Nunca fue un hombre de demasiadas palabras. Cuando Roberto Heras (Béjar, Salamanca, 1974) ganó su cuarta Vuelta a España, algo que nadie había logrado, no alardeó de nada. Apenas explicó las claves de su victoria, su caída camino de Burgos, su inesperada exhibición en Pajares. Apenas movió los párpados en las instantáneas aquella tarde de domingo de septiembre de 2005.
Hablaba Heras de futuro, justificaba su pasado: "Creo que mi problema en el Tour de Francia es que llego con pocos días de competición. Ir al Giro me puede ayudar". Pronto tuvo que replantearse sus planes, a principios de noviembre de aquel año se hizo público su positivo por EPO en la penúltima etapa de la Vuelta, una contrarreloj disputada entre Guadalajara y Alcalá de Henares.
"Es un trampas"
Había pasado Heras de campeón ejemplar, gran escalador, cumplidor gregario de Lance Armstrong y ciclista desaprovechado en general, a presunto tramposo. Alguien a la altura de Johann Muehlegg, aquel esquiador alemán nacionalizado que fue bautizado como Juanito por morirse por el jamón y conseguir medallas con España y que volvió a ser Johann cuando dio positivo y le fueron retirados sus tres oros. "Es un trampas", así le definió entonces uno de sus valores, el director general de la Vuelta Víctor Cordero cuando un par de semanas después se comunicaba el resultado del contraanálisis: positivo otra vez. Heras cruzaba sus brazos. Acababa de perder su cuarta Vuelta. El récord. Quizás la credibilidad.
"El método no reúne las garantías necesarias. Ha habido muchos antecedentes erróneos y no es preciso ni fiable", sentenciaba el corredor, mientras avisaba que "no pienso en la retirada, sino en luchar hasta el final para demostrar mi inocencia". Su sanción fue de dos años, y, en medio, se anunció que era uno de los implicados en la Operación Puerto. El segundo de la Vuelta, el ruso Denis Menchov, sería proclamado vencedor de la prueba en febrero de 2006.
Fin del castigo
El pasado 27 de octubre se cumplió el castigo para el salmantino, que ya había avanzado días antes al diario 20 minutos que estaba dispuesto a volver. "Me lo pide el cuerpo", sintetizaba Heras, que reconocía que había una pequeña toma de contacto con uno de los equipos modestos que le pretendían, el Fuerteventura. No lo decía, pero era un lugar muy menor para alguien con su palmarés. Tampoco el sueldo podría ser el deseado.
Heras se vio alejado de las mejores pruebas, de los más selectos (o promocionados) rivales. Se imaginó pedaleando para un equipo continental en países con poca o nula tradición ciclista. Sabía que ningún equipo Pro Tour le iba a realizar oferta alguna, ya que los implicados en el dopaje deben cumplir dos años de sanción y tienen otros dos de veto a los conjuntos de élite. Es el código ético que acaban aprobando los equipos, que son, al fin y al cabo, los que fomentan las trampas. Por todo eso Heras sopesó su decisión y a finales de diciembre se sinceró con el periodista Josu Garai en Marca: "He tirado la toalla, es definitivo. Me hacía ilusión volver, pero de ninguna manera estaba dispuesto a consentir que se aprovecharan de mi situación".
Hombre de Vuelta
Se ha ido Heras, uno de los iconos del ciclismo español de finales del siglo XX y principios del XXI. Hombre de Vuelta casi por devoción, el ciclista salmantino ganó tres (2000, 2003 y 2004), le quitaron una (2005) y perdió otra (2002). Su debut en la prueba fue excelente, pese a su inexperiencia en la élite. En 1997, en su segundo año como profesional, quedó quinto en su debut en la Vuelta, que se adjudicó el suizo Alex Zülle.
Tan sólo tardaría tres cursos más en ganarla tras una exhibición en el mítico e inhumano Angliru. El 13 de septiembre de 2000 Heras asombró a todos, posiblemente a sí mismo. No respondió al ataque, a tres kilómetros de la ascensión, de Gilberto Simoni: era un esfuerzo innecesario, el italiano estaba a más de 40 minutos en la general. Sí reaccionó ante Fernando Escartín primero y al inhumano arreón de Pavel Tonkov después. El objetivo de Heras era descolgar a Ángel Casero, su máximo rival, para evitarse problemas en la última crono. Y lo logró de sobras, concluyó segundo a 2'58'' de Simoni y 3'41'' antes que su máximo oponente, que se cayó. La Vuelta era para Heras, que no tardó ni un mes en fichar por el US Postal de Lance Armstong.
