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Nunca llegó a ser un producto promocionado y en la mayoría de casos su difusión depende de la iniciativa de unos aficionados románticos y de los medios de comunicación de ciudades sin demasiada oferta deportiva de élite. La Liga Femenina de básket siempre ha provocado más indiferencia que atención por parte de los mass media. Pero su problema está enquistado en la propia institución que la organiza, la FEB, que si bien es cierto que ha invertido para dar partidos en directo de la competición por internet, ha demostrado con hechos y con palabras que el básket femenino le incomoda. No hay justificaciones razonables para respetar que desde hace dos temporadas el título se lo disputen sólo los cuatro primeros –¿dónde queda el efecto sorpresa y la oportunidad del modesto?– y sobre todo para aprobar la decisión tomada sobre la próxima Copa de la Reina, que se celebrará los próximos 9 y 10 de enero. El torneo quedará reducido a tan sólo tres partidos y cuatro participantes: Ros Casares, Rivas Ecópolis, Perfumerías Avenida y Mann Filter Zaragoza, que tenía asegurada la última plaza como organizador y que curiosamente ha acabado cuarto la primera vuelta. La decisión de la FEB –defendida públicamente por su presidente José Luis Sáez, que vino a decir que costaba encontrar patrocinadores y que hacer que la solución era la más vistosa– enfadó a clubs y jugadoras, que plantearon un plantón que al final se quedó en nada. Uno de los grandes perjudicados fue el Olesa Espanyol, séptimo en la primera parte de la temporada. Una posición que cualquier otro curso le hubiese dado la posibilidad de jugar la Copa y ahora le hará estar inactivo un fin de semana. Un contratiempo para el conjunto de Lucas Mondelo, que inició la segunda vuelta de la Liga Femenina con una derrota, la tercera consecutiva, en su visita Cadí La Seu d’Urgell por 75-63. Arhonda Jasmon Covington (24 puntos, 10/12, y nueve rebotes) resultó fundamental para dar un triunfo imprescindible a las locales en su intento por alejarse de las dos posiciones de la temporada.
Siempre excelente en las transiciones rápidas, Covington le hizo un traje en toda regla al Olesa Espanyol, al que no le bastó con su tremenda reacción en el último cuarto, cuando tras un parcial de 8-20 redujo a nueve (67-56 a 2m 34s) una diferencia que había alcanzado los 26 tantos (a los 29m 32s). Helena Boada (15 puntos) fue la impulsora de esa réplica, que acabó por cortar definitivamente Covington.
Freixanet, -8
Salvo esa situación puntual, el Cadí La Seu d’Urgell fue quien gestionó a su antojo el control y el ritmo del partido, provocando los errores de las visitantes y corriendo muy bien a la contra con Covington, Licet Castillo y Sonia Reis (ambas con 12 puntos) como protagonistas. Jugaba el Olesa Espanyol con la convicción de quien sabe que está haciendo mal las cosas y no tiene recursos para arreglar la situación. Las visitantes estaban bastante por debajo de sus posibilidades, especialmente Jael Freixanet, muy imprecisa tanto de 4 como de 3. La ex jugadora, entre otros, de UB Barça y Mann Filter Zaragoza obtuvo la peor valoración del partido con -8 fallando sus cinco tiros, perdiendo dos pelotas y cometiendo la quinta personal jugando sólo 11m 44s.
Pero quien defraudó sobre todo fue Silvia Morales (1/10), que sólo anotó un triple y a 1m 15s del final. Integrante del quinteto inicial en las temporadas 2005-2006 y 2006-2007 Morales es uno de esos casos extraños de jugadora que, por lo que sea, renuncia a ofertas de equipos punteros y prefiere formar parte de los modestos. Una decisión que seguramente no le ha permitido ganar títulos a nivel de clubs –tiene una medalla de plata del Eurobásket de Chieti–, pero que no le ha impedido ser una de las mejores anotadores de la década que acaba de terminar. En la nueva el básket femenino está a punto de presenciar la pantomima en la que se ha convertido la Copa de la Reina, convertida en una versión a lo cutre de la Final Four de la Euroliga.
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