Cronómetro de Récords entrevista a la escolta del Uni Ferrol
Toni Delgado / Sant Adrià de Besòs
—¿La foto me la vas a hacer sólo a mí? –se extraña Natalia Rodríguez (Las Palmas de Gran Canaria, 1999), que sólo piensa en el equipo. Cuando le acerco la grabadora un cuarto de hora antes, la escolta del Uni Ferrol está a punto de romper a llorar tras una derrota milimétrica en el Marina Besòs ante el Bàsquet Femení Sant Adrià (68-64). Ya en la primera pregunta, Natalia Rodríguez, a punto de volver a las pistas después de la operación por una rotura del menisco externo de la rodilla izquierda, rescata su optimismo innato.
—Eres tan intensa, que sólo te ha faltado saltar a la pista.
Creo que en el banquillo sufres más si sabes que no puedes jugar. Lo vives mucho más.
—¿Dónde lo has pasado peor siguiendo al Uni Ferrol? ¿En el hospital, en casa o en el banquillo?
En el banquillo. En casa lo sufres para ti sola, pero aquí tienes que sacar lo mejor de ti. Aunque no estamos en una situación fácil, nos queda un partido para acabar la primera vuelta. ¿Que las cosas se ven ahora mucho más negras? Seguro. Pero matemáticamente no ha pasado nada. El único camino es persistir, seguir trabajando. Hemos demostrado que podemos.
—El equipo tiene dos caras. En una ve el aro como si fuera del tamaño de una canica. En la otra es capaz de todo.
Necesitamos ser regulares. Cuando lo somos, le podemos plantar cara a cualquiera. De momento, no hemos sido excelentes nunca.
—Sandra Prieto, vuestra entrenadora, es de discurso directo. En un tiempo muerto os pedía que hicierais las cosas "sencillas y fáciles", y os exigía: "No cometamos ni un puñetero error".
Sandra siempre nos recuerda que el talento en este equipo no existe: es trabajo y unión. Si no nos habla tan claro, no llegaremos a ningún sitio. Sandra Prieto nos ha dado un plus como equipo. Además, es una amiga, y eso hace que te esfuerces el doble. No nos merecemos esta cara porque hemos estado trabajando mucho. No me puedo esconder: me duele ver así a un club que tengo en el corazón... Hay que sacarlo adelante y sonreír. No hay otro camino.
—Sólo hay que ver las lágrimas de Patricia Cabrera ahora...
Sí, y las de Carmen Fernández, también. Al final, las que llevamos más tiempo lo sentimos mucho más.
—Nada más llegar a Ferrol casi te hiciste gallega.
¡Sí! Me cogieron súper bien el año pasado y éste estoy muy cómoda. Incómoda por la lesión, claro. Sólo me queda el último empujón para volver a las pistas.
—Estás cumpliendo los plazos previstos. El pronóstico era que regresases al inicio de la segunda vuelta.
Ése es el objetivo. Me operé el 31 de octubre y estamos a 28 de diciembre. Han pasado casi los dos meses que nos habíamos puesto de plazo.
—Cuando la resonancia del traumatólogo Isidro González confirmó el diagnóstico del médico del club... ¿En qué pensaste?
Simplemente en vivir esta etapa, superarla y crecer. Una situación así te exige ser más fuerte mentalmente y trabajar. [Se ríe].
—Nunca pierdes la sonrisa.
Bueno... Creo que la sonrisa es mi seña de identidad. [Se ríe]. Es duro no poder ayudar a tu equipo en la pista... Poco a poco. A ver si pronto...
—Hace unos días le pregunté a Judith Turrión, jugadora del Lima Horta Bàsquet, cómo conseguía transmitir optimismo al equipo cuando estaba lesionada y rota por dentro.
Cuando tú estás en pista, te gustaría que quienes quizás no juegan tanto te apoyen, animen y estén encima de ti para que des tu mejor versión. Como no puedo aportar números en pista, transmito mis emociones y sensaciones desde el banquillo.
—¿Cómo vas a ayudar al equipo anímicamente ahora?
Hay que dejarlas un poco, que tengan su espacio. Es un bajón. Un pequeño momento que se prolongará en el hotel. Volveremos más fuertes. No hay otra... Si nos venimos abajo... [De nuevo, sonríe].
—"Paramos al mundo cuando estamos" es tu tuit fijado.
[Se ríe]. Cuando nuestra esencia está presente, hacemos el mundo un poco mejor. Lo paramos. Lo hacemos más nuestro, ya que paralizamos lo malo que hay alrededor y sólo nos fijamos en lo bueno.
—¿Has animado más al equipo cuando estabas lesionada o lo hizo más el grupo contigo?
Es recíproco: cuando me han necesitado, ahí he estado yo, y ellas han hecho lo mismo conmigo.
[Aparece Víctor Ciavattini, preparador físico del Bàsquet Femení Sant Adrià]. Habla bajito: "Un momento... Natalia, ahora te lo digo".
—Tranquilo, Víctor, coméntaselo ahora.
—La hermana de ésta... [Ciavattini dibuja un corazón con las manos].
—¡Ya sabía que me ibas a decir algo! –reacciona Natalia Rodríguez. Bachi ha coincidido con su hermana en la selección.
—Natalia, con Elena Rodríguez se te cae un poco la baba.
¡Hombre! Ver a tu hermana pequeña en la selección te llena... Jo, la verdad es que es un orgullo. ¡Sí, se me cae la baba!
—También te inspira.
¡Y tanto! Yo de mayor quiero ser como ella, eh. Elena me saca un palmo, juega de 1, 2, 3, 4... Sabe leer el juego. La sonrisa tampoco le falta.
