El australiano aprovecha la imprudencia de Rosberg, que arruina la carrera de Hamilton, para ganar en Spa
Ricciardo celebra en Spa su tercer triunfo del curso. |
Lewis Hamilton pilota a contracorriente en un año autoritario de Mercedes. Aspira a su segunda corona mundial con más triunfos que nadie (cinco), pero el caso es que, unas veces por errores propios y otros por fiabilidad del coche, se complica la vida. Puede que sea el piloto más insaciable de la parrilla, algo que explica que en Hungría recuperase hasta 19 plazas y en Alemania, 17. Remontada extrema que no pudo repetir en Spa (Bélgica), donde incluso pidió al equipo retirarse (acabó haciéndolo), algo insólito en él. Humano en
una jornada de perros para Lewis y para Mercedes. "Es inaceptable. Esto no puede volver a repetirse", bramó el director ejectuvo Toto Wolff, uno de los impulsores de montar una reunión entre sus pilotos después del desastre. Rosberg cometió la imprudencia de buscar un adelantamiento imposible por el exterior a su compañero Hamilton, al que acabó pinchando el neumático izquierdo trasero. Lewis no puntuó, Rosberg acabó segundo, enfadado, huidizo -"pensaba que podía pasar, aunque no es el momento de hablar de esa acción, habrá que verla por televisión"- y pitado por el público. Quien sí se llevó una buena ovación fue Daniel Ricciardo, capaz de empequeñecer, carrera tras carrera, a su gigantesco vecino, Vettel, quinto esta vez, sino también de ser la mota de Mercedes. En Spa el australiano logró su tercera victoria de la temporada y se colocó a 35 puntos de Hamilton, que ahora tiene a 29 de Rosberg y que denunció que el alemán reconoció en la reunión "que lo hizo a propósito".
una jornada de perros para Lewis y para Mercedes. "Es inaceptable. Esto no puede volver a repetirse", bramó el director ejectuvo Toto Wolff, uno de los impulsores de montar una reunión entre sus pilotos después del desastre. Rosberg cometió la imprudencia de buscar un adelantamiento imposible por el exterior a su compañero Hamilton, al que acabó pinchando el neumático izquierdo trasero. Lewis no puntuó, Rosberg acabó segundo, enfadado, huidizo -"pensaba que podía pasar, aunque no es el momento de hablar de esa acción, habrá que verla por televisión"- y pitado por el público. Quien sí se llevó una buena ovación fue Daniel Ricciardo, capaz de empequeñecer, carrera tras carrera, a su gigantesco vecino, Vettel, quinto esta vez, sino también de ser la mota de Mercedes. En Spa el australiano logró su tercera victoria de la temporada y se colocó a 35 puntos de Hamilton, que ahora tiene a 29 de Rosberg y que denunció que el alemán reconoció en la reunión "que lo hizo a propósito".
La acción de Rosberg cambiará el devenir de la temporada en Mercedes. No la olvidará Hamilton, que llegó a duras penas hasta boxes, con la rueda desintegrándose. Rosberg cambió el morro en la primera parada y el tercer damnificado fue Felipe Massa, lastrado por haber cogido por el camino una pieza que dejaron los Mercedes tras el choque. Williams sólo localizó el problema en la segunda parada. Demasiado tarde para Felipinho, 13º y de nuevo superado por su irreverente compañero, Bottas, tercero tras incordiar un buen rato a Rosberg y doblegar a su compatriota Raikkonen, cuarto y competitiva por primera vez en la temporada. Ambicioso, Bottas (cuatro podios en las últimas cinco carreras) anuncia que el siguiente paso debe ser ganar una carrera y que el equipo está preparado para conseguirlo.
Los problemas de Alonso
Alonso hubiese estado en el podio, o eso aseguró, si su Ferrari hubiese arrancado y no hubiese tenido que ser ayudado por los mecánicos, con lo que se ganó un stop and go. En los últimos giros fue el perdedor de un duelo múltiple y acabó mejorando un puesto, del octavo al séptimo, después de la sanción de 20 segundos a Magnussen por cambiar la trayectoria para taponarle.
El GP de Bélgica tendrá continuo eco en Mercedes, que tiene muy presente los piques en Red Bull entre el mejor Webber y Vettel, o los roces del propio Hamilton con Fernando Alonso en McLaren que aprovechó un tercero en discordia, Kimi Raikkonen, para llevarse, en 2007, la última corona para Ferrari. Ricciardo se frota las manos ante la polémica. No tiene presión y sabe que la última carrera del curso valdrá doble. Lotterer, en cambio, podría ponerse a llorar. El día de su debut en la Fórmula 1 tuvo que aparcar muy pronto el Catterham. Podrían heredar su volante, hasta final de temporada, Carlos Sainz Jr. o Roberto Merhi. A incluso los dos. En ese caso se alternarían las pruebas, según TV3.
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