Casero gana esta vez
Se vengó Casero la siguiente edición, en 2001: se impuso a Óscar Sevilla y Heras sólo fue cuarto. Tampoco ganó el ciclista salmantino la edición siguiente, donde vivió la experiencia más dura de su carrera. "Aún sueño con aquella crono", ha dicho y no se cansa de decir Heras. Aquel domingo 29 de septiembre de 2002 Heras claudicó el último día, en una contrarreloj de 41 km. que finalizaba en el Santiago Bernabéu. Aitor González, el gregario rebelde de Óscar Sevilla en el Kelme al que atacó con éxito en el Angliru, se llevaba la Vuelta con autoridad. Le sacó 3'22'' el epílogo.
Invirtió el desanlace Heras la temporada siguiente, en 2003. Esta vez el rival era el sorprendente Isidro Nozal, un líder nada mediático que nunca más apareció -¿misterios de los laboratorios?- y que llegó a tener una ventaja de 5'13''. Nozal tenía 1'55'' en la penúltima etapa, una cronoescalada en Abantos, pero Heras remontó hasta sacarle 28'' en la general. Ya tenía su segunda Vuelta.
Santi Pérez, rival inesperado
En 2004 no tuvo que esforzarse tanto Heras en la última crono para ganar su tercera grande. Entonces sólo cedió 13'' en la última contrarreloj de Madrid respecto a otro ciclista efímero, Santi Pérez, y acabó ganando la prueba por poco más de medio minuto. La tradicional exhibición del salmantino llegó en una cima inédita, la de Calar Alto, en Almería, donde logró una gran victoria.
"Es la mejor carrera de mi vida", así definió Heras su etapa en Pajares, donde se aseguró su efímera victoria de la edición de 2005 de la Vuelta. Se impuso arriesgando en el descenso en La Colladiela, un lugar desconocido, peligroso. El salamantino reconoció que pasó miedo. Algo. "Nos adelantó como una flecha", resumió el ya ex corredor Fernando Escartín, que vio pasar a Heras mientras conducía un coche de invitados. Denis Menchov llegó a 5'17''. El positivo y el contraanálisis convirtieron a la etapa de Pajares en una exhibición fantasma. Parece que nunca llegó a pasar.
Su trayectoria en el Tour
Fue Heras otro corredor distinto en el Tour, en el que, curiosamente, sólo pudo sobresalir el año de su debut, en 2000 con el Kelme. Fichó por el US Postal de Lance Armstrong, que llegó a definirle como "el mejor escalador del mundo". Una gran oferta del conjunto del norteamericano, que esa temporada ganó el segundo de sus siete Tour, le convenció: renunciaba a ser el líder del Kelme y un aspirante a la victoria final para pasar a ser el ayudante del ciclista del momento.
Armstrong prefería tener como aliado y no como rival a aquel ciclista descarado que le había descolocado en Morzine. A aquel escalador ambicioso que llegó a los últimos metros del descenso del Joux Plane, el último puerto alpino de la prueba, y se cayó. En una curva, mientras pugnaba con Richard Virenque, rehabilitado tras el Escándalo Festina. Cuando estaba a punto de luchar por su primera etapa en Francia. Nunca ganaría allí. Con el US Postal quedaría 15º en 2001, 9º en 2002 y 34º en 2003.
Tampoco en el Liberty
"En 2005 puedo aspirar a ganar el Tour", se cansó de repetir Heras. Pudo intentarlo un año antes: Manolo Saiz le fichó para el Liberty Seguros. Pero en 2004 tampoco llegó su momento, y abandonó tras haber perdido más de cinco minutos en Alpe d'Huez. Y en 2005 tan sólo fue 45º. Meses después sería señalado como tramposo en la Vuelta y llegaría la sanción.
Heras se enamoró del ciclismo con 14 años viendo a pedalear a su paisano Lale Cubino por Béjar como líder de la Vuelta de 1988. Entonces decidió que su futuro sería ése. Tenía ilusión por un mundo que quería conocer por dentro. Ahora, dos décadas después, se marcha decepcionado: "Tal y como está este deporte es lo mejor para mí". Su adiós era inevitable.
