Su físico, un cuerpo delgado de apenas 1'67 metros y una cara tan blanca que parece enfermiza, le aparta de ser un icono publicitario. Su talento, basado una contundente sencillez, le acerca a mitos como Steffi Graf o Martina Navratilova. Justine Henin (Lieja, Bélgica, 1982) es la mejor tenista del mundo. Lo es con más razones tras lograr su segunda victoria consecutiva en el Másters ante María Sharapova, pura elegancia, absoluta potencia. Su antítesis. En Madrid la tenista belga ganó a la rusa una final que duró casi tres horas y media (5-7, 7-5 y 6-3) y prolongó una temporada difícilmente superable, en la que ha ganado diez de los 14 torneos que ha disputado, entre ellos Roland Garros y el US Open, y se ha impuesto en el 94% de los partidos. Un 2007 que empezó mal tras su divorcio y continuó con el acercamiento con su padre, con el que no se hablaba desde hacía siete años.
No es un prodigio de fuerza, pero con su revés a una mano la tenista belga consigue cambiar la velocidad de la bola sin demasiado esfuerzo. Henin compensa su falta de músculo y altura a base de estrategia, colocación y rapidez de movimientos. "No me preocupan mis fallos, sino provocarlos en la rival": ésa es su filosofía de juego. Así desesperó en semifinales a Ana Ivanovic, la primera rival que realmente le puso en aprietos durante el Másters. La tenista serbia logró igualarle tres juegos en contra en el segundo set y desconcertarla (hasta nueve dobles faltas cometió Henin). En la final claudicó Sharapova, cuyo juego estuvo más próximo a la contundencia de hace dos años que a la actual irregularidad marcada por las continuas lesiones.
"Un partido que nadie olvidará"
No celebró demasiado Henin esos triunfos tan trabajados. Apenas resopló un par de veces de alivio tras ganar a Ivanovic. Tampoco se excedió tras ganar el Másters. "Ha sido un partido que nadie olvidará nunca. Estoy muy contenta, pero aún me queda mucho por mejorar", zanjó, ahora sí emocionada, la tenista belga. Se había dejado llevar: a veces parece que cuente sus gestos y controle cuáles deben ser sus reacciones en cada momento.
Quizás la vida le ha hecho consolidar su carácter individualista y reservado. Henin ha sufrido mucho: pasó un infierno viendo morir a su madre, Françoise Rosière, cuando tan sólo tenía 12 años. Nunca se llevó bien con su padre, José Henin, con el que estuvo mucho tiempo sin relacionarse y al que llegó a acusar de abusar de ella de pequeña. Su hermana Florence murió atropellada por un conductor borracho y, en 2001, su abuelo, George Rosière, falleció de un infarto poco antes de que la tenista jugase ante Serena Williams la final de Wimbledon, el único Grand Slam que aún no ha ganado.
Su separación
Henin se pasó gran parte del 2004 encerrada en casa, tras contraer un citomegalovirus, de la familia del herpes. Tan sólo veía al que entonces era su marido, Pierre-Yves Hardenne, del que se separó a principios de este año. Descentrada y hundida, Henin decidió tomarse un tiempo y abandonar el tenis. Renunció a participar en el Abierto de Australia, en el que tenía que defender muchos puntos por haber sido finalista en 2006. María Sharapova aprovechó su ausencia y, pese a perder la final ante Serena Williams, le arrebató el número uno mundial. Una posición a la que había llegado tras ganar el Másters del año pasado sin ser favorita. Llevaba dos meses sin competir por una lesión.
La vuelta al circuito
"Volveré cuanto antes", se apresuró a decir Henin. Lo hizo muy rápido, en febrero en el Open de París, en el que perdió en semifinales ante Lucie Safarova. Ganó en Dubai y Qatar, perdió la final de Miami ante Serena Williams, se impuso en Varsovia y fue eliminada en semifinales en Berlín. Estaba claro: había vuelto.
Su gran reto era ganar su cuarto Roland Garros, su torneo favorito. Lo logró tras vencer en la final a Ana Ivanovic. "Dedico esta victoria a alguien que está en el cielo y que desde allí me protege", dijo Henin al público de la Philippe Chatrier mientras señalaba arriba, hacia su madre, a la que de niño prometió que algún día ganaría allí. Por eso en 2003 cuando se impuso por primera vez ante su compatriota Kim Clijsters (entonces número uno) se llevó la réplica del trofeo a la tumba de su protectora: "Te lo dije".
El 2007 ha confirmado que Henin sigue siendo la mejor. La número uno mundial se aleja de los flashes y cada vez más se aproxima hacia su gran ídolo, la alemana Steffi Graf. "Lo mío es el deporte, la competición. Por eso estoy aquí, no para que se den la vuelta cuando paso", explicaba el pasado martes en El País esta campeona diferente.
