En ‘Liderar equipos comprometidos’ Pep Marí describe, con un lenguaje ágil y ejemplos del deporte y la empresa, el precio de cumplir los sueños
Diría que la charla duró unos cinco minutos, aunque puede que fuesen tres o cuatro. El dato es irrelevante. Lo importante es el mensaje que el entrenador quiso transmitirle a la estrella del equipo: Anna Cruz había fallado sus ocho tiros en la primera parte y era incapaz de atar en corto a Maya Moore (14 puntos). Miguel Méndez sabía que su jugadora necesitaba otro punto de vista antes de afrontar el resto del partido.
—Miguel, ¿qué le has dicho a [Anna] Cruz? No sé si has intentado tranquilizarla —le pregunté al entrenador del Rivas Ecópolis en la rueda de prensa.
—Miguel, ¿qué le has dicho a [Anna] Cruz? No sé si has intentado tranquilizarla —le pregunté al entrenador del Rivas Ecópolis en la rueda de prensa.
Méndez descansó el mentón sobre los nudillos, abrió la mano para acariciarse la bardilla con el dedo pulgar y miró a los ojos del periodista.
—Sí, iba un poco por ahí. Anna estaba un poco fallona en sus tiros, y quizás en la defensa en los primeros minutos sobre Maya Moore, a pesar de estar muy cerca de ella y poner la mano muy arriba, no estuvo muy acertada. Y eso, a lo mejor, bajó un poco su rendimiento. Le comenté que si había una jugadora que no se merecía estar sufriendo en este partido era ella. Anna Cruz nos ha aguantado durante muchos meses de la temporada con su defensa y con su ataque. Intentamos que disfrutase un poco más del juego porque para mí es una jugadora fundamental o la más importante del equipo.
Anna Cruz digirió bien las palabras de su entrenador en el Pabellón Príncipe Felipe: recuperó la puntería y, sobre todo, jugó más suelta. Metamorfosis, eso sí, insuficiente para un Rivas Ecópolis que perdió la primera semifinal de la Copa de la Reina de 2012, en Arganda del Rey ante el Ros Casares (61-51). “Tenemos que controlar el ritmo. Quiero el balón en Gema [García] o en ti [dirigiéndose a Cruz]”, había indicado Miguel Méndez en un tiempo muerto. La consigna era clara, aunque no lo pronunciase así: “Anna, confío en ti”.
A Anna Cruz no se le ha resistido el Eurobasket ni la Euroliga, tiene una plata mundial y una olímpica, un anillo de la WNBA, y es ahora una jugadora que se siente de maravilla en el alambre, resolviendo la última jugada, asumiendo los tiros más incómodos. Mérito suyo, pero también de la confianza que han depositado en ella técnicos como Miguel Méndez o Javier Fort, que también la dirigió en el Rivas, Roberto Iñiguez (Nadezhda), o Lucas Mondelo, que la dirige en la selección y el Dinamo Kursk y que con la que ganó unas cuantas prórrogas en el Olesa.
La conversación de Miguel Méndez con Anna Cruz encaja con el mensaje de Liderar equipos comprometidos (Plataforma Editorial), el último libro de Pep Marí. El técnico sabía que a su jugadora no le faltaba ni un gramo de compromiso, sino que debía olvidarse de que hasta entonces no le había salido casi nada. Borrón y cuenta nueva.
No es un libro con pócimas mágicas para alcanzar nuestros objetivos. No. Codirector del Programa ACB Next Valores, de la Asociación de Clubs de Baloncesto (ACB), el psicólogo Pep Marí ha convivido y convive con deportistas de élite y empresarios. Habla y escribe utilizando las palabras precisas y es generoso con los ejemplos. Sabe que una imagen, en este caso una escena, vale más que mil palabras. Recrea casos prácticos, ninguno tan potente como el camino hacia el oro de la selección de hockey hierba en los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992. Más allá de la recompensa de títulos, “uno de los principales méritos” del Barça de Pep Guardiola fue que “sólo existía un único nivel de compromiso: todos se partían el alma”.
Portada del libro. |
Desde el primer momento, Pep Marí recalca cómo es el camino hacia nuestros sueños, que no son gratuitos, sino que nos exigen esfuerzos, ilusiones y riesgos. Porque, claro, podemos perder cosas durante el camino. Leer Liderar equipos comprometidos es una bendición en cualquier momento, pues nos regala herramientas para ser más conscientes de nuestras capacidades y de las del resto. Puede servirnos de impulso en instantes de dudas y estrés, en esos en los que te planteas si tus renuncias bien valen el camino y la meta. “Apasionarte con una actividad no te conduce directamente al éxito. Eso sí, te permite sacrificarte sin tener que realizar ningún esfuerzo”, describe Pep Marí. Tranquiliza, ¿no?
A Sílvia Domínguez la obra le vino de perlas leer la obra para afrontar la Copa de la Reina de Girona, el único título FEB que se le resistía. Y no sólo rompió su maleficio, sino que levantó el trofeo como MVP. “La verdad es que el mensaje del libro me llegó mucho, ya que explica ejemplos prácticos de deportistas de élite”, le comentó la capitana de Perfumerías Avenida a Àlex Gozalbo, redactor del diario Ara.
Se nota que el autor es un excelente orador que se gana la vida escribiendo y hablando, y que le gusta desmontar tópicos y frases de producción masiva. “Para ser un líder no hace falta ser un superhéroe”, destaca, poco antes de distinguir las cinco necesidades de liderazgo que tiene un grupo: el líder social, quien “facilita la adaptación de las incorporaciones y dinamiza la vida social”; el anímico, capaz de cambiar “el signo del humor del equipo”; el ejemplo de compromiso, que “eleva el nivel de autoexigencia del grupo”; el estratégico, “prolongación del entrenador en el campo”; y el resolutivo, “habitualmente el más talentoso. Esta persona, con una acción individual, es capaz de sacar las castañas del fuego al resto del colectivo”. Para mí, en ese Rivas Ecópolis Anna Cruz era la líder resolutiva y, muchas veces, también la estratégica.
Título: Liderar equipos comprometidos. Autor: Pep Marí. Editorial: Plataforma Editorial. Páginas: 112.
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