miércoles, 10 de mayo de 2017

Iván Vega: “Las victorias sin sentimiento no transcienden”

‘Secundario de lujo. Una vida entre campeones’ es el relato de Jaime Mir, “más conocido que muchos ciclistas”

Iván Vega, con su dos libros publicados en Cultura Ciclista, saludando a un amigo. Foto: Toni Delgado.   
No lo conocía en persona, aunque por su forma de escribir intuía que Iván Vega (Esplugues de Llobregat) era metódico y ordenado al límite. Tal cual: “Apenas pongo papeles ni más de un libro en el escritorio porque tomo nota de cuanto necesito y luego vuelvo a dejar la obra en la estantería”. Una disciplina que aprendió de uno de sus maestros de vida, Ferran Bellfort, que fue bibliotecario de la biblioteca de la Unió Sants, la “mejor” de ciclismo de España. Aparece con una mochila y varios kilos de cansancio.
Lo normal cuando se compaginan tantos proyectos: el blog El cuaderno de Joan Seguidor, su trabajo como jefe de prensa de la Federació Catalana de Ciclisme, la redacción de dos libros y la paternidad.

La excusa de la conversación con Cronómetro de Récords es su tercera obra, Secundario de lujo. Una vida entre campeones (Cultura Ciclista), un retrato sobre Jaime Mir, un pionero que ha tocado todos los palos el ciclismo y que “es más conocido que muchos ciclistas”.  El mítico señor con bigote que esperaba a los ciclistas en la zona de meta para asearlos y peinarlos antes de subir al podio y que ha participado en 126 películas.
  
—¿Cómo es tu hemeroteca de ciclismo?
En casa tengo, sobre todo, muchos libros en francés, italiano e inglés. En Ámsterdam me vi obligado a comprarme una maleta para meter los 13 que me compré. Es el paraíso del ciclismo. Cuando vamos a una ciudad entramos en las librerías. Mi hija Raquel se va a los libros infantiles, Iker, a los de fútbol, y yo, a los de ciclismo. Y Mari Carmen se sienta a esperarnos.

¿Cuándo, por qué o por quién te enamoraste del ciclismo? ¿Es un amor obsesivo?
Yo estoy en ciclismo porque da dinero. Quizás soy demasiado frío. Me siento el tipo más feliz del mundo por haber convertido en mi oficio algo que me gusta desde que pequeño. Aunque también lo fui cuando trabajé en una agencia de viajes, y también estuve en RENFE. No lo voy a negar, mi blog, El cuaderno de Joan Seguidor, tiene publicidad.

¿Por qué nació?  
Empecé el proyecto en un momento de grave crisis económica, ya que dos medios en los que colaboraba lo estaban pasando mal. Desde el primer día, el 1 de enero de 2011, la filosofía ha sido siempre la misma: ofrecer artículos y reflexiones que no me llevasen más de 15 minutos de preparación, no caducasen y aportasen algo interesante. Del ciclismo me gusta mucho analizar las estrategias de unos y otros.

“El ciclismo, más allá del palmarés, se escribe con los sentimientos que se sepan despertar en la gente”, defiendes en Secundario de lujo. Mikel Landa dijo hace unos días más o menos lo mismo en una entrevista de Carlos Arribas en El País.  
Una de mis reflexiones cuando Chris Froome ganó su tercer Tour fue preguntarme cuál es el concepto de espectáculo del Team Sky. ¿Qué sentido tiene poner al equipo a tirar del pelotón e impedir que se mueva nadie? Es un equipo patrocinado por una productora de cine… ¿Podría hacer una película de eso? Las victorias sin sentimiento no transcienden. Ahora se accede a tantos datos que el ciclismo parece abocado a convertirse en un Mundial de Fórmula 1. Por eso se agradece que haya carreras donde los patrones se rompen, como la París-Roubaix, las clásicas en general, o el desenlace del Giro de Italia del año pasado.

