El liderazgo suele evocar a individualismo y exclusividad. Es complicado gestionar una plantilla o un grupo de personas con varios líderes, pues siempre habrá alguno que destaque más e incomode al resto. Son muchos los casos de equipos que acabaron destruidos por los egos, como el primer Madrid de Florentino –en suspense está el segundo– o el Barça de Ronaldinho y Deco. Una situación que podría repetirse en el Astana, donde se supo que habría lío en el mismo momento en el que Lance Armstrong anunció su vuelta a la competición tras retirarse en 2005. En septiembre del año pasado el corredor tejano aseguró que volvía para contribuir en su lucha contra el cáncer y ganar su octavo Tour. Nadie dudó que correría para el Astana, dirigido por Johan Bruyneel, su mano derecha y con quien tantos éxitos alcanzó en el desaparecido US Postal. El problema, y a la vez el gran atractivo del asunto, consistía (y continúa consistiendo) en que comparta formación con su sucesor, Alberto Contador, que a los 26 años ya ha ganado Giro, Tour y Vuelta. El retorno de Armstrong cuestionaba el liderazgo de Contador. Bruyneel, con una decisión controvertida, ha corroborado que así es.
Hasta la conclusión de la etapa de ayer domingo el director del Astana no se había pronunciado. “El líder es Alberto”, zanjó, molesto. Una sentencia que 24 horas después perdió cualquier tipo de credibilidad. En la tercera cita, disputada entre Marsella y La Grande Motte (196,5 km), Bruyneel benefició a Armstrong ordenando tirar de la cabeza de carrera a Haimar Zubeldia y Yaroslav Popovych para ampliar la ventaja con respecto al pelotón, donde se habían quedado los grandes favoritos, entre ellos Contador, impotente ante el ataque impagable del trabajo del Columbia de Mark Cavendish –que había neutralizado otra fuga, en la que se había colado el español Rubén Pérez Moreno– y un elemento tan aliado como perjudicial: el viento. A 30 km se produjo lo que en ciclismo se conoce como abanico. A partir de ese momento el objetivo de Astana pasó a ser que Armstrong recortase las diferencias con los mejores. Resultado: el estadounidense cruzó la línea de meta 41 segundos antes que Contador, con quien tiene 19 de margen. Lío de los gordos. En el sprint no hubo sorpresas y la identidad del ganador volvió a ser la misma que en la etapa precedente: Cavendish ganó otra vez con la gorra, aunque con más dificultades por el arreón final de Thor Hushovd, del que le separan siete años de experiencia.
Opiniones de todo tipo
Ninguno de los protagonistas de la trama más mediática del Tour quiso hablar de conspiraciones. Contador, el gran perjudicado, optó por la declaración abierta: “Las diferencias son insignificantes. No entro a valorar la táctica del equipo, que cada cual saque sus propias conclusiones”. Bruyneel, por la idea del bien del grupo: “Hemos hecho trabajar a muchos rivales y además hemos añadido un poco más de diferencia con el resto”. Y Armstrong, por un análisis de corredor curtido y comentarista televisivo: “No hay que ser un genio para saber que con viento puede haber cortes. No fue mi objetivo dejar a Contador detrás. Me sorprendió que no cogiera el corte”.
La polémica en el Astana está servida antes de la contrarreloj por equipos de mañana martes en Montpellier, que podría dar el maillot amarillo a Armstrong casi cuatro años después de subirse por última vez al pódium de París. Para ello el equipo dirigido por Bruyneel tendría que aventajar en más de 40s al Saxo Bank del líder Fabian Cancellara y en más de 7 al Columbia de Tony Martin, segundo.
Deportivamente el Tour se resume en la exhibición inicial de Fabian Cancellara en la contrarreloj y dos triunfos sin oposición de Cavendish, pero lo que genera más interés es la situación de Astana, algo que Contador presintió y que le hizo valorar otras ofertas. Le parecía una jugarreta inoportuna no ser el líder del equipo tras no haber podido participar en la edición de la ronda francesa en 2008 porque la organización había castigado a Astana por el dopaje, entre otros, de Alexander Vinokourov en 2007. Desde el anuncio de Armstrong la actualidad de Astana ha girado irremediablemente entorno a la rivalidad entre Contador y el texano. El estreno resultó desafortundado, ya que Armstrong se rompió la clavícula en la primera etapa de la Vuelta a Castilla. El resto no parece ser el mejor ejemplo de cooperación y convivencia.
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