Hablaba Heras de futuro, justificaba su pasado: "Creo que mi problema en el Tour de Francia es que llego con pocos días de competición. Ir al Giro me puede ayudar". Pronto tuvo que replantearse sus planes, a principios de noviembre de aquel año se hizo público su positivo por EPO en la penúltima etapa de la Vuelta, una contrarreloj disputada entre Guadalajara y Alcalá de Henares.
"Es un trampas"
Había pasado Heras de campeón ejemplar, gran escalador, cumplidor gregario de Lance Armstrong y ciclista desaprovechado en general, a presunto tramposo. Alguien a la altura de Johann Muehlegg, aquel esquiador alemán nacionalizado que fue bautizado como Juanito por morirse por el jamón y conseguir medallas con España y que volvió a ser Johann cuando dio positivo y le fueron retirados sus tres oros. "Es un trampas", así le definió entonces uno de sus valores, el director general de la Vuelta Víctor Cordero cuando un par de semanas después se comunicaba el resultado del contraanálisis: positivo otra vez. Heras cruzaba sus brazos. Acababa de perder su cuarta Vuelta. El récord. Quizás la credibilidad.
"El método no reúne las garantías necesarias. Ha habido muchos antecedentes erróneos y no es preciso ni fiable", sentenciaba el corredor, mientras avisaba que "no pienso en la retirada, sino en luchar hasta el final para demostrar mi inocencia". Su sanción fue de dos años, y, en medio, se anunció que era uno de los implicados en la Operación Puerto. El segundo de la Vuelta, el ruso Denis Menchov, sería proclamado vencedor de la prueba en febrero de 2006.
Fin del castigo
El pasado 27 de octubre se cumplió el castigo para el salmantino, que ya había avanzado días antes al diario 20 minutos que estaba dispuesto a volver. "Me lo pide el cuerpo", sintetizaba Heras, que reconocía que había una pequeña toma de contacto con uno de los equipos modestos que le pretendían, el Fuerteventura. No lo decía, pero era un lugar muy menor para alguien con su palmarés. Tampoco el sueldo podría ser el deseado.
Heras se vio alejado de las mejores pruebas, de los más selectos (o promocionados) rivales. Se imaginó pedaleando para un equipo continental en países con poca o nula tradición ciclista. Sabía que ningún equipo Pro Tour le iba a realizar oferta alguna, ya que los implicados en el dopaje deben cumplir dos años de sanción y tienen otros dos de veto a los conjuntos de élite. Es el código ético que acaban aprobando los equipos, que son, al fin y al cabo, los que fomentan las trampas. Por todo eso Heras sopesó su decisión y a finales de diciembre se sinceró con el periodista Josu Garai en Marca: "He tirado la toalla, es definitivo. Me hacía ilusión volver, pero de ninguna manera estaba dispuesto a consentir que se aprovecharan de mi situación".
Hombre de Vuelta
Se ha ido Heras, uno de los iconos del ciclismo español de finales del siglo XX y principios del XXI. Hombre de Vuelta casi por devoción, el ciclista salmantino ganó tres (2000, 2003 y 2004), le quitaron una (2005) y perdió otra (2002). Su debut en la prueba fue excelente, pese a su inexperiencia en la élite. En 1997, en su segundo año como profesional, quedó quinto en su debut en la Vuelta, que se adjudicó el suizo Alex Zülle.
Tan sólo tardaría tres cursos más en ganarla tras una exhibición en el mítico e inhumano Angliru. El 13 de septiembre de 2000 Heras asombró a todos, posiblemente a sí mismo. No respondió al ataque, a tres kilómetros de la ascensión, de Gilberto Simoni: era un esfuerzo innecesario, el italiano estaba a más de 40 minutos en la general. Sí reaccionó ante Fernando Escartín primero y al inhumano arreón de Pavel Tonkov después. El objetivo de Heras era descolgar a Ángel Casero, su máximo rival, para evitarse problemas en la última crono. Y lo logró de sobras, concluyó segundo a 2'58'' de Simoni y 3'41'' antes que su máximo oponente, que se cayó. La Vuelta era para Heras, que no tardó ni un mes en fichar por el US Postal de Lance Armstong.
