domingo, 28 de junio de 2009

Remontada excelsa de Brasil ante un efectivo Estados Unidos

Lucio, rodeado de varios compañeros, levanta la Copa Confederaciones -EFE.



No hay duda de que Brasil ha renovado su ideario histórico y no ofrece un juego espectacular repleto de malabarismos y jugadas de anuncio. Ya no es un reclamo de virtuosismo, pero tiene una convicción ciega en sus posibilidades y resultados. Dunga, actual técnico y capitán de la selección campeona del Mundial de 1994, reconoce abiertamente que es resultadista y no oculta que ha construido un equipo estratega que saca rendimiento a las jugadas a balón parado. Brasil también sabe tener la paciencia exacta para encarar situaciones adversas, y difícilmente se encontrará con una peor como la que le propuso Estados Unidos, que se adelantó 2-0 en la final de la Copa Confederaciones. A falta de grandes jugadores, el combinado de Bob Bradley tiene una fe imperturbable en el orden y el esfuerzo, y mucha efectividad. Ambos equipos se repartieron una parte de dominio y Brasil, liderada tras el descanso por un clarividente Kaka y un resolutivo Luis Fabiano, pichichi del torneo con cinco goles y autor de dos en el partido, culminó la remontada (2-3) con un tanto de cabeza del discutido capitán Lucio en el minuto 84. Un desenlace justo para la insistencia de los brasileños e injusto para la resistencia de los estadounidenses. Brasil, pentacampeona mundial, ya tiene tres Copas Confederaciones tras las logradas en 1997 y 2007.


Hubiese sido curioso que Brasil hubiera sido el gran artífice del triunfo final de Estados Unidos por partida doble. Por meterle tres goles a Italia en la última jornada de la primera fase, un marcador que aprovecharon los estadounidenses para pasar a semifinales con un triple empate a un triunfo con Egipto y los propios italianos. Y por dejarse sorprender ante los estadounidenses en la final como había hecho España días antes. Brasil se desmoronó con dos goles tan sencillos como perfectos, pura concreción. En el primero, Spector hizo un centro muy largo que remató Dempsey en posición poco ortodoxa, al borde de la autolesión. En el segundo, Estados Unidos culminó un contraataque exquisito desde su campo con tres pases. Davies repartió el último a Donovan, que controló y marcó: 2-0 y cinco toques en total.


Maicon, hiperactivo


El marcador premiaba la efectividad y la perfecta disposición en el campo de Estados Unidos, y suponía una réplica tortuosa para Brasil que, motivada por la propia final e incómoda ante las críticas sobre su mediocre victoria en semifinales, había tenido un inicio fulgurante. O más bien se dejó llevar por el hiperactivo Maicon, todo un incordio en la banda derecha y que forzó dos saques de esquina en un par de minutos. La selección de Dunga buscaba y encontraba más al lateral del Inter que a Robinho o Kaka. Por Maicon, que ha desplazado a la suplencia a Dani Alves, pasaron las mejores ocasiones de Brasil en la primera parte: un centro chut que salvó Howard y un remate de primeras.


El jugador interista estuvo a punto de encontrar a Luis Fabiano en la última jugada antes del descanso, pero acabó haciéndolo nada más empezar la segunda mitad. El delantero del Sevilla controló con la derecha y remató con la izquierda de media vuelta. Un golazo que suponía el 1-2 y, sobre todo, desacomplejó a Brasil, que acumuló ocasiones con mucha facilidad. Howard, una roca que fue portero del Manchester, lo paraba todo, incluso lo que había entrado, como un cabezazo de Kaka que sacó de dentro u otra clara ocasión de Luis Fabiano, que empataría a dos poco después tras aprovechar con la cabeza un rechace al palo de Robinho solo. El delantero del Sevilla lleva 22 goles en 32 partidos con su selección. Un registro excelente.


Estados Unidos se recluyó aún más en su campo, buscando seguramente la prórroga y a ser posible los penaltis. Sin embargo, no pudo resistir tanto y el capitán Lucio, tras un córner sacado por el recién incorporado Elano, confirmó la remontada de Brasil. Excelsa, pero que demuestra que las diferencias entre los equipos nacionales son cada vez más mínimas. El fútbol actual ya no se presta a las goleadas de antaño.


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