Revolucionó el mundo de tenis a su manera. Una coleta rubia y perfumada, una cara sugerente y un cuerpo de modelo hicieron que Ana Kournikova congregara a más fotógrafos y periodistas de todo tipo que el resto de sus compañeras del circuito. “Y todo porque era guapa. Porque nunca ganó nada”, se suele recalcar cuando se habla de la Kourni, inmersa ahora en su carrera de triatleta. La observación indica qué trascendencia se le daba (y se le sigue dando) a los dobles en los medios de comunicación. En las crónicas de cada derrota de Kournikova, como soporte documental a los continuos planos cortos, se añadía que no había logrado ningún título. Una información totalmente parcial, porque si bien la rusa nunca logró un título individual, sí obtuvo hasta 16 torneos de dobles, entre ellos dos Grand Slam en 1999: el Open de Australia y US Open. Ambos con Martina Hingis. “Normalmente salimos en los resultados. Ni tan siquiera ponen una foto nuestra”, ha lamentado muchas veces Vivi Ruano (Madrid, 1973), perdida en el número 133 en singles, y sexta y toda una institución en dobles, una disciplina en la que lleva 42 trofeos. Un camino alternativo que empezó en 1998 junto a la argentina Paola Suárez y que le ha permitido llegar a la cifra redonda de diez torneos de Grand Slam. El último lo ha logrado en Roland Garros con su pareja en la pista en los últimos dos años, la valenciana Anabel Medina, tras superar por un doble 6-1 a Elena Vesnina y a Victoria Azarenka. Ruano y Medina revalidan el título: el año pasado también ganaron en París.
En una ceremonia tan distendida como acelerada –cuando apenas había acabado el partido ganadoras y perdedoras ya estaban recibiendo sus trofeos– Ruano insinuó su retirada: “No sé si estaré aquí el año que viene. Por eso quiero dar las gracias y despedirme de este gran torneo. Por si acaso”. Tremendamente emocionada, la tenista madrileña señaló hacia al cielo para dedicarle el triunfo también a su padre, fallecido hace un año y que hoy hubiese celebrado su cumpleaños. Juan Manuel, que trabajó en Iberia, le proporcionó varios billetes gratis en el comienzo de su carrera, en los que Ruano priorizaba los partidos individuales. Su mejor posición fue el 28º en abril de 1999, cuando ya había logrado dos de los tres títulos que atesora (Cardiff y Budapest, el tercero es Tashkent).
Iba para gimnasta
Doble medallista olímpica (plata en Atenas 2004 y Pekín 2008), Ruano es una de las grandes olvidadas del deporte español. Bastante anónima para el gran público, Vivi empezó a jugar a tenis por una cuestión puramente logística: quería ser gimnasta, pero el INEF le quedaba demasiado lejos y sus padres le propusieron que cambiase de deporte. Escogió el tenis, en el que tiene sigue soñando con lograr su primer Wimbledon, el único Grand Slam que se le resiste (2002, 2003 y 2006 con Suárez), pues ha ganado seis Roland Garros, un Open de Australia y tres US Open.
Se declaraba seguidora del Real Madrid y no duda en mostrarse crítica ante la situación del tenis: “Si no trabajamos la base, no se acabarán las carencias”. Ruano, junto a Medina Premio Nacional del Deporte de este año, tiene pocas manías. Las justas. Pero quizás la más peculiar sea ducharse siempre en la misma ducha durante los días que ha dura el torneo. En París lo ha vuelto a hacer durante los días que han precedido a su décimo Grand Slam.
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