Aseguraba Aíto García Reneses antes de los Juegos Olímpicos que España no podía depender de Pau Gasol, que el ala-pívot de Sant Boi no debía asumir la gran responsabilidad. Semanas después, en las semifinales del torneo, en el primer partido con dificultades (Estados Unidos aparte) todos buscaron a Pau. Ante Lituania, una vez más, la estrella de la barba desgarbada y el pelo desorganizado no defraudó en los momentos decisivos. Autor de 19 puntos, el jugador de los Lakers se convirtió en el líder de un equipo con varios referentes. Con jugadores como Carlos Jiménez, impagable en defensa, Felipe Reyes, imprescindible en ataque, y Rudy Fernández, en el término medio entre pragmatismo y espectacularidad. Tras su triunfo ante la selección lituana (91-86), España es finalista olímpica 24 años después. El último obstáculo será Estados Unidos, que superó a Argentina (81-101). El domingo la generación del Europeo de Lisboa 1999 tendrá la oportunidad de lograr el mayor éxito de la historia. Un oro olímpico sería el mejor final para cerrar temporadas mágicas, tras ganar el Mundial de Japón en 2006 y ser subcampeona en su Eurobásket el año pasado.
Era un día para ganar por oficio, para sobreponerse al contacto al límite y ser prácticos. Pau Gasol era el jugador propicio: sabe rendir tanto en partidos de alley-hoops como en encuentros como ante Lituania, una selección compensada y con uno de los dos mejores bases que juegan en Europa: Sarunas Jasikevicius. El único que no se descompuso tras la defensa 2-3 planteada por Aíto y el manotazo que su compañero Linas Kleiza le dio a Pau Gasol y que significó su exclusión –su segunda antideportiva a lo salvaje; al alero lituano sólo le faltaba un taparrabos y un palo para ser un hombre de las cuevas en toda regla–. Esa jugada impulsó a España, que logró un parcial de 8-0 (81-74 a 3’39’’ del final). Sólo Jasikevicius supo cómo responder a tal circunstancia. Primero lo hizo con un triple y dos tiros libres (83-79 a 1’52’’) y después, con otro lanzamiento de tres a falta de seis segundos (89-86). Su gran actuación (19 puntos y seis asistencias) no fue suficiente. El concepto de España, presión, continuas ayudas, una idea coral, se impuso al anarquismo de Lituania en este partido.
Para bien o para mal
Los triples, un recurso más de puntería que de buen juego, fueron el gran argumento de Lituania. Para bien o para mal. Simas Jasaitis, tras un año en el Tau como recambio ocasional, fue el primer el gran protagonista. El nuevo jugador del DKV Joventut (19 puntos) anotó tres seguidos de los cinco que sumó su equipo sin fallo en los últimos seis minutos del segundo período. Eran los mejores instantes del grupo de Ramunas Butautas, que pese a todo sólo consiguió una ventaja mínima (36-42 a los 28’48’’). Pero entre la que fue la doble R exitosa en Badalona, entre Rudy y Ricky, minimizaron la diferencia al descanso (40-42).
Hasta entonces Pau Gasol estaba bien defendido por sus rivales y tan sólo se había sentido cómodo en el primer cuarto, en el que se había permitido un mate y un alley-hoop. En una jugada se resumió la idea de España: Rudy Fernández falló un triple, Jiménez palmeó lo justo para que Gasol cogiera la pelota y anotase. Los triples del propio Rudy y de Jorge Garbajosa permitieron a España acabar el cuarto por delante (21-19).
Como un bárbaro no socializado
Como en el epílogo del partido fue Kleiza quien descentró a su equipo. Su acción, de nuevo más propia de un bárbaro no socializado, animó a la selección española, que liderada por Reyes y Marc Gasol logró su máxima ventaja (28-20 a los 12’55’’). Reaccionaría Lituania con un excelente acierto desde 6’25, que tarde o temprano tendría que acabarse. Con Ramunas Siskauskas muy discreto, eran otros los actores principales. Jasaitis, Kaukenas y Javtokas. Sin olvidar a Jasikevicius, el segundo técnico oficioso: pase lo que pase da instrucciones y gesticula. Se puso a gritar cuando vio cómo su equipo concedía dos jugadas de campo atrás. Era una consecuencia lógica de la precipitación y de la defensa de España: de libro. Así que del 42-47 se pasó al 55-54. El éxito del grupo de Aíto se basaba en el equilibrio interior-exterior.
Lituania recuperó su efectividad con los triples y entre Jasaitis y Lavrinovic anotaron tres (62-65, a los 30). El jugador que revertió la situación fue Pau Gasol, con un par de alley-hoops. No estuvo solo: Reyes, Ricky, Rudy, todos contribuyeron con acierto a la causa. Todos menos José Manuel Calderón, que, lesionado, veía el partido desde el banquillo con cierta nostalgia. Tampoco Juan Carlos Navarro, que lleva un torneo irreconocible. Parece que un jugador menor, un simple debutante nervioso. España le necesitará si quiere ganar el domingo a Estados Unidos. Si quiere concluir estos tres años apasionantes con el mejor reconocimiento posible: un oro olímpico.
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