Cronómetro de Récords entrevista a la escolta del Cadí La Seu en la Copa de la Reina de Vitoria
Andrea Vilaró tras el partido. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. |
Toni Delgado (@ToniDelgadoG) / Vitoria
Hay personas por las que pondrías las manos en el fuego por su coherencia. Siempre de frente, siempre a los ojos y sin excusas. Andrea Vilaró (Barcelona, 1993), escolta del Cadí La Seu, parece formar parte de ese selecto grupo. Después de atender a Juanma Sánchez para Al Ritmo del Aro, se sienta en una butaca de Mendizorroza a hablar con Cronómetro de Récords. La conversación empieza con lo que acaba de suceder, la derrota de su Cadí La Seu por 80-60 ante el Uni Girona en las semifinales de la Copa de la Reina de Vitoria, y continúa con debilidades y fortalezas, golpes reparadores, agradecimientos... Vilaró convence, agita e inspira.
—¿Cómo te sientes, Andrea?
Eh... Buah... Me pondré a llorar... [Se le caen las lágrimas]. Es emoción porque el Palau hace dos años no se llenaba. No llegábamos casi ni a 150 personas y esta temporada no cabe ni un afiler. Sí que es verdad que las cosas van bien y en esas circunstancias, es más fácil... Pero ver el Palau lleno cada 15 días animándonos... Toda la gente que ha venido a apoyarnos en la Copa... Estoy muy emocionada. Sabíamos que teníamos un 99% de posibilidades de perder ante el Uni Girona, pero hemos creído en el 1% hasta el final. Una derrota por 20 puntos es excesiva.
—Podéis estar contentas: el Cadí La Seu nunca baja los brazos.
Ni tampoco dejamos de creer. Seguramente sin estas características el equipo no estaría donde está. Jugamos un baloncesto muy alegre, muy fácil... Aunque, a veces, las cosas sencillas son las más difíciles de hacer.
—Antes eras una jugadora de rachas: podías meter ocho puntos seguidos y después se te cruzaban los cables y te costaba reubicarte. Este año, pase lo que pase, eres una súper guerrera.
Te doy la razón: yo también notaba que era una jugadora de momentos. Creo que ahora, con la madurez que estoy adquiriendo, soy capaz de estar casi todo el partido conectada y, cuando el equipo lo necesita, echarme el equipo a la espalda. Es una presión que no me cuesta, sino que me gusta. También las compañeras y el cuerpo técnico me dan esa confianza. Me lo ponen más fácil.
—Quizás el primer gran paso lo diste la temporada pasada. Entonces, en el Marina Besòs, me dijiste que te veías capaz de jugarte el último tiro.
Bernat Canut a veces se ríe porque me quedo después de los entrenamientos a hacer tiros de mandarinas y tonterías, pero creo que los últimos lanzamientos también se tienen que ensayar. Estoy agradecida de la confianza y del trabajo del equipo. Gracias a todo eso yo también me siento mejor y puedo estar ofreciendo mi mejor versión.
—Pepe Vázquez, que te entrenó en el Ciudad de Burgos, asegura que siempre estás dispuesta a trabajar más.
Siempre. Es algo indiscutible en mi filosofía de vida y en mi forma de entender el baloncesto. Siempre quiero algo más.
—"Se recuperó de una lesión de cruzados y, quieras o no, eso también influye en la confianza y en ser más fuerte mentalmente", comenta tu compañera Geo Bahí. Aunque también podría influir negativamente...
Cuando me rompí, caí en un pozo. Creo que fue la peor época de mi vida, por muchas cosas, tanto personales como del baloncesto. Perdí 10 kilos. Una situación así te hace reflexionar sobre qué es lo importante en la vida, qué quieres o no. Y te sirve para conocerte a ti y a tu cuerpo. Fue una suerte romperme los ligamentos cruzados. Lo pasé fatal, pero me ha servido para ser quien soy ahora. Y espero seguir mejorando y ser mejor jugadora.
—¿Qué descubriste de ti misma?
Que mentalmente era muy débil y que me tenía que hacer fuerte si quería llegar a algún sitio. Dependía mucho del resto y, al final, la vida no va de esto. La vida va de ser una misma. Esa etapa me ayudó a crecer.
