En las catacumbas de la información habitan historias anónimas para la mayoría de la audiencia porque, por unos u otros criterios, descuadran en la agenda de los medios de comunicación. Ocurre con el deporte femenino, especialmente con el de equipo. Así que pocos serán los tengan la oportunidad de alegrarse, lamentar o mostrar la más absoluta indiferencia ante la noticia de que Rusia –Becky Hammon en particular– apartó de la final a España en el Eurobásket de Letonia (61-77). Una situación que no variará demasiado si este sábado la selección de Evaristo Pérez vence a Bielorrusia -perdedora por 56-64 en la otra semifinal ante Francia- y gana el bronce, la que sería su quinta medalla consecutiva en unos campeonatos de Europa. El silencio será de nuevo la respuesta.
Tenía que subsanar España su falta de centímetros con más puntería, más pundonor y mayor velocidad que su rival. Las ganas y el acierto eran sus verdaderos puntos fuertes ante el rival que había marcado su límite en los últimos tres campeonatos. Rusia le había ganado en la final del Eurobásket de Chieti (2007) y en cuartos del Mundial de Brasil (2006) y de los Juegos Olímpicos de Pekín (2008). Siempre con las rusas inmersas en dudas y dificultades en la fase previa. Pero así es Rusia, un equipo que parece de laboratorio, creado para rendir a un nivel óptimo el día preciso. Poco importó que en cuartos de final hubiese sufrido ante Letonia con prórroga de por medio, pues ante España le bastó con un último cuarto excepcional de Hammon, autora de 18 de sus 28 puntos en ese tiempo. El técnico ruso Valeriy Tikhonenko así lo reconoció: “El resultado final no explica las dificultades en las que España nos ha puesto". Evaristo Pérez, por su parte, lamentó el tremendo (y lógico) desequilibrio en rebotes (37 a 50) y la falta de acierto exterior (4/17, no mucho peor que su rival, 5/15). No se entiende que no utilizase ni a Isa Sánchez ni a Silvia Domínguez. Tampoco sacó a Abalde, que no llegaba a los cuatro minutos de media en pista en los encuentros precededentes.
Ídolo y traidora
Volvamos a Hammon, la última en llegar al Eurobásket. Un caso peculiar y polémico. Hace unos días estaba jugando en la WNBA con San Antonio Silver Stars y ahora triunfa Rusia con 19 puntos de media desde que debutó ante Francia en el último partido de... la segunda fase. Estaba claro que Hammon había sido inscrita para los cruces fundamentales, algo que no debe haber sentado demasiado bien a sus compañeras. Otra presión añadida más para la ex jugadora de Rivas, que reúne dos sentimientos contrapuestos que en el fondo se dan la mano: la traicidión y la admiración. En su país, EE UU, se le acusa de ser antipatriota; en Rusia, la idolatran. Todo se resume en su decisión de aceptar una oferta millonaria del CSKA Samara ruso y no desaprovechar la posibilidad de nacionalizarse rusa (vía decreto de Vladimir Putin). Ésa fue la respuesta de Hammon tras haberse queda fuera de una preselección del combinado estadounidense –después sería llamada, pero ya se había comprometido con su nueva selección–. A Rusia la apuesta le ha salido redonda: la jugadora resultó decisiva para lograr el bronce en la cita olímpica y ahora le ha llevado a la final del Eurobásket.
No cabe duda que el grupo de Evaristo Pérez es un grupo de extremos, de extremos de edad. Hay tres jugadoras de la generación del 89 (Alba Torrens, Laura Nicholls y Tamara Abalde) y otras tantas (Amaya Valdemoro, Isa Sánchez y Elisa Aguilar). Pero el año de nacimiento no impide que sea un grupo más o menos compacto con talento y sobre todo garra. De hecho, había ganado sus siete encuentros anteriores con solvencia y ante Rusia aguantó hasta el tercer cuarto (42-48, minuto 30). Como supo responder al parcial inicial de 6-11 para acabar empatando a 13 con un triple de Torrens (17 puntos), elegida hace unas semanas en el draft de la WNBA y sin duda su mejor jugadora. Fichaje estrella para el próximo curso de Halcón Avenida, Torrens es la sustituta natural –por versatilidad, liderazgo y ángel– de Valdemoro, que apenas ha podido jugar en el torneo por una lesión. La que para muchos es la mejor baloncestista española de siempre no estuvo acertada ante Rusia (13 tantos, 6/16). Aunque fue la responsable de que la selección alcanzase su máxima renta (24-19 a los 14m45s) aportando cinco puntos seguidos. Tampoco estuvo a su mejor nivel Ana Montañana, que viene a ser la versión femenina (aunque más anotadora) de Carlos Jiménez. Absoluta polivalencia. La carrera del Ciudad Ros Casares tiene un antes y un después del Eurobásket de Turquía de 2005. Y en éste había sido la más destacada (promediaba 17’1 puntos) hasta los cuartos ante Rusia (10).
Errores compartidos
Ninguno de los dos equipos ofrecía un repertorio aceptable. España pretendía resolver con ataques tan cortos como previsibles (triples sin reparos) y Rusia replicaba fallando tiros libres que lanzaba (acabó con 16/29) y con Stepanova (19 puntos y 16 rebotes) como exclusiva referente. La pívot, 2’02 metros de flexibilidad, recursos y talento, anotó cuando a su equipo le costó más sumar, cuando Tikhonenko tenía descansando a Hammon.
No cambió excesivamente el partido en el inicio de segunda parte, más allá de que ambos equipos mejoraron su acierto por fin. La puntería en España fue cuestión básicamente de Torrens, demasiado sola en dicha faceta, incapaz de competir por sí sola ante los destellos de Hammon y la colocación de Abrosimova. O ante toda Rusa. Cuando Torrens dejó de anotar nadie la reemplazó y a Hammon sólo le faltó soltar lo que se suele decir antes de rodar una escena: ¡acción! La base estadounidense nacionalizada rusa lideró un parcial de 0-11 (42-58 a 8m16s) que deshizo a España y la apartó de la final. No había tiempo ni confianza para protagonizar una remontada inesperada. Así que Hammon acabó repitiendo el sino de España y la apartó de la final.
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