Sus recursos son intermitentes, pero inagotables. No es un prodigio de regates, pero Ruud van Nistelrooy es, sin duda, un artista fiable. Se reafirmó ante el Zaragoza, con dos goles (2-2). Sobre todo el último, en el minuto 88, cuando el público de la Romareda ya celebraba volver a Europa. Más si cabe, cuando Tamudo empató, también a dos, en el Camp Nou.
Era una jugada embarullada en el área. Otra más de un Madrid que buscaba con insistencia el gol de la igualada, pero que era incapaz de aprovechar los nervios del portero César. Sobre todo Higuaín, que fallaba de todas las formas posibles: de cabeza, de disparo raso, colocado. Y fue Van Nistelrooy quien supo aparecer. En una jugada retorcida: centro de Roberto Carlos desde la izquierda, otro remate de Higuaín, despeja mal el guardameta y el delantero holandés, anticipándose a Gaby Milito acerca a su equipo a la Liga con su 25º gol, y roza la Bota de Oro, que de momento tiene Totti, de la Roma.
Ese pequeño y decisivo detalle cambió todo. Restó importancia al gran partido de Pablo Aimar. El centrocampista argentino, barba de un par de días y pelo desorganizado, fue quien pudo frustrar al Madrid. Fabricó los dos goles. El primero fue de videoteca: recupera un balón, deja a su derecha a Roberto Carlos, despista a Diarra, frustra a Guti. Hasta cuatro jugadores le persiguen y Aimar asiste a su compañero Diego Milito, que no desmerece la acción. Avanza, recorta a su defensor y marca con la izquierda. 2-1 y el Real Madrid al borde de la frustración; y el Barça más cerca de la Liga.
Esa sociedad Diego Milito-Aimar pudo ser una de las grandes claves para que el Zaragoza se clasificara matemáticamente para Europa. El centrocampista fue pícaro y encontró el penalty que avanzó a su equipo. Era el minuto 31. Pero Van Nistelrroy rentabilizó un centro de Beckahm que tocó en un defensa, picó el balón con la cabeza y enloqueció. Fue su primer paso para evitar que el Zaragoza volviera a provocar de nuevo una sensación de impotencia en el Real Madrid. Como en 2004, entonces le ganó la final de la Copa del Rey. Fue el final de los éxitos de los galácticos. Como en las semifinales de 2005, cuando en la ida le superó 6-1 y forzó el recurrente (?!) Espíritu de Juanito. De la remontada que no llegó. Hoy Van Nistelrooy reescribió la historia del Madrid.
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