Llegó. El Barça perdió en el Palau seis meses y medio después de ceder la Liga ACB ante el Real Madrid. Cayó ante el actual campeón de la Euroliga, el Panathinaikos (55-56), que en Barcelona se asemejó más a un equipo vulgar que al grupo al que muchos señalan como el gran favorito para ganar el torneo y marcar una época. No se exhibió el grupo de Zeljko Obradovic, que acabó ganando el partido pese a todo. Pese a su pírrico acierto de dos (siete aciertos por 34 intentos), pese a que Sarunas Jasikevicius se quedara en cuatro puntos y Vassilis Spanoulis, en ocho (3 de 17 en tiros de campo entre ambos). También pese al gran partido de Roger Grimau (17 puntos y siete rebotes), que acabó siendo decisivo para lo bueno y pagó demasiado castigo por lo malo. Primero, con siete puntos consecutivos, guió al Barça hacia su máxima diferencia (29-18, minuto 18); después perdió la pelota en el penúltimo ataque y falló su segundo tiro libre, el que hubiese forzado la prórroga. El rebote fue para Jaka Lakovic, que recibió un tapón. Gianluca Basile se hizo con el rechace, pero erró el triple.
Por nombres y talento el Panathinaikos tiene, de largo, la plantilla más completa de Europa. Pero en el Palau tan sólo un jugador, Kostas Tsartsaris, pasó de nueve puntos. El ala-pívot griego anotó 20, destacando sobre todo en el primer cuarto, cuando sumó 12 puntos, con un 3 de 4 en triples. Tsartsaris hacía de Diamantis, bien defendido por Basile, y era el único que rentabilizaba la poca convicción del Barça en defensa, que en los primeros cinco minutos ya había cedido hasta cuatro rebotes en su canasta. Un regalo para el actual campeón de la Euroliga un día normal, casi una anécdota hoy, porque a excepción de Tsartsaris, los demás acumulaban tantos fallos en situaciones cómodas, para analizar.
Kasun y Vázquez
Perdía pelotas con facilidad el Barça, que se sostenía con la compenetración de su pareja interior titular. Tanto Mario Kasun como Fran Vázquez cumplieron en el período inicial: anotaron entre los dos 8 de los 15 puntos de su equipo (15-16).
Tenía el partido esa intensidad que proporciona el desconcierto y refuerza el desacierto. No ganaba la defensa, sino que el ataque se autodestruía. Así que entre estrellas como Jasikevicius, Lakovic o Batiste apareció Grimau, el jugador al que tras su llegada al Barça en 2003 se le atribuye un rol de revulsivo.
El suplente
La figura del suplente es rica. Suele caer bien y si tiene un mínimo de carisma y sabe cumplir con sus pocos minutos es claro candidato a ser uno de los más queridos por los aficionados. Grimau, especialmente este año, cumple los requisitos. Aporta garra e intensidad aunque sus compañeros vagueen (como en Menorca) y sabe asumir la responsabilidad de líder que teóricamente no le corresponde. Tras su gran partido ante el Iurbentia Bilbao, repitió virtudes ante el Panathinaikos.
No es Grimau un jugador de jugadas demasiado estéticas, es más de brega, de cometer personales por torpeza o por defender al límite. Tiene un buen tiro desde 6'25 (casi un 42% en la Euroliga, mermado por el 1 de 5 ante el conjunto griego) y su gran virtud son las penetraciones, las entradas en contraataque. Le bastaron dos minutos para volver a demostrar esa habilidad. Anotó tres contras consecutivas. La última, con tiro adicional, obligó a Obradovic a sentar en el banquillo a Batiste, cargado con dos personales (22-18, minuto 13). A su lado, Jasikevicius tiraba la toalla al suelo. Estaba frustrado.
La máxima ventaja local
Se descompuso el Panathinaikos y el Barça con poco, una buena defensa y un ataque menos malo, logró un parcial de 14-0 y su máxima renta (29-18, minuto 18) tras un triple de Lakovic, que tan sólo anotó nueve puntos. En la siguiente jugada respondió, también desde 6'25, Diamantidis. El MVP de la pasada Final Four de Atenas sumó seis de los ¡siete! puntos de su equipo en el segundo cuarto. Un despropósito que el conjunto azulgrana no supo aprovechar: 31-23 al descanso.