—Tú y Tania Pérez tenéis una relación de amistad bastante extraña. Así lo cuenta ella: "Nunca, nunca, nunca nos decimos cosas 'bonitas'. Tenemos un grupo de amigas con Geo Bahí, Carla Escuert, ella y yo, y nos vamos de viajes y seguimos haciendo planes juntas. Con las otras somos cariñosas, pero entre nosotras no. Nos insultamos con cariño, nos intentamos destrozar las fotos que colgamos en Instagram... Nunca nos abrazamos...".
—Tú y Tania Pérez tenéis una relación de amistad bastante extraña. Así lo cuenta ella: "Nunca, nunca, nunca nos decimos cosas 'bonitas'. Tenemos un grupo de amigas con Geo Bahí, Carla Escuert, ella y yo, y nos vamos de viajes y seguimos haciendo planes juntas. Con las otras somos cariñosas, pero entre nosotras no. Nos insultamos con cariño, nos intentamos destrozar las fotos que colgamos en Instagram... Nunca nos abrazamos...".
Con Tania Pérez tengo un amor-odio constante. Nos queremos con locura, pero no lo demostramos nada. Creo que de todas las compañeras que he tenido he intentado aprender cosas nuevas y diferentes. Tania me ha enseñado a no dar nunca nada por perdido y a lucharlo absolutamente todo. Para mí es un ejemplo a seguir. Esta temporada va medio coja, pero no se queja y lucha los 40 minutos. Eso es ser un ejemplo. Eso es sacrificio. De ella aprendo eso cada día.
—"Andrea Vilaró está demostrando este año qué sabe hacer. Tiene mucha perseverancia y lucha. Ojalá pueda estar a su nivel. La admiro mucho", comenta Helena Oma.
No sé... Helena es espectacular. En este Uni Girona tan poderoso es capaz de jugar de 4, de 3, de 2... Y de base. Lo ha hecho en los últimos minutos. Helena Oma tiene mucho futuro por delante: físicamente es alucinante, y técnica y tácticamente, muy inteligente. Que no me envidie tanto porque su futuro, probablemente, es mucho mejor que el mío.
—¿Cuando te salen partidos como el de ayer ante el Araski [21 puntos, ocho rebotes y cinco asistencias para 28 de valoración] te sientes un poco invencible? Se te ve lanzar y se nota que estás convencida de que las meterás todas.
Sí. Es lo que pienso. Cuando llegan encuentros así y tengo la suerte de que me entre el primer tiro, sé que me será muy difícil fallar el siguiente. Mi cuerpo lo nota. Mi cabeza lo sabe. Nunca había tenido tanta confianza en mí misma. El otro día mi psicóloga, representante o llámale como quieras me dijo: "Cuando has lanzado el último triple [para poner el 58-54 a falta de 2m 35s ante el Araski], me he levantado a celebrarlo". Tal y como lanzo ya sé cuándo entra la pelota. La confianza que tengo ahora me ayuda a jugar mejor y también al equipo. A veces, cuando las cosas van mal necesitas a alguien que dé un grito y yo estoy dispuesta a dar ese paso adelante.
—Tú gritas mucho siempre.
Sí, soy muy gritona, pero siempre en positivo. No creo que los gritos negativos ayuden a un equipo. Intento ser una líder positiva.
—¿Te tienes en la Cyber Liga Femenina?
En el piso de Geo Bahí, Yurena Díaz y mío jugamos y nos fichamos. ¡Hombre! [Risas]. ¿Habrá alguna jugadora que no se tenga a ella misma? ¡Yo me tengo en la Cyber Liga Femenina!
—¿Y cómo se te da? Tu compañera Ariadna Pujol va octava en la general...
Ari, para estar cosas, es muy friki y mira muchas cosas. La Cyber Liga Femenina es una iniciativa muy guay. Me lo paso muy bien jugando.
—El Palau se ha trasladado a Mendizorroza: el baile cómplice entre las jugadoras, el aliento del público... Es muy difícil encontrar un equipo tan unido a su grada.
Es mi cuarta temporada en la Seu d'Urgell y nunca había visto el Palau así. Para mí es muy emocionante sentirte querida, sentir que la afición, pase lo que pase, ganes o pierdas, está ahí. Los envidio y me gustaría a veces coger el tambor como una hooligan más. Creo que cualquier afición y equipo nos tendría que tomar como ejemplo porque realmente somos una afición cojonuda.
—Cuando te retires, agenciate un tambor en GAS [el grupo de animación del Cadí La Seu]...
Bueno... [Risas]. Si no puedo ser entrenadora, formaré parte de GAS seguro. Segurísimo.
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