Los jugadores del Bizkaia Bilbao Basket mantean a Katsikaris -EFE. |
Confiesa que lo que más le cuesta en una pista de baloncesto es contenerse. Contenerse en los dos sentidos: no le es fácil rebajar su ímpetu ni dejar de correr. Aaron Jackson (Hartford, EE UU, 1986) es un cohete sin motor y un líder sin egos que sonríe a la mínima oportunidad y se mueve con fiabilidad en las situaciones más comprometidas. Tanto como para resolver un partido y, por extensión, una eliminatoria entera después de que Blums y Mumbrú encadenasen dos triples para empatar a 64 a seis minutos largos. Ahí surgió Jackson para continuar haciéndole un traje al Madrid con penetraciones, descaro y puntos, con 8 de los 17 que aportó, la mitad del parcial definitivo de 16-6, con una canasta soberbia a aro pasado de Hervelle, una segunda opción surrealista de Mumbrú o una canasta que se salió para acabar entrando de Banic. Todos los que estaban en pista aportaron su granito de arena para que el Bizkaia Bilbao Basket hiciese historia venciendo a un rival tan opulento como el Madrid por 81-72 y llevarse el cruce de semifinales con 3-1 y llegar a la final superando el factor pista en contra. Jackson certificó el enésimo proyecto fallido del Madrid, que no gana título alguno desde la temporada 2006-2007, cuando logró la ULEB Cup y la ACB ante el Barça, el rival del Bizkaia Bilbao en su primera final de la Liga. El conjunto bilbaíno es el segundo en la historia del torneo en llegar a la final tras acabar en sexta posición. El otro en conseguirlo fue el TDK Manresa, que en 1998 también eliminó en semifinales al Madrid y fue campeón ante el Baskonia.
Una misma frase utilizó Mumbrú para empezar y también para acabar la eliminacoria: "Hay que controlar la euforia". La pronunció después de eliminar al Power Electronics Valencia, en la previa del primer partido ante el Madrid y la repetió después de eliminar al conjunto de Molin. Esa reacción ante lo que ha ido conseguiendo es parte de la clave de un éxito, como reconoció el emocionado director de este ilusionante proyecto, Katsikaris, que destacó que los jugadores experimentados han sabido aconsejar a los más inexpertos. Y se acordó de la dura derrota en semifinales de la Eurocup del curso pasado ante el Alba Berlín en Vitoria: "Teníamos 4.000 aficionados llorando. Tenía eso clavado, tenía que devolver eso". El griego tragó saliva, en una imagen impagable de un equipo humilde grandioso y detallista, como Vasileaidis, que se paseó con la camiseta del Athletic de Toquero, El Lehendakari. Jackson se puso la de Aitor Ocio: el estadounidense ha conseguido lo imposible, llenar el hueco dejado en el club por un emblema como Javi Salgado.
Los desaprovechados
Se equivocaría la dirección deportiva del Madrid se cambiase de nuevo muchas piezas otra vez. No necesita demasiados retoques para mejorar, pero sí que necesita que sean de total confianza del entrenador y sobre todo -siga o no siga Molin, que eso está por ver- que sean utilizados. Es una aberración que Vidal haya jugado únicamente 180 segundos en los playoffs y que Velickovic sumase tres minutos y 27 segundos en la serie contra el Bizkaia Bilbao. Seguro que Obradovic le sacará máximo al serbio si acaba fichándolo para el Panathinaikos. Molin le utilizó menos de medio minuto en el partido decisivo y para dar descanso a Tomic, el más entero de un Madrid que cambió de actitud, pero al que le faltó puntería y seguridad. Los visitantes se despidieron con tres triples muy mal lanzados de Llull, Prigioni y de Tucker, este último muy largo, desproporcionado. Como sla temporada del tirador en Madrid.
El Madrid mejoró la horrible imagen oferecida en el tercer partido. Se puso las pilas en el rebote y eso, los puntos interiores y algunas acciones de sus exteriores le permitieron competir ante un conjunto local inferior en currículum, pero superior en la pista y más hambriento de hacer cosas grandes. Los visitantes al menos impidieron al principio que el Bizkaia Bilbao pudiese correr, es lo que tiene hacerse con el rebote propio o ajeno, que se tiene más poder sobre el ritmo del partido. Así que Tomic se relamió en un inicio de los que suele protagonizar: impecable, preciso y pragmático para adelantar a su equipo 2-9 con siete puntos a los tres minutos. Los locales encontraron la solución a su primer problema con el catedrático de la noche, Jackson, que anotó y desgastó como quiso a Prigioni para empatar a 13. Reyes (1/6) acumulaba más personales (dos) que puntos (ninguno) y Llull empezaba a carburar. Pero el Madrid pegó el acelerón con Sergio Rodríguez, que proporcionó velocidad y confianza al ataque visitante, doblando balones, pero sobre todo definiendo él mismo. Ha habido que esperar todo un curso para ver al mejor Rodríguez, notable en momentos muy puntuales, irregular casi siempre.
Fischer, válido
A la hora de la verdad, en los momentos más peliagudos del partido, Molin puso a Prigioni y Llull y no utilizó a Rodríguez. Seguramente perdió chispa, pero ganó en defensa. Desaparecido Reyes y mal utilizado Begic, Fischer fue el único pívot válido del Madrid en el Bilbao Arena. El ex jugador del Maccabi (12 puntos y cinco rebotes) estuvo fino, aunque no le acompañasen sus compañeros. Intentaron que completase cuatro veces en alley hoop y Fichser sólo lo logró una, