Denis Menchov celebra su cuarta victoria en la Vuelta en la ascensión a Arcalís. -EFECorrer la Vuelta no estaba entre sus objetivos. Su deseo era disputar y ganar el Tour, donde fue el mejor joven en 2003, pero no se encontró bien y acabó abandonando tras la exclusión de su compañero Michael Rasmussen. Sólo entonces Denis Menchov (Orel, Rusia, 1978) se replanteó su calendario: iría a la ronda española. Era una buena oportunidad para triunfar de verdad. De ser el mejor de la carrera sin la descalificación de un rival.
"No me gustó ganar así", recuerda siempre el ciclista ruso-navarro, que fue declarado vencedor de la edición de 2005 tras la sanción por dopaje del primero, Roberto Heras, y recibió el maillot amarillo casi un año después.
Menchov quiere ganar la Vuelta de otra forma. Y uno de los días propicios para hacerlo era la llegada de hoy a Arcalís (Andorra). Por eso el ciclista del Rabobank, líder sólido de la carrera, volvió a pactar -como ayer en Cerler- con Leonardo Piepoli, que no paró de atacar y cortar escapadas en los últimos kilómetros, los más duros de ascensión. "Es vergonzoso. Son compras a la cara", criticaba Carlos Sastre. "No he hablado con Leo, él siempre corre así", se defendía Menchov.
Irregular en la montaña
Pero lo cierto es que las decisiones del ciclista italiano beneficiaron al líder, que acabó logrando su cuarta victoria en la Vuelta en un mini sprint con Cadel Evans y Samuel Sánchez. Lejos quedaba ya la escapada inicial de 18 corredores y el anuncio de la retirada de Óscar Freire, que quiere dedicarse a preparar el Mundial de Stuttgart. La ventaja de Menchov sobre sus perseguidores continúa intacta: Efimkin sigue a 2'01'', Evans a 2'27'' y Sastre a 3'02''.
Son diferencias interesantes para un líder que es especialista contra el crono y necesita ser más constante en la montaña. En 2005 Menchov perdió sus opciones de ganar la Vuelta a la primera en la etapa entre la estación Valgrande y Pajares. En el alto de la Colladiella (Asturias) lo perdió todo. Creyó que su equipo le ayudaría a neutralizar a Heras, que se escapó. Pero no fue así y perdió más de cinco minutos.
Un año después fracasó en Los Alpes, en el Tour, poco después de haberse impuesto en Beret. En La Toussuire perdió 1'1'' respecto al líder, Floyd Landis. Un día después, en la etapa que concluía en Morzine, se desfondó: cruzó la meta a 7'24''. Llegó a París sexto, pero pasó a ser quinto tras la descalificación de Landis. Tampoco cumplió las expectativas en la Vuelta de 2006, donde defendía el título. Como el curso anterior, falló en Asturias. En este caso en el alto de La Cobertoria, donde perdió casi media hora respecto a Vinokourov y Valverde. No llegó a Madrid.
"No anticipa mucho y corre el riesgo de dejarse soprender", opina sobre Menchov el periodista Jean-François Quénet. Ése es uno de los defectos que debe pulir si quiere llegar a Madrid con el maillot amarillo. Si desea silenciar a aquellos que le implicaron en la Operación Puerto. Si quiere ganar la Vuelta de otra forma.
"No me gustó ganar así", recuerda siempre el ciclista ruso-navarro, que fue declarado vencedor de la edición de 2005 tras la sanción por dopaje del primero, Roberto Heras, y recibió el maillot amarillo casi un año después.
Menchov quiere ganar la Vuelta de otra forma. Y uno de los días propicios para hacerlo era la llegada de hoy a Arcalís (Andorra). Por eso el ciclista del Rabobank, líder sólido de la carrera, volvió a pactar -como ayer en Cerler- con Leonardo Piepoli, que no paró de atacar y cortar escapadas en los últimos kilómetros, los más duros de ascensión. "Es vergonzoso. Son compras a la cara", criticaba Carlos Sastre. "No he hablado con Leo, él siempre corre así", se defendía Menchov.
Irregular en la montaña
Pero lo cierto es que las decisiones del ciclista italiano beneficiaron al líder, que acabó logrando su cuarta victoria en la Vuelta en un mini sprint con Cadel Evans y Samuel Sánchez. Lejos quedaba ya la escapada inicial de 18 corredores y el anuncio de la retirada de Óscar Freire, que quiere dedicarse a preparar el Mundial de Stuttgart. La ventaja de Menchov sobre sus perseguidores continúa intacta: Efimkin sigue a 2'01'', Evans a 2'27'' y Sastre a 3'02''.
Son diferencias interesantes para un líder que es especialista contra el crono y necesita ser más constante en la montaña. En 2005 Menchov perdió sus opciones de ganar la Vuelta a la primera en la etapa entre la estación Valgrande y Pajares. En el alto de la Colladiella (Asturias) lo perdió todo. Creyó que su equipo le ayudaría a neutralizar a Heras, que se escapó. Pero no fue así y perdió más de cinco minutos.
Un año después fracasó en Los Alpes, en el Tour, poco después de haberse impuesto en Beret. En La Toussuire perdió 1'1'' respecto al líder, Floyd Landis. Un día después, en la etapa que concluía en Morzine, se desfondó: cruzó la meta a 7'24''. Llegó a París sexto, pero pasó a ser quinto tras la descalificación de Landis. Tampoco cumplió las expectativas en la Vuelta de 2006, donde defendía el título. Como el curso anterior, falló en Asturias. En este caso en el alto de La Cobertoria, donde perdió casi media hora respecto a Vinokourov y Valverde. No llegó a Madrid.
"No anticipa mucho y corre el riesgo de dejarse soprender", opina sobre Menchov el periodista Jean-François Quénet. Ése es uno de los defectos que debe pulir si quiere llegar a Madrid con el maillot amarillo. Si desea silenciar a aquellos que le implicaron en la Operación Puerto. Si quiere ganar la Vuelta de otra forma.
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