Casero gana esta vez
Se vengó Casero la siguiente edición, en 2001: se impuso a Óscar Sevilla y Heras sólo fue cuarto. Tampoco ganó el ciclista salmantino la edición siguiente, donde vivió la experiencia más dura de su carrera. "Aún sueño con aquella crono", ha dicho y no se cansa de decir Heras. Aquel domingo 29 de septiembre de 2002 Heras claudicó el último día, en una contrarreloj de 41 km. que finalizaba en el Santiago Bernabéu. Aitor González, el gregario rebelde de Óscar Sevilla en el Kelme al que atacó con éxito en el Angliru, se llevaba la Vuelta con autoridad. Le sacó 3'22'' el epílogo.
Invirtió el desanlace Heras la temporada siguiente, en 2003. Esta vez el rival era el sorprendente Isidro Nozal, un líder nada mediático que nunca más apareció -¿misterios de los laboratorios?- y que llegó a tener una ventaja de 5'13''. Nozal tenía 1'55'' en la penúltima etapa, una cronoescalada en Abantos, pero Heras remontó hasta sacarle 28'' en la general. Ya tenía su segunda Vuelta.
Santi Pérez, rival inesperado
En 2004 no tuvo que esforzarse tanto Heras en la última crono para ganar su tercera grande. Entonces sólo cedió 13'' en la última contrarreloj de Madrid respecto a otro ciclista efímero, Santi Pérez, y acabó ganando la prueba por poco más de medio minuto. La tradicional exhibición del salmantino llegó en una cima inédita, la de Calar Alto, en Almería, donde logró una gran victoria.
"Es la mejor carrera de mi vida", así definió Heras su etapa en Pajares, donde se aseguró su efímera victoria de la edición de 2005 de la Vuelta. Se impuso arriesgando en el descenso en La Colladiela, un lugar desconocido, peligroso. El salamantino reconoció que pasó miedo. Algo. "Nos adelantó como una flecha", resumió el ya ex corredor Fernando Escartín, que vio pasar a Heras mientras conducía un coche de invitados. Denis Menchov llegó a 5'17''. El positivo y el contraanálisis convirtieron a la etapa de Pajares en una exhibición fantasma. Parece que nunca llegó a pasar.
Su trayectoria en el Tour
Fue Heras otro corredor distinto en el Tour, en el que, curiosamente, sólo pudo sobresalir el año de su debut, en 2000 con el Kelme. Fichó por el US Postal de Lance Armstrong, que llegó a definirle como "el mejor escalador del mundo". Una gran oferta del conjunto del norteamericano, que esa temporada ganó el segundo de sus siete Tour, le convenció: renunciaba a ser el líder del Kelme y un aspirante a la victoria final para pasar a ser el ayudante del ciclista del momento.
Armstrong prefería tener como aliado y no como rival a aquel ciclista descarado que le había descolocado en Morzine. A aquel escalador ambicioso que llegó a los últimos metros del descenso del Joux Plane, el último puerto alpino de la prueba, y se cayó. En una curva, mientras pugnaba con Richard Virenque, rehabilitado tras el Escándalo Festina. Cuando estaba a punto de luchar por su primera etapa en Francia. Nunca ganaría allí. Con el US Postal quedaría 15º en 2001, 9º en 2002 y 34º en 2003.
Tampoco en el Liberty
"En 2005 puedo aspirar a ganar el Tour", se cansó de repetir Heras. Pudo intentarlo un año antes: Manolo Saiz le fichó para el Liberty Seguros. Pero en 2004 tampoco llegó su momento, y abandonó tras haber perdido más de cinco minutos en Alpe d'Huez. Y en 2005 tan sólo fue 45º. Meses después sería señalado como tramposo en la Vuelta y llegaría la sanción.
Heras se enamoró del ciclismo con 14 años viendo a pedalear a su paisano Lale Cubino por Béjar como líder de la Vuelta de 1988. Entonces decidió que su futuro sería ése. Tenía ilusión por un mundo que quería conocer por dentro. Ahora, dos décadas después, se marcha decepcionado: "Tal y como está este deporte es lo mejor para mí". Su adiós era inevitable.
1 comentario :
Gran artículo, gran ciclista y gran pérdida.
Es una auténtica lástima lo que le está pasando al ciclismo, ¿quién es el culpable?, no lo sé, pero seguro que los ciclistas no.
Se ha ido el mejor ciclista español de los últimos años, esperemos que volvamos a tener alguno que de la talla. Contador es lo más parecido, gran ciclista, inteligente en la carretera y buena persona. Suerte a todos por que la van a necesitar.
PD: Ánimo Rober, lo que has logrado nadie te lo puede quitar.
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