Corresponde a la edad de los siglos, que son la medida lógica para ordenar hechos y épocas. El 100 es reclamo de efectividad y baremo de extrema trascendencia en cuanto a datos. La cifra que faltaba en la impecable trayectoria de Valentino Rossi y que convierte al icono del motociclismo moderno en centenario. Il Dottore alcanzó dicho número de victorias en Assen (Holanda), La Catedral, escenario en 1949 de la primera prueba de la historia del Mundial y de 14 triunfos del único piloto que acumula más carreras ganadas, Giacomo Agostini (122). “Es algo que jamás podré olvidar, una cifra mágica en un lugar especial. Aquí también ganó mi padre (Graziano)”, relató Rossi, que desplegó un cartel de 25 metros formado por fotos de cada uno de sus 99 triunfos precedentes, repartidos en los últimos 13 años, desde el primero en Brno (República Checa, 1996). El final de la pancarta gigante era el 100º, plasmado con las tres cifras. La instantánea que faltaba en dichos metros de éxitos, exigencias y también grandes decepciones del nuevo líder del Mundial.
“Ojalá algún día algún piloto pueda igualar o superar ese registro casi inalcanzable”, razonó Jorge Lorenzo, el único capaz de rebatirle la victoria al ocho veces campeón del mundo en Montmeló y seguirle a cierta distancia en Assen. “Quiero correr contra el mejor y ahora ése no es otro que Rossi”, se sinceró, valiente, el balear, segundo de nuevo en el podio, la reproducción exacta del de hace dos semanas en el Circuit de Catalunya –Casey Stoner repitió en la tercera posición–. Quien ni tan siquiera acabó la carrera fue Dani Pedrosa, que perdió el tren delantero de su moto y se cayó en el primer cuarto de prueba. Sin opciones de nada, el catalán es la imagen de la impotencia de Honda. La marca japonesa lleva 18 carreras sin ganar y vio cómo también tenía que abandonar Andrea Dovizioso. Sí acabaron Toni Elias y Sete Gibernau, 12º y 13º, respectivamente.
"Condenado a ganar"
Podría decirse que Rossi ha sabido sobrevivir a su “condena”, a la responsabilidad que siempre ha tenido que gestionar: ganar. Lo cuenta en su biografía, escrita por el periodista Enrico Borghi, cuando recuerda que el año de su debut en 250cc ya se le exigía llegar el primero y se minusvaloraba que subiese al podio. O que en su última etapa en Honda se decía que “estaba acabado” si no ganaba una prueba. Un comentario que motivó a Il Dottore a irse del equipo que parecía invencible y a firmar por otro que era todo lo contrario, Yamaha. El efecto no pudo ser más inmediato y Rossi ganó en su estreno en Sudáfrica. También solventó otro momento complicado. Tras dos años sin ganar el Mundial (2006 y 2007) volvió a acabar como número uno el año pasado.
A Rossi, que ha ganado el 46% de las pruebas que ha disputado (217), no le costó excesivamente alcanzar el centenario. Ya había cumplido en la calificación haciendo la pole y sólo cedió en las primeras dos vueltas ante Pedrosa y Stoner. Ninguno de los dos supuso una oposición real en cuanto Il Dottore les quiso adelantar. Más problemas tenía Lorenzo, obligado a remontar lo que había perdido en una salida horrible: pasó de ser segundo a séptimo. Una desventaja que le impidió conectar con Rossi (llegó a rodar a poco más de un segundo), pero que pudo solventar para recuperar la posición con la que había empezado y la que ocupa en la clasificación (tiene 126 puntos por 131 de su compañero en Yamaha). Lorenzo, que sumó su podio número 50, es el enemigo más fuerte de Rossi –Stoner acabó con problemas estomacales de nuevo y muy lejos de los dos primeros–.
“A veces no puedes dar más, cuando se me cerraba el neumático delantero inmediatamente pensaba en Jerez, (donde se cayó) y dije basta. Para ser esta carrera doy por buena la segunda plaza”, analizó Lorenzo, cada vez más comedido en sus palabras y “calculador” en la pista. Fuera de ella se siente también más relajado y suelto. Su broma para justificar el triunfo de Rossi resultó ocurrente: “He cortado gas a mitad de carrera por la salud de la abuela de Valentino. Por eso ha ganado su nieto”. Un nieto centenario.
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