La temporada más polémica acabó de la forma más imprevisible. Tanto se habló durante días de conspiraciones internas, del posible sabotaje de McLaren a Fernando Alonso y de los tratos de favor de la FIA a Lewis Hamilton que en Brasil acabó ganando Kimi Raikkonen, que logró su primer mundial. En el circuito de Interlagos triunfó Ferrari.
Inédita fue la reacción de Raikkonen, hombre frío que gesticula más o menos igual si las cosas le funcionan o no. Primero, excitado, se subió a su monoplaza; después, se perdió entre los miembros e invitados de su equipo que le esperaban tras las vallas. Se dejó querer. Acababa de lograr el triunfo más importante de su carrera, un éxito a la constancia: "No hemos perdido la fe en los malos momentos y hemos mejorado el rendimiento". La actuación del finlandés en la recta final del campeonato ha sido excelente, con tres triunfos en las últimas cuatro carreras (Bélgica, China y Brasil).
Posiblemente Raikkonen es el campeón más meritorio. Es el primer piloto en la historia en remontar 29 puntos de desventaja, los que le sacaba Hamilton tras la séptima prueba, el GP de Canadá. El británico sólo pudo ser séptimo en Brasil y acabó el Mundial segundo empatado a 109 con Alonso. Uno menos que el campeón.
Milagro y venganza
Desde España se hablaba de otro milagro para Alonso, que salía cuarto en escenario en el que había logrado sus dos campeonatos en 2005 y 2006. Desde Inglaterra se exigía venganza: Hamilton tenía que minimizar la gran decepción de haber perdido el mundial de rugby ante Sudáfrica. Unos y otros ignoraban al tercer aspirante. A Raikkonen, dos veces subcampeón, sólo superado por el propio Alonso y Michael Schumacher, el mejor piloto de siempre.
El final más inesperado se convirtió en el más lógico en la salida, en la que Hamilton no pudo soportar la presión y perdió prácticamente todas sus opciones. El piloto británico no pudo impedir que Felipe Massa, que partía desde la pole, le taponara para que Raikkonen progresara por la izquierda. Los dos bólidos rojos pasaban a liderar la carrera. Era cuestión de tiempo que el escudero cediera ante el primer piloto. Jean Todt, director deportivo de Ferrari, sonreía. Era el primer paso hacia la gloria para la escudería italiana.
Hamilton se sale del trazado
El siguiente lo dio Alonso, que superó por el interior, en un adelantamiento limpio y perfecto, a su compañero Hamilton. La réplica del británico fue instantánea e irracional: en lugar de conservar ese cuarto puesto, que ya le valía para ser campeón, quiso recuperar lo perdido y acabó saliéndose del trazado por pasarse de frenada. Se reincorporó en la octavo posición. El campeón virtual era Alonso.
Pero lo peor para Hamilton estaba por llegar. En la séptima vuelta tuvo problemas: casi todos los monoplazas le superaban. Parecía que el motor de su coche estaba a punto de romperse, pero lo que realmente pasaba era que la caja de cambios se había puesto en neutro y el joven piloto no sabía cómo solucionar el imprevisto. Cuando desde boxes le explicaron cómo desbloquearla, era ya demasiado tarde. Ocupaba la 18ª posición, necesitaba una remontada épica. Y en parte reaccionó, ya que en ocho giros recuperó seis puestos, mientras Massa y Raikkonen marcaban los mejores parciales y se distanciaban más de Alonso.
El ritmo de los Ferrari
"Sólo he podido seguir el ritmo de los Ferrari en las primeras vueltas. Supongo que entonces estaban cuidando los neumáticos", reconoció el piloto español, que concluyó el GP de Brasil a 57 segundos de Raikkonen. Pero hasta a falta de 19 vueltas Alonso fue el campeón. Hasta que el piloto finlandés salió de boxes por delante de Massa, que había entrado tres vueltas antes y había rodado con tráfico. La estrategia de Ferrari había salido perfecta. Salvo accidente o remontada espectacular de Hamilton, que rodaba séptimo, el mundial era para Ferrari.
Aunque también podían intervenir terceras personas. Como Robert Kubica y Nico Rosberg, enfrascados en luchar por la cuarta posición. Tanto que llegaron a tocarse. Si llegan a abandonar, el Mundial hubiese sido para Hamilton. El leve impacto llegó a falta de dos vueltas... Pero nada cambió. Raikkonen ganó, le secundó Massa. El finlandés era el campeón de un mundial que McLaren, especialmente Ron Dennis, no ha sabido gestionar.
1 comentario :
Ya lo dijo Dennis en China: el rival de McLaren era Fernando, no Kimi ("we weren't racing Kimi, we were racing Fernando"). Un equipo contra su piloto y un piloto contra su equipo. Al final gana el otro, claro. En Japón y China Fernando se vio perjudicado en la calificación por la errónea presión de los neumático. Condenado así a no poder pelear por el Mundial, los fallos de Hamilton en las dos últimas carreras le sirvieron el mundial en bandeja a Kimi.¡Qué desastre, Dios mío! ¡Qué desastre!
Publicar un comentario