El Tour y el ciclismo serán indestructibles, legendarios mientras haya ciclistas como Michael Rasmussen (Holbaek, Dinamarca, 1974). Un escalador de 33 años que disfruta abriendo hueco y coronando los puertos más exigentes en solitario. Sin mirar atrás y con la única convicción de sus pedaladas. Como Christophe Moreau, que con 36, aún es capaz de neutralizar a grandes aspirantes como Alexander Vinokurov. También como Alberto Contador, ejemplo de superación por ganar a la enfermedad (cavernoma, aneurisma cerebral), como Alejandro Valverde, ejemplo de madurez. Se camufla en las últimas posiciones en las etapas intrascendentes de sprinters y saca fuerzas para acelerar y ganar segundos, tras subir tres puertos consecutivos de primera categoría. O como Iban Mayo, que sabe que no ha logrado cumplir las expectativas que despertó en Francia en 2003. Se ve capaz de recuperar pasadas sensaciones.
Decisiones como la de Rassmussen son las que fortalecen al ciclismo. El corredor danés se retó en el primer gran desafío de este Tour, el ascenso al Cormet de Roselend: atacó al pelotón, alcanzó a los 18 escapados y se escapó, con el español Toni Colom (Astana), Kohl, Goubert y Rogers -que se caería y abandonaría el Tour cuando era virtual líder- como compañeros.
Ninguno aguantó el ritmo de Rasmussen, del Rabobank. El último en ceder sería Toni Colom, que, impotente, observaba cómo el danés se ponía encima de la bicicleta, en plena ascensión al Montée de Tignes a 18 kilómetros. Era inalcanzable. Quería su tercera victoria de etapa, empezar a conseguir su tercer maillot de la montaña. Un premio que ganó en 2005 y 2006.
Sin tiempo para celebraciones
Ni un gesto gastó Rasmussen para celebrar su tercera victoria en el Tour y el liderato, con 43 segundos de ventaja sobre el antiguo jefe Linus Gerdemann, 2'39'' sobre el renacido Iban Mayo, 2'51'' sobre Alejandro Valverde. ¡Y 5'23'' sobre Alexander Vinokurov! El nuevo maillot amarillo es un tipo frío y calculador: "Soy un escalador clásico. No he mejorado en la contrarreloj. Por eso no puedo perder ni un segundo. Por eso no he celebrado la victoria, ya tendré tiempo de hacerlo esta noche".
Hace años que Rasmussen es conocido como el Pollo. Un apodo que tiene desde sus tiempos en pruebas de ciclismo de montaña. Entonces ponía su voz a este animal, uno de los dos protagonistas, junto a un oso, de un programa infantil que trasmitía la televisión danesa, Bamses Billedbog.
La mentira de Landis
Rasmussen provocó la mentira de Floyd Landis en el Tour del año pasado. El ciclista danés pactó con su equipo tener libertad de actuación en la 16ª etapa, ganó, casi se aseguró el maillot de la montaña y le sacó 10 minutos al estadounidense en La Toussuire. Y al día siguiente Landis acabó en Màcon una tramposa exhibición, que completaría en la última contrarreloj. Campeón efímero, como saben.
Las pruebas de VTT fueron los primeros desafíos en la carrera de Rasmussen. En 1996 ganó el campeonato de su país y en 1999, el del mundo. En su web personal detalla con meticulosidad todas sus posiciones en las etapas en las que ha participado desde 2004. Destacan, además de sus éxitos en Francia, la victoria en una etapa en la Dauphiné Libéré de 2004, en la edición en la que fue el mejor escalador. Rasmussen es clásico, es vida para el Tour.
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