miércoles, 10 de julio de 2019

El equipo que adapta las circunstancias a su antojo

En tiempos de prisas y botoncitos, la selección, campeona de Europa por cuarta vez y que suma siete medallas consecutivas, respeta el camino y el proceso
  
Las jugadoras celebran el oro en el Belgrado Arena. Foto: Alberto Nevado / FEB. 
Toni Delgado 

—¡Tú serás la MVP! -le grita, convencida, Queralt Casas a Astou Ndour. 
—¿Yo? Hay muchas mejores jugadoras que yo, eh... 
—¡Que sí! You are MVP! 

Cuando la organización anuncia que es la participante más valiosa del Eurobasket de Serbia y Letonia, Astou Ndour se tapa la boca y sonríe, entre sorprendida, tímida e incrédula. Queralt Casas le insiste: "¿Qué te dije, Astou? ¡Te lo mereces!".


Ndour posa con el trofeo de MVP y, cuando vuelve al podio con sus compañeras, rompe a llorar y recibe un abrazo fraternal. Son un grupo de amigas que se adoran, aparcan sus egos y adaptan las circunstancias a su antojo. El contexto no les hace perder competitividad, confianza ni deseo. Ha ganado el Eurobasket de Serbia y Letonia sin Alba Torrens, su líder y mejor jugadora europea, ni Sancho Lyttle, la pieza con la dio un salto abismal, ha ganado el Eurobasket de Serbia y Letonia. Es su cuarto título continental. Otra vez ante una Francia replicada sin remedio (86-66). Nada para a una España que suma siete medallas consecutivas.  

Lucas Mondelo sabe ganarse el respeto de sus jugadoras construir barreras artificiales ni imponer. El seleccionador exige y ordena, pero también acepta sugerencias y hasta correcciones. Bromista y dicharachero, Mondelo llega al alma de unas jugadoras que confían en él y se sienten útiles jueguen mucho, poco o casi nada. En la implicación del banquillo durante los partidos se explica parte del éxito de la selección y de su entrenador, que llegó a un equipo tocado tras un nefasto Eurobasket de 2011 y al que ha guiado hasta tres oros, dos platas y dos bronces. La bandera, su "yo al servicio del nosotros". Lema con el que comulgan sus entrenadores ayudantes César Rupérez, Made Urieta e Isaac Fernández. 

Doce metales con la absoluta suma Laia Palau. En septiembre cumplirá 40 años. Puede que la base todavía ame más el baloncesto. Detallista al límite con el grupo, a Laia Palau le dio la risa tras meter una canasta inverosímil ante Miyem. Ante la ausencia de Alba Torrens, La Chispa ha tirado más y mejor: 12 puntos anotó en la final una jugadora acostumbrada a regalarlos. 

Un par de pasos adelante ha dado Astou Ndour, MVP del torneo y la jugadora más regular de la selección. Fuerza mental y física, también sangre fría y madurez para evitar un déficit del pasado: la acumulación de faltas en un suspiro. Ndour rinde y se concentra más que nunca. Con Sancho Lyttle sana, Lucas Mondelo tendría un gran dilema para decidir a quién incluir en la lista.    

Entre esas elegidas, salvo lesión, estará Marta Xargay, la más versátil del grupo y que en este Eurobasket ha completado su mejor partido con la selección (el inaugural ante Ucrania, 31 puntos) y en la final sumó 23. En 2m 25s ya le había metido tres triples sin fallo a Francia. Marta Xargay ha tenido un torneo discontinuo. A Anna Cruz le ha faltado puntería, pero ha tenido olfato en momentos peliagudos, como en las semifinales ante Serbia. Esta vez no fue la heroína como ante Turquía en el Mundial de 2014 o Montenegro en el Eurobasket de 2015. No metió esa canasta final, pero sí repartió y anotó puntos básicos. 

En todos los sitios estuvo siempre Laura Gil, que el día que tenga la misma confianza defendiendo que tirando todavía ayudará más. Generosa e indestructible para su equipo, y pesadilla para las rivales (cinco recuperaciones ante Francia). Descripción que encaja también con Laura Nicholls, que jugó la final mermada por un esguince de tobillo. Lo de mermada es un decir, ya que estuvo a un nivel excelente, como casi siempre. Mucho mérito de ello tienen Óscar Delgado y Juan Carlos Palacios, los fisioterapeutas, y Jordi Aragonéz, el preparador físico, y Juan Francisco Abellán, el médico. 

Las estadísticas, siempre tan relativas, detallan que Andrea Vilaró no ha jugado ni cuatro minutos en el Eurobasket. Nada dicen, por ejemplo, de su capacidad de hacer grupo y de exigir al resto al máximo. Vilaró se quedó embobada mirando la medalla de oro. Ésa era la forma que tenía el sueño que tantas veces explicó de pequeña a sus padres. A Queralt Casas le costó asimilar que jugaría el Mundial de Tenerife, tras cinco años de ausencia con las mayores, y ahora parece imprescindible en la lista. Esta vez tuvo menos minutos y los dedicó, sobre todo, a defender.  

Acostumbrada a un rol protagonista en el Perfumerías Avenida, Silvia Domínguez se amolda a otros en la selección. Al contrario que en el Mundial de Tenerife, llegó en un estado de forma óptimo y protagonizó quizás algunos de sus mejores momentos en ataque con España desde que debutó en 2009.    

Puede que Cristina Ouviña haya sido la sexta mejor jugadora del torneo. La nueva base del Praga nunca duda en la pista y tiene una incidencia instantánea: un rebote, una recuperación, un triple... Frustró a Gran Bretaña a última hora como ha acabado haciendo con todos los rivales en una competición en la que María Pina ha tenido menos presencia. La alero del Valencia Basket ha exprimido sus minutos con actuaciones de calidad, como un pestañeo (y con canasta) en las semifinales ante Serbia. Pina suspiraba en el podio. Hacía ocho años que no jugaba un torneo con la selección.

Diez después ha vuelto Tamara Abalde, que en el mejor momento de su carrera aceptó con humildad dar descansos de calidad a las interiores titulares. Cumplió con creces. En el podio la ala-pívot del Valencia Basket se secaba las lágrimas, una a una, quizás para ser más consciente de cuánto le había costado llegar a ese momento. 

Instantes que España ha normalizado. El grupo sólo se fija en el marcador cuando finaliza el partido. Se deja el alma igual vaya ganando o perdiendo. En tiempos de prisas y botoncitos, la selección respeta el camino y el proceso, y siempre adapta las circunstancias a su antojo. "Tendríamos que ponernos menos límites y que cada uno luchara por aquello que realmente quiere ser", defiende Alba Torrens en el documental Venciendo los límites. 

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