No es un prodigio de fuerza, pero con su revés a una mano la tenista belga consigue cambiar la velocidad de la bola sin demasiado esfuerzo. Henin compensa su falta de músculo y altura a base de estrategia, colocación y rapidez de movimientos. "No me preocupan mis fallos, sino provocarlos en la rival": ésa es su filosofía de juego. Así desesperó en semifinales a Ana Ivanovic, la primera rival que realmente le puso en aprietos durante el Másters. La tenista serbia logró igualarle tres juegos en contra en el segundo set y desconcertarla (hasta nueve dobles faltas cometió Henin). En la final claudicó Sharapova, cuyo juego estuvo más próximo a la contundencia de hace dos años que a la actual irregularidad marcada por las continuas lesiones.
"Un partido que nadie olvidará"
No celebró demasiado Henin esos triunfos tan trabajados. Apenas resopló un par de veces de alivio tras ganar a Ivanovic. Tampoco se excedió tras ganar el Másters. "Ha sido un partido que nadie olvidará nunca. Estoy muy contenta, pero aún me queda mucho por mejorar", zanjó, ahora sí emocionada, la tenista belga. Se había dejado llevar: a veces parece que cuente sus gestos y controle cuáles deben ser sus reacciones en cada momento.
Quizás la vida le ha hecho consolidar su carácter individualista y reservado. Henin ha sufrido mucho: pasó un infierno viendo morir a su madre, Françoise Rosière, cuando tan sólo tenía 12 años. Nunca se llevó bien con su padre, José Henin, con el que estuvo mucho tiempo sin relacionarse y al que llegó a acusar de abusar de ella de pequeña. Su hermana Florence murió atropellada por un conductor borracho y, en 2001, su abuelo, George Rosière, falleció de un infarto poco antes de que la tenista jugase ante Serena Williams la final de Wimbledon, el único Grand Slam que aún no ha ganado.
Su separación
Henin se pasó gran parte del 2004 encerrada en casa, tras contraer un citomegalovirus, de la familia del herpes. Tan sólo veía al que entonces era su marido, Pierre-Yves Hardenne, del que se separó a principios de este año. Descentrada y hundida, Henin decidió tomarse un tiempo y abandonar el tenis. Renunció a participar en el Abierto de Australia, en el que tenía que defender muchos puntos por haber sido finalista en 2006. María Sharapova aprovechó su ausencia y, pese a perder la final ante Serena Williams, le arrebató el número uno mundial. Una posición a la que había llegado tras ganar el Másters del año pasado sin ser favorita. Llevaba dos meses sin competir por una lesión.
La vuelta al circuito
"Volveré cuanto antes", se apresuró a decir Henin. Lo hizo muy rápido, en febrero en el Open de París, en el que perdió en semifinales ante Lucie Safarova. Ganó en Dubai y Qatar, perdió la final de Miami ante Serena Williams, se impuso en Varsovia y fue eliminada en semifinales en Berlín. Estaba claro: había vuelto.
Su gran reto era ganar su cuarto Roland Garros, su torneo favorito. Lo logró tras vencer en la final a Ana Ivanovic. "Dedico esta victoria a alguien que está en el cielo y que desde allí me protege", dijo Henin al público de la Philippe Chatrier mientras señalaba arriba, hacia su madre, a la que de niño prometió que algún día ganaría allí. Por eso en 2003 cuando se impuso por primera vez ante su compatriota Kim Clijsters (entonces número uno) se llevó la réplica del trofeo a la tumba de su protectora: "Te lo dije".
El 2007 ha confirmado que Henin sigue siendo la mejor. La número uno mundial se aleja de los flashes y cada vez más se aproxima hacia su gran ídolo, la alemana Steffi Graf. "Lo mío es el deporte, la competición. Por eso estoy aquí, no para que se den la vuelta cuando paso", explicaba el pasado martes en El País esta campeona diferente.
2 comentarios :
Hola Toni, gracias por tus crónicas. Aunque no deje comentarios me los voy mirando y me siguen gustando. Ahora espero el que seguro que estás preparando sobre el Másters de Shangai, con ese super clase total que es Federer ¡qué pasada de jugador! Recuerdo a Borg, a McEnroe, a Connors, a Wilander, a Lendl, a Becker. Con todo lo peligrosas que son las comparaciones anacrónicas, creo que Federes es mejor que todos ellos. Qué gusto verle jugar... Espero tu crónica!
Saludos.
Gracias a ti por leer este blog, Rafael. Federer es un fuera de serie: apenas se desgasta, es casi perfecto. Este año ha perdido los mismos partidos que entre 2005 y 2006, pero sigue siendo el mejor. Lástima que Ferrer no se resistiera algo más. Sobre el artículo que he perpretado, creo que me ha quedado demasiado largo. Espero que tengas paciencia.
Un saludo,
Toni
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