Guillem Casas, Andrea Vilaró, Mariona Ortiz, Fabián Téllez, Rosó Buch y Vega Gimeno retratan para Cronómetro de Récords a la escolta catalana, casi inédita en la derrota ante Bélgica (72-63), que obliga a España a disputar los octavos ante Senegal
Queralt Casas. Foto: Alberto Nevado / FEB. |
Revisión médica anual para una niña inquieta.
—Queralt, dime, por favor, dónde están los cuadros abiertos en la pantalla.
—¡En la derecha!
—¿Y los cerrados?
—¡En la izquierda!
A Queralt Casas (Bescanó, Girona, 1992) no le daba la gana de hacer bien el ejercicio que le proponía el doctor. "El hombre pensó que mi hermana no veía bien de ningún ojo,
pero mi madre le propuso que lo hiciéramos los dos. ¡Evidentemente, me dio una paliza! De pequeña todo era una competición para Queralt", recuerda Guillem Casas.
"¡Picarse con ella es imposible porque siempre sales perdiendo! Es una competitiva nata que no descansa hasta conseguir lo que quiere", la retrata su excompañera en el Segle XXI Andrea Vilaró. Sólo alguien como Queralt Casas no desfallecería hasta volver a disputar un gran torneo con la selección española cinco años después del primero (Eurobasket de Francia de 2013) y tres más tarde de quedarse a las puertas del Europeo de Hungría y Rumanía. En la preparación se ganó un hueco entre las 12 escogidas por Lucas Mondelo para jugar el Mundial de Tenerife, donde ante Japón y Puerto Rico justificó su puesto con omnipresencia, descaro y un punto de locura cuerda. No tuvo apenas presencia (4m 33s) ni estuvo fina contra una Bélgica muy superior a España (72-63), obligada ahora a disputar los octavos de final ante Senegal.
Se ha escrito mucho sobre si la selección bajó el pistón para evitar a Estados Unidos en unas hipotéticas semifinales, donde ahora podría enfrentarse a Australia. No hay dudas de la pureza de un grupo que se ha ganado la confianza en sus actos y que, simplemente, jugó un partido horrible, quizás el peor desde el Eurobasket de 2011, cuando cayó en la segunda fase. Como entonces, España acumuló errores de bulto y tuvo prisa por hacer muchas cosas, mientras que su rival, siempre centrado, acertó más en los tiros y en las decisiones.
Bélgica necesitaba ganar, como mínimo, por ocho puntos para ser líder del grupo C y acceder directamente a cuartos y lo hizo por nueve, sobre la bocina, tras una jugada dibujada en la pizarra por Philip Mestdagh y ejecutada por su hija Kim, con un bloqueo ciego que permitió a Emma Meesseman anotar sin oposición. Entre ambas sumaron 40 puntos, más de la mitad de su equipo, que a los 29m 56s dominaba por 17 puntos (61-44). Los árbitros, con la piel muy fina, habían castigado poco antes a Laia Palau y Anna Cruz con dos técnicas. A falta de 1,1 segundos, Marta Xargay anotó dos tiros libres que daban a España el pase a cuartos. Le sobró, pues, la canasta de Meesseman. También los triples precipitados en el último minuto de Laia Palau y Laura Nicholls, que jugó 37m 35s porque Astou Ndour apenas aguantó en pista 13 minutos hasta ser eliminada por faltas (algunas muy rigurosas) y Lucas Mondelo le dio sólo seis segundos a Bea Sánchez.
Semanas después del batacazo en el mencionado Eurobasket de 2011, Queralt Casas mordió el oro con la sub 20 en el Eurobasket de Serbia, donde fue MVP, y la plata en el Mundial sub 19. Entonces, como le sucede ahora en la Liga francesa, era un puntal en ataque. En la selección sabe que su papel es, sobre todo, otro. Lo describe su hermano Guillem: "Se encarga de defender fuerte y romper por velocidad". La nueva jugadora del Flammes Carolo, galo, ha dado un paso adelante, "sobre todo", en madurez: "En ser importante para un equipo y liderarlo en la pista. Además, tiene más confianza en el tiro exterior, los tiros libres y le resbala qué digan los demás. Esto último, a veces, es el mejor punto de partida para crecer".
