Funciona muchas veces con la precisión de un cronómetro, que si tiene pilas se para cuando aprietas el botón correspondiente y deja correr el tiempo cuando así lo deseas. El Barça es un cronómetro humanizado, pues dispone de varios jugadores capaces de revolucionar todo un partido en un santiamén, en unos suspiros de nada. El principal referente en esta faceta sigue siendo Juan Carlos Navarro, probablemente el exterior de más talento que está jugando en estos momentos en Europa. Una de las virtudes de La Bomba es la persistencia, que según las circunstancias también puede ser un defecto. En Zagreb ante la Cibona la situación resultó propicia y en el segundo cuarto, en tan sólo 4m 12s, Navarro sumó 14 de sus 20 puntos e impidió la primera gran reacción de los locales, que al contrario del resto de rivales en la Euroliga no cedieron por diferencias exageradas (un máximo de 17, 59-76 a 3m 15s) pese al nefasto partido de Marko Tomas (sólo tres puntos y 0/5 en triples) y el exagerado desacierto en los tiros libres (8/16 por el 23/24 visitante) y de dos (17/44). Con su triunfo por 66-80, el Barça, que no pudo contar con Pete Mickeal con gripe, continúa siendo el único equipo que aún no ha perdido ni un partido en la presente edición de la Euroliga.
Navarro no fue el único en funcionar como un cronómetro en Zagreb. Los primeros en hacerlo –en menor medida, eso sí– fueron Fran Vázquez (19) y Terence Morris (11), que a los seis minutos de partido ya alcanzaban los nueve y seis puntos, respectivamente, en un primer cuarto en el que el conjunto azulgrana casi sólo hizo daño con sus pívots, que lograron 19 de los 26 puntos anotados por los azulgrana y en el que el Cibona prácticamente se concretó en Gordon (nueve de los 19). Una escena que enfureció a Vladimir Perasovic, el técnico eternamente enfadado al que no le faltaban razones para estarlo: no le gustan los anarquismos.
La técnica a Perasovic
Al contrario que a su homólogo en el Fenerbahçe, Bogdan Tanjevic, Perasovic no pudo achacarles a sus jugadores falta de actitud. Se lo tuvo que pensar un par de veces antes de vocear a los árbitros por haber pitado una clara antideportiva de Víctor Sada a Tomas. Una técnica que significó el principio del contundente repertorio de Navarro, que no desaprovechó los dos tiros libres para un Barça que había cedido su ventaja hasta el 25-26 (a los 11m 58s) tras dos triples de Bogdanovic, pero que se fue al descanso con 34-45 a favor.
Empeoraron los azulgranas en la segunda parte, concediendo demasiadas facilidades en el rebote ofensivo, pérdidas a las que sólo les faltaba el lacito rojo y una tarjeta con la dedicatoria correspondiente. Sada y Ricky Rubio –totalmente recuperado de su golpe en la cadera ante el CB Granada– asistieron a Vázquez, el único regular en un tercer cuarto discontinuo del Barça, demasiado inocente defendiendo los triples, pues cuatro. Los dos de Vukusic acercaron al Cibona (49-55 a los 27m 32s). Una vez más Navarro replicó con cuatro puntos casi seguidos (53-65, minuto 30).
Se descartó el Cibona con sus fallos desde la línea de personal –mención especial para Bogdanovic, 1/6– y el Barça agradeció un final suficientemente tranquilo, por más que al joven Zubcic se le ocurriese meter un par de triples seguidos. No había dudas sobre el ganador. Tan sólo sobre la diferencia. Al Barça le sobró talento en Zagreb.
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