Apenas hablan, apenas gesticulan, pero se entienden a la perfección. Acaban de pactar. Quien tira se llevará la etapa, quien asiente se lo permitirá. Será el gran beneficiado en la general. El ciclismo no se entiende sin esas pequeñas historias. Nació con ellas. En 1903, en la segunda etapa del primer Tour de Francia, Georget, que había perdido 35 minutos con respecto al líder Maurice Garin, habló con Aucouturier. Un aliado que había abandonado el día anterior y sólo podía optar a ganar etapas. Los dos se presentaron en Marsella con 26 minutos sobre Garin. Algo que no gustó a Henri Desgrange, fundador de la prueba, que decidió que los que no pudiesen luchar por la clasificación saliesen más tarde.
En el Alto de Cerler, en Huesca, el pacto entre Denis Menchov (Rabobank) y Leonardo Piepoli (Saunier Duval) fue menos osado, pero muy efectivo. Quedaban 5 kilómetros para el final de la novena etapa de la Vuelta, el líder Stijn Devolder se había quedado bastante antes. Viendo cómo los favoritos se escapaban, cómo los más modestos le sobrepasaban con facilidad. El ciclista belga perdió más de cuatro minutos. Su gran contrarreloj del día anterior era algo casi inútil.
Sólo algún gesto necesitaron Menchov y Piepoli para decidir que acabarían juntos la jornada. El corredor italiano, 31 años, escalador clásico, cambió el ritmo. Sólo Carlos Sastre y Ezequiel Mosquera tuvieron fuerzas para seguirles. Cruzaron la línea de meta a 16 segundos, muy poco después de que Menchov le diese a su cómplice la aprobación: "Adelante, gana".
Y Piepoli (Chaux-de-Fonds, Suiza, 1971, y nacionalizado italiano) levantó los brazos. Era su segunda gran victoria del año tras su triunfo en el Giro, en el que dio "no positivo" por tomar salbutamol -lo hizo para una alergia-. Para Menchov el premio fue un sólido liderato. El ganador de la Vuelta de 2005 tiene 2'01'' de ventaja sobre Vladimir Efimkin, 2'27'' sobre Evans, y 3'02'' y 4'02'' sobre los únicos que no se descolgaron demasiado, Sastre y Mosquera. El día que Óscar Pereiro, ganador moral del Tour de 2006, se retiró, mermado por una gastrointeritis que le había impedido dormir en los últimos días. "Prefiero retirarme antes de hacer el ridículo", dijo el corredor.
Piepoli se siente cómodo en la montaña, especialmente en el trazado español, donde ha conseguido la gran mayoría de sus triunfos de etapa y de pruebas. Ha ganado varias Vueltas: tres en Aragón (2000, 2001 y 2003), y una en Galicia (1999), Castilla León (1999) y Asturias (2001). También se ha impuesto en una etapa en la Volta a Catalunya o cuatro veces en la subida a Urkiola (Bizkaia).
Al ciclista italiano le costó lograr un triunfo en una de las tres grandes carreras. Lo logró el 12 de septiembre de 2004, hace casi tres años, en el Alto de Aitana (Alicante). En la Vuelta. Aventajó en cuatro segundos a Roberto Heras y en diez a Isidro Nozal, primero y segundo en la general de la edición de 2003. Ese día el estadounidense Floyd Landis conservó su liderato.
Hasta 2006 no volvió a sobresalir en la élite. Lo hizo en el Giro, donde ganó dos etapas. Este año ganó una (Camaiore-Santuario Nostra della Guardia) y rozó otra, en el Monte Zoncolan, donde no pudo con su compatriota Gilberto Simoni. Ahora por fin ya tiene un triunfo en la Vuelta a España. Y Menchov es líder sólido. Ambos sonríen. Forman parte de esas pequeñas historias del ciclismo.
En el Alto de Cerler, en Huesca, el pacto entre Denis Menchov (Rabobank) y Leonardo Piepoli (Saunier Duval) fue menos osado, pero muy efectivo. Quedaban 5 kilómetros para el final de la novena etapa de la Vuelta, el líder Stijn Devolder se había quedado bastante antes. Viendo cómo los favoritos se escapaban, cómo los más modestos le sobrepasaban con facilidad. El ciclista belga perdió más de cuatro minutos. Su gran contrarreloj del día anterior era algo casi inútil.
Sólo algún gesto necesitaron Menchov y Piepoli para decidir que acabarían juntos la jornada. El corredor italiano, 31 años, escalador clásico, cambió el ritmo. Sólo Carlos Sastre y Ezequiel Mosquera tuvieron fuerzas para seguirles. Cruzaron la línea de meta a 16 segundos, muy poco después de que Menchov le diese a su cómplice la aprobación: "Adelante, gana".
Y Piepoli (Chaux-de-Fonds, Suiza, 1971, y nacionalizado italiano) levantó los brazos. Era su segunda gran victoria del año tras su triunfo en el Giro, en el que dio "no positivo" por tomar salbutamol -lo hizo para una alergia-. Para Menchov el premio fue un sólido liderato. El ganador de la Vuelta de 2005 tiene 2'01'' de ventaja sobre Vladimir Efimkin, 2'27'' sobre Evans, y 3'02'' y 4'02'' sobre los únicos que no se descolgaron demasiado, Sastre y Mosquera. El día que Óscar Pereiro, ganador moral del Tour de 2006, se retiró, mermado por una gastrointeritis que le había impedido dormir en los últimos días. "Prefiero retirarme antes de hacer el ridículo", dijo el corredor.
Piepoli se siente cómodo en la montaña, especialmente en el trazado español, donde ha conseguido la gran mayoría de sus triunfos de etapa y de pruebas. Ha ganado varias Vueltas: tres en Aragón (2000, 2001 y 2003), y una en Galicia (1999), Castilla León (1999) y Asturias (2001). También se ha impuesto en una etapa en la Volta a Catalunya o cuatro veces en la subida a Urkiola (Bizkaia).
Al ciclista italiano le costó lograr un triunfo en una de las tres grandes carreras. Lo logró el 12 de septiembre de 2004, hace casi tres años, en el Alto de Aitana (Alicante). En la Vuelta. Aventajó en cuatro segundos a Roberto Heras y en diez a Isidro Nozal, primero y segundo en la general de la edición de 2003. Ese día el estadounidense Floyd Landis conservó su liderato.
Hasta 2006 no volvió a sobresalir en la élite. Lo hizo en el Giro, donde ganó dos etapas. Este año ganó una (Camaiore-Santuario Nostra della Guardia) y rozó otra, en el Monte Zoncolan, donde no pudo con su compatriota Gilberto Simoni. Ahora por fin ya tiene un triunfo en la Vuelta a España. Y Menchov es líder sólido. Ambos sonríen. Forman parte de esas pequeñas historias del ciclismo.
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