Gracias por esta crónica tan entretenida!!!! Espero que el Celta nos dé muchas alegrías este año. Merece la pena ser parte de esta gran familia!
A ver si para el año que viene puedo quedarme más tiempo y coincidir contigo!!
Un abrazo enorme desde Bombay!!!!
¡Hola Yamini! Me alegro de que te haya gustado el artículo y que hayas tenido la sensación de vivir las conversaciones en directo. No tiene precio vivir de forma sana el Celta, la Real o el equipo que sea. Se establecen vínculos fuertes entre personas muy diferentes.
Eso, a ver si nos vemos el año que viene. Marchando otro abrazo gigante desde Hospitalet.
Toni
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