Massa aparca las críticas tras su sencillo triunfo en el GP de Bahréin y Alonso acaba décimo

Massa festeja en el podio su triunfo en el circuito de Bahréin -EFE.

A veces la historia es cíclica. La trayectoria deportiva de Felipe Massa (Sao Paulo, Brasil, 1981) va íntimamente ligada a un circuito en medio del desierto, a una excentricidad del petrodólar y de los grandes magnates de la Fórmula 1. Los problemas del piloto brasileño, siempre secundario en Ferrari primero ante Michael Schumacher y ahora ante Kimi Raikkonen, acaban minimizándose en un trazado con restos de arena y en un podio sin champagne y con warrd, bebida hecha a base de dáctiles y agua de rosas. Como el año pasado Massa llegó a Bahréin cuestionado. Como entonces ha logrado una victoria sencilla e irrebatible, por delante de su compañero Raikkonen, nuevo líder del Mundial con 19 puntos, y Robert Kubica, segundo y tercero respectivamente. Fernando Alonso acabó décimo y Lewis Hamilton, 13º. Ambos protagonizaron la imagen del día: el británico embistió por detrás al R28 del español y tuvo que pasar por boxes.

"Ya ha gastado sus comodines", advertía Schumacher tras las dos primeras carreras de Massa, en las que ni puntuó ni pudo acabar. "Estas últimas semanas han sido duras para mí. No han sido las mejores ni las más agradables de mi vida, desde luego", explicaba Massa tras conseguir una victoria sin discusión y sin apuros. De hecho, el piloto brasileño sólo tuvo que hacer un adelantamiento, un más que correcto desplazamiento por el exterior para superar a Kubica y ponerse líder en al salida.

Trama casi exacta

Massa, en ningún momento, vio peligrar el primer cajón del podio. La trama fue casi exacta a la del año pasado, cuando partió desde la pole y ganó por delante de Hamilton y Raikkonen. También entonces su triunfo fue un bálsamo: no estaba cumpliendo las expectativas: había roto la caja de cambios en la primera cita, en Australia, y tuvo que salir 16º. Su meritorio sexto puesto no fue suficiente, mucho menos el quinto en Malasia, en el que salía primero tras hacer el mejor registro en la clasificación.

Si Ferrari fue el gran triunfador en Bahréin con un doblete autoritario, McLaren fue la escudería más frustrada. Kovalainen sólo fue quinto y Hamilton, 13º. El británico golpeó con el morro de su monoplaza la rueda trasera del de Alonso y le rompió el alerón -Pat Symmonds, ingeniero jede de Renault, demostró con datos telemétricos que había sido el piloto de McLaren el culpable del incidente-. Hamilton perdió el alerón delantero y tuvo que pasar por boxes. Era la confirmación: no tenía ningún tipo de opción de hacer podio, más si cabe tras su lamentable salida, en la que pasó de ser tercero a rodar décimo.

Alonso, sin excusas

¿Y Alonso? El español no busca excusas, sólo pide, con extraña paciencia, soluciones de una vez por todas: "Ser el octavo equipo de once es estar demasiado atrás... A ver cuánto mejoramos en el Circuit de Catalunya...". Tampoco buscó excusas en el accidente con Hamilton: "No me ha perjudicado que al coche le faltase parte del alerón de atrás, ya que ha tenido el mismo ritmo que durante el fin de semana", añadía el bicampeón, que confesó que no le resultaba agradable correr entre el 10º y el 11º puesto. Su esfuerzo por mantener la décima plaza ante Rubens Barrichello en las últimas vueltas resulta extrambótico. Tanto cómo ver a Hamilton adelantar al debutante Kazuki Nakajina en las últimas posiciones. En el extrarradio.