En Secundario de lujo explicas la Guerra Civil, a través del testimonio de la madre, el hermano y el pequeño Jaime Mir, que tuvo que irse a vivir con su abuela a Valencia. Te gusta ofrecer una mirada amplia. Cuando hablas del Caso Festina, el primer gran escándalo de dopaje en el ciclismo, recuerdas que coincidió con el Mundial de fútbol de Francia.  
Sí, me gusta hacerlo. Es más evidente en el libro de Mariano Cañardo [El primer campeón, su primer libro, también editado por Cultura Ciclista]. ¿Sabes? Lo que más me impresionó de Jaime Mir es el dominio que tiene del callejero de Barcelona.

Pero fue taxista.
¡Pero en los años 50! Tiene una gran memoria para las calles, se acuerda del nombre de las personas y de sus cargos, y es capaz de hacer descripciones físicas y psicológicas muy completas.  

—Trabajó como chófer de José L. Lasplazas, el director de El Mundo Deportivo.
Éste fue quien le propuso ir al Tour de Francia de 1959 para ser el conductor del coche de sus dos redactores desplazados, Joan Plans y Ramón Torres.

—Y luego Jaime Mir cantaba las crónicas de los periodistas por teléfono. Ese Tour fue el primero que ganó un español, Federico Bahamontes. Jaime Mir defiende que Fausto Coppi fue su gran consejero.
Tanto Mir como los redactores de El Mundo Deportivo lo advirtieron así. El director del equipo, [Dalmacio] Langarica, le preguntó si había hablado con Coppi y le confesó que sí y que le esperaba en París para celebrar la victoria porque no podía venir a verle al Tour.   

—Joaquín Palomera, el dueño de Ciclos Palomera, le enseñó a poner parches, coser tubulares… Como Mir le ayudaba durante la semana, los domingos por la tarde le dejaba escaparse un rato con una de las bicis que alquilaba en la tienda. Tiempo después se compró su primera bici por piezas y la completó en nueve meses. ¿Es alguien con los pies en los pies en el suelo al que la adrenalina hizo volar?  
Sí. Admite que su mujer ha sido fundamental en la administración de sus ganancias porque él era un poco mano rota. El primer trabajo de Jaime Mir fue llevar a una marquesa arruinada a tomar café al Salón Rosa, de Passeig de Gràcia, una ocupación que  compaginó con comuniones, entierros, bodas…

—Y se convirtió en el taxista de algunos ciclistas, como Company, Saura o Gual, a los que conoció en Ciclos Palomera. No les cobraba nada.
Poco a poco fue metiéndose en este mundillo para ayudar a los deportistas, aunque no se imaginaba que al final podría sacarle rendimiento económico a su pasión.   

Fue pionero preparando a los ciclistas para que subiesen impecables al podio. Para que no les faltara de nada a los corredores le ficharon ya en su primer equipo ciclista, el Kas.
Pensaba que los ciclistas podían dar mucho mejor impresión ante el público en el podio si se les arreglaba un poco después de tanto esfuerzo. Se preguntó durante un tiempo cómo era posible que Jacques Anquetil apareciese impoluto como un ángel tras las carreras, mientras el resto daba pena. Un día descubrió el secreto: su mujer, Jeanine, lo dejaba perfecto.  

Jaime Mir paraba al ciclista, le secaba el sudor, le ponía el maillot y la gorra… ¿Crees que le generó algún problema con el equipo que le pagaba en ese momento? Porque muchos equipos le daban sus gorras…
Asegura que no le supuso ningún inconveniente. Simplemente los equipos que no tenían la infraestructura le daban una gorra para que se la colocase a sus corredores si ganaban. Después tampoco tuvo ningún problema para ir a carreras para ir a rodar películas. Era un pluriempleado.

Ahora te iré enunciando descripciones que haces sobre Jaime Mir. Añade lo que quieras sobre cada una: “Rebelde desde joven”.
Su hermano era modélico y él, todo lo contrario: estudiaba poco, le echaron de aprendiz de un taller por dejar sin un ojo a un compañero tras tirarle con una goma, a modo de tirachinas, un pequeño clavo…  

“Buscavidas”. “Siempre superviviente”.
Va con un reloj que te cagas, tiene un piso muy bonito… ¡Se lo ha currado! No hay por qué avergonzarse de que te haya ido bien en la vida. ¡Al contrario, tienes que llevarlo con naturalidad! Es un superviviente porque siempre está como quejándose por ir apurado de dinero.
  