—No dejes de pasarle vídeos al Uni Ferrol para de aquí a unos años...
¡Me encantaría jugar con ella! En contra... No tanto.
—¿Saltarían muchas chispas?
No... Como alguna compañera la tocase... [Se ríe]. Cuidado... [Risas].
—¿Y tú no la tocarías?
¡Por eso es malo que juguemos en contra! [Risas].
—Por todo cuanto has vivido, ¿tienes la sensación de que eres más mayor?
En el día a día, no percibo eso. Aunque cuando estoy con mis amigas de siempre y gente de mi edad, me doy cuenta de que pienso cosas distintas. No soy fiestera y sé que, en general, quien tiene mis años se muere por salir por la noche. En algunos temas me veo un poco más madura. Al final, convives con gente mayor y tienes que viajar mucho. Organizarte más.
—Una persona con casi 20 años que no sea deportista desconoce los momentos extremos que se viven dentro y fuera de la cancha.
Exacto. El baloncesto te da vivencias únicas, aunque no te permita estar tanto con la familia o las amistades. Merece mucho la pena, por supuesto.
—¿Cómo es tu pueblo, Agüimes?
Un rincón muy típico canario: la comida es impresionante, la iglesia y el casco histórico son súper bonitos... Allí he crecido y le tengo un cariño especial.
—Estas fiestas has podido estar ahí tres días.
¡Y me parecieron una hora! Se me pasaron volando, aunque mejor eso que nada.
—Así está montado el calendario de la Liga Día...
Ya, un poco mal. Eso hay que cambiarlo. En la Liga Femenina 2 sí hay jornada de vacaciones. Al final, las jugadoras rendiremos mucho más con descanso.
—¿Te gustaría que la Liga Día durara más con los mismos equipos? ¿Ampliándola?
No añadiría más equipo, pero sí el paréntesis navideño. El descanso es igual de importante que el entrenamiento.
—La inocentada de la Cyber Liga Femenina ha sido cambiar el nombre de las jugadoras. ¿Sabes quién eres hoy?
¡Sí! [Se ríe]. ¡Me ha hecho mucha gracias! Soy una Diana Taurasi en el banquillo.
—¿Te ficharás cuando vuelvas a jugar?
No. Es mucha presión... ¡Qué tengo que ganar puntos! He creado ocho equipos y en uno sólo tengo a compañeras del Uni Ferrol. En el resto, depende de cada jornada.
—¿Cuáles son las jugadoras en la que más confías para la Cyber Liga Femenina?
Tamara Abalde, Paula Ginzo, Aina Ayuso e Irati Etxarri.
—Me ha dicho Leopoldo Ibáñez, el presidente, que ahora te irás a cenar con Aina Ayuso.
¡Sí! No sé si quiero ir, eh, porque después de ganarnos el partido así... [La base catalana ha metido nueve puntos en los últimos dos minutos, liderando el parcial final de 11-3]. Creo que voy a pasar... Soy afortunada de poder jugar con Aina Ayuso en verano con la selección.
—¿Cómo valoras el cambio de A Malata?
Hace menos frío que en el Esterio, pero como es más grande no sientes tan cerca al público.
—Se ha perdido un poco el aliento de la afición.
Un poquito. En Esteiro ya no cabía nuestra afición.
—¿Cómo viviste en el Gasca la única victoria del equipo?
Buff... Impresionante. Ojalá tengamos pronto muchas victorias más. Cuando ganas, se refleja el trabajo que acumulas.
—¿Qué os ha dicho ahora Sandra Prieto?
Nada. Creo que en un momento así es mejor no hablar. Mañana será el momento. El domingo recibimos al Valencia Basket.
—Más allá de con la pizarra, ¿Sandra Prieto os ha ayudado sobre todo anímicamente?
El equipo está mejor anímicamente, a pesar de cómo vamos. Vamos últimas, pero podemos ganarle a cualquiera. Superamos al Ibaeta Basket, competimos contra el Gernika y lo hemos vuelto a hacer contra el Bàsquet Femení Sant Adrià.
—Estás estudiando podología.
Me interesan, sobre todo, las plantillas. En el Uni Ferrol me dan facilidades para faltar a algún entrenamiento por las mañanas y el profesorado me cambia exámenes si tengo viajes. Ahora tengo en enero. Estoy hincando bien los codos.
—Me quedaba una casa pendiente de antes... ¿Qué crees que te ha enseñado tu hermana Elena?
¡Uy! Esa pregunta es chunga, eh. Me enseña cada día, aunque no sabría decirte qué. Quizás a leer mejor el juego que yo y a ser más feliz. A mí me molestan aspectos que a ella le resbalan.
—Como, por ejemplo...
¡No puedo confesarte ninguno! [Risas]. Hay muchos...
—Dime uno sólo.
¡Mejor no!
—La falta de educación, ¿por ejemplo?
No. Soy más de ser maniática, de colocar las botellas... Elena le da menos importancia a esos detalles. Pasa más desapercibida.
—Entiendo que tu botella está marcada.
Están marcadas todas... ¡Lo hago yo!
—No compartes botella.
No.
—¿Tienes algún ritual antes de un partido?
No. Me gusta hacer lo mismo siempre: como en casa si jugamos en nuestro pabellón, y me tomo un café. Ya está.
—¿Qué recuerdas de tu paso por el CB Islas Canarias y de Begoña García y Domingo Díaz?
Ellos me pusieron el trampolín para llegar donde estoy ahora. Tengo un recuerdo muy bonito de esa etapa y para mí todos los campeonatos de España son inolvidables. La cantera del CB Islas Canarias es inagotable.
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