En la reanudación reaccionó el grupo de Obradovic, impulsado por su director por excelencia, Jasikevicius, y Spanoulis, que tiene la facultad de estar mucho tiempo desaparecido y encadenar varias canastas seguidas y decisivas. Ninguno de los dos había anotado en la primera parte (0 de 4 en tiros de campo para ambos). Su mediocre aportación, 12 puntos entre ambos, acabó siendo fundamental ante un Barça obligado a alargar hasta el límite sus posesiones, condicionado por la defensa de manual de su rival. Así que del 38-30 tras una canasta de Mario Kasun se pasó a un 40-44 (parcial de 2-14), tras dos triples consecutivos de Dimos Dikoudis y Nikos Hatzivrettas.
El siguiente golpe fue del Barça. Ése era el sino del partido. El grupo de Dusko Ivanovic acumuló un parcial de 11-0, cerrado por lanzamiento de tres de Pepe Sánchez y una entrada de Grimau (51-44, minuto 33). Replicó de nuevo el conjunto griego con un 0-8 al que respondió Grimau con su primer triple. Quedaban 3'40'', pero el Barça sólo volvería a anotar un punto más. El primero de los dos que tuvo Grimau tras recibir la personal de Batiste a ocho segundos para el final.
Kasun y Vázquez
Perdía pelotas con facilidad el Barça, que se sostenía con la compenetración de su pareja interior titular. Tanto Mario Kasun como Fran Vázquez cumplieron en el período inicial: anotaron entre los dos 8 de los 15 puntos de su equipo (15-16).
Tenía el partido esa intensidad que proporciona el desconcierto y refuerza el desacierto. No ganaba la defensa, sino que el ataque se autodestruía. Así que entre estrellas como Jasikevicius, Lakovic o Batiste apareció Grimau, el jugador al que tras su llegada al Barça en 2003 se le atribuye un rol de revulsivo.
El suplente
La figura del suplente es rica. Suele caer bien y si tiene un mínimo de carisma y sabe cumplir con sus pocos minutos es claro candidato a ser uno de los más queridos por los aficionados. Grimau, especialmente este año, cumple los requisitos. Aporta garra e intensidad aunque sus compañeros vagueen (como en Menorca) y sabe asumir la responsabilidad de líder que teóricamente no le corresponde. Tras su gran partido ante el Iurbentia Bilbao, repitió virtudes ante el Panathinaikos.
No es Grimau un jugador de jugadas demasiado estéticas, es más de brega, de cometer personales por torpeza o por defender al límite. Tiene un buen tiro desde 6'25 (casi un 42% en la Euroliga, mermado por el 1 de 5 ante el conjunto griego) y su gran virtud son las penetraciones, las entradas en contraataque. Le bastaron dos minutos para volver a demostrar esa habilidad. Anotó tres contras consecutivas. La última, con tiro adicional, obligó a Obradovic a sentar en el banquillo a Batiste, cargado con dos personales (22-18, minuto 13). A su lado, Jasikevicius tiraba la toalla al suelo. Estaba frustrado.
La máxima ventaja local
Se descompuso el Panathinaikos y el Barça con poco, una buena defensa y un ataque menos malo, logró un parcial de 14-0 y su máxima renta (29-18, minuto 18) tras un triple de Lakovic, que tan sólo anotó nueve puntos. En la siguiente jugada respondió, también desde 6'25, Diamantidis. El MVP de la pasada Final Four de Atenas sumó seis de los ¡siete! puntos de su equipo en el segundo cuarto. Un despropósito que el conjunto azulgrana no supo aprovechar: 31-23 al descanso.
En la reanudación reaccionó el grupo de Obradovic, impulsado por su director por excelencia, Jasikevicius, y Spanoulis, que tiene la facultad de estar mucho tiempo desaparecido y encadenar varias canastas seguidas y decisivas. Ninguno de los dos había anotado en la primera parte (0 de 4 en tiros de campo para ambos). Su mediocre aportación, 12 puntos entre ambos, acabó siendo fundamental ante un Barça obligado a alargar hasta el límite sus posesiones, condicionado por la defensa de manual de su rival. Así que del 38-30 tras una canasta de Mario Kasun se pasó a un 40-44 (parcial de 2-14), tras dos triples consecutivos de Dimos Dikoudis y Nikos Hatzivrettas.
El siguiente golpe fue del Barça. Ése era el sino del partido. El grupo de Dusko Ivanovic acumuló un parcial de 11-0, cerrado por lanzamiento de tres de Pepe Sánchez y una entrada de Grimau (51-44, minuto 33). Replicó de nuevo el conjunto griego con un 0-8 al que respondió Grimau con su primer triple. Quedaban 3'40'', pero el Barça sólo volvería a anotar un punto más. El primero de los dos que tuvo Grimau tras recibir la personal de Batiste a ocho segundos para el final.
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