“Un gran tímido”.
Lo sigue siendo. En las distancias cortas y en su casa es muy pausado. En la línea de meta se encendía, se transformaba para hacer todo lo posible para que se viese bien la marca…

“Vanidad cero”.
En lo personal sí, pero cuando estaba en el cotorro reclamaba el tiro de cámara.

También se lo pedía la marca. Ser centro de atención era parte de su trabajo.
Sí, pero… ¿Está al abasto de muchas personas? Tienes que tener un punto de vanidad también.

Y de ambición.          
Lo cuenta todo con naturalidad. Supongo que en su momento formaba parte de la adrenalina.

Siempre tuvo mucho respeto por los plumillas, a quienes facilitó su trabajo para entrevistar a los ciclistas.  
Claro, sabía que el periodista era el prescriptor de la marca y del ciclista que, por más de que llegase más o menos perjudicado a la meta, tenía la obligación de atenderle bien.

¿Jaime Mir es un camaleónico que no pierde la autenticidad?
Se sabe adaptar muchísimo a las personas con las que se relaciona. De hecho, fue relaciones públicas en el Crazy Horse, [“un local muy en boga en la Barcelona de los 70 que vivía la efervescencia del destape], y sabía cómo tratar a los actores, representantes o cantantes que iban.

¿Lo más peculiar que ha hecho ha sido salir al escenario con las vedettes semidesnudas en el Crazy Horse?
No. Ha participado en películas de cine S, aunque no era X.

—Apareció, por ejemplo, en Los bingueros con Andrés Pajares y Fernando Esteso.  
Y aprendió a tirarse de un caballo para participar en los spaguetti western… Frikadas ha hecho muchas. Su primera película, Las piernas de la serpiente, es muy divertida. Él dice que le quedaron algunos papeles por hacer, aunque el que bordaba era el de malo, con su bigote generoso, exigencias del guión de las películas. También se jugó el mostacho con ciclistas como Luis Ocaña, José Ángel Sarrapio o José Luis Viejo, el protagonista de la fuga más larga de la historia del Tour.

Fue íntimo de Luis Ocaña, que era muy reservado. Casi inaccesible.  
Ocaña en las distancias cortas era muy inseguro e inquieto. Mira cómo acabó [se suicidó]. Se llevó un gran desengaño cuando fue codirector con José Antonio González Linares en el Teka de Santiago Revuelta y comprobó que los ciclistas no eran como él.

Porque no tenían su ambición y quizás no estaban dispuestos a hacer lo que él decía.
Eso le desanimó mucho. Ocaña esperaba que sus ciclistas tuviesen sus cojones.

Y su talento.
Claro. Pérez Francés también era muy bueno. En 2009 el Tour de Francia quiso homenajearle en Montjuïc, donde había ganado una etapa en los años 60 [en 1965]. Le dijo al director general de Christian Prudhomme que esa mañana saldría en bici como siempre y que vería pasar la prueba en un punto en concreto [Conreria], donde podrían hacerle el homenaje si querían. No le interesa saber nada de casi nadie, aunque con Mir queda para cenar casi todos los meses.   

¿Fue frustrante para ti que en el capítulo sobre el Caso Festina no se quisiera mojar casi nada? Él trabajaba para el equipo.  
No. Más o menos me lo esperaba.  

Asumías que solo te lo diría a título personal...
Tampoco me ha contado gran cosa. Si creías que me habría hablado de bolsas de sangre colgadas en alcayatas en hoteles, pues no lo hizo. Jaime no quería problemas con nadie, por más que haya sido crítico con Richard Virenque, Bruno Roussel, el director del equipo, y al masajista, Willy Voet [al que la gendarmería belga pilló con una gran suma de sustancias dopantes en el maletero; se sospecha que fue un chivatazo].   

—En muchas de las entrevistas que le han hecho a lo largo de estos años hay una palabra recurrente, “hombre-anuncio”.
Y no le gusta nada, nada. Es más, me ha hecho quitarlo varias veces en el texto. 

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