Para Mariona Ortiz, con quien ha triunfado en las categorías inferiores de la selección, la clave del retorno de Queralt Casas a la selección absoluta es que aporta "algo diferente": "Puede cambiar el ritmo de un partido con su defensa intensa y su agresividad en ataque. Está jugando con mucha confianza, las ideas claras y la tranquilidad habitual de una persona que se siente a gusto, feliz y es consciente de cuanto hace". "Es capaz de ayudar al equipo a subir las líneas defensivas y dar calidad a las rotaciones, tan necesarias en un equipo que presiona tan arriba. Por su capacidad de correr el campo, su verticalidad y desborde en el uno contra uno, encaja muy bien en el ADN en ataque del grupo. Entiende su rol y aprovecha cada minuto", interviene Fabián Téllez, que la entrenó junto con Bernat Canut en el partido entre la selección catalana y Montenegro de mayo.
La primera vez que Vega Gimeno vio a Queralt Casas pensó que era "un culo inquieto". "Era y es un terremoto, pero es verdad que fuera de la pista es calmada. Una chica de contrastes. [Se ríe]". Mariona Ortiz no tiene claro si Queralt Casas juega como es fuera de la pista, pero sí que "su esencia es la misma. Es una mujer de carácter, decidida y con ganas de comerse el mundo". "Sabe explotar su juego donde va. Cuando te defiende, tienes que asumir que te robará más de una pelota. Tiene una gran capacidad de anticipación, es muy rápida y segura con los pases", interviene Andrea Vilaró. "Le robaría su defensa y explosividad. ¡Es súper intensa!", la retrata Rosó Buch. "Es verdad que las dos somos muy competitivas. No recuerdo ninguna anécdota, pero, seguramente, fuese el duelo que fuese, acabaría ganando yo. [Se ríe]. Aunque éramos más de aliarnos para hacer trampas y ganar al resto que picarnos entre nosotras", confiesa Vega Gimeno, con la que coincidió en el Segle XXI y en el Rivas Ecópolis.
"Sigue siendo la chica que se ríe por todo y con quien puedes continuar haciendo las mismas bromas", apunta Andrea Vilaró. Crecieron juntas en la Blume y tienen mil anécdotas: "Los viernes calentábamos jugando al fútbol y algunas mañanas de pesas no hacíamos absolutamente nada y nos estirábamos en la colchoneta. ¡Cuando Cari [Bagur], la prepa, nos miraba, hacíamos ver que estábamos trabajando!". Bromas de adolescentes.
Las estadísticas son casi siempre frías y no recogen mil detalles, aunque del paso de Queralt Casas por la Liga Femenina y la Liga Femenina 2 hay dos que retratan su actitud y juego: 328 recuperaciones y 310 pérdidas. "Queralt trabaja diariamente dando el 100% de sí misma en cada sesión de entreno. Convierte en un hábito esta forma tan autoexigente de entender cómo se ha de estar en una pista. Su ética de trabajo es su carta de presentación", describe Fabián Téllez. "Para llegar donde está, el único camino es el trabajo, y te aseguro que, desde pequeña, Queralt Casas ha sido una jugadora casi hiperactiva, tanto dentro como fuera de la pista. Tiene muchísima energía", interviene Rosó Buch. "En el partido de Catalunya disfruté mucho jugando con Queralt. Ella robaba y... ¡A correr!", apunta Andrea Vilaró. "Está en su mejor momento de madurez de juego y de todo", aporta Vega Gimeno.
"En casa sabemos que se merece más que nadie jugar el Mundial, pero, a veces, no todo es justo", expone Guillem Casas, que se las ha apañado para escaparse y ver a su hermana cinco días. Durante el año, por la distancia, comparten muy pocos momentos. Cuando lo hacen, les encanta hacer cosas juntos: "Aunque creo que ambos hemos crecido yendo a nuestra bola... Así que después de unos días de convivencia ya nos tiramos los platos a la cabeza. Te soy sincero, soy el hermano más orgulloso del mundo. Me la quiero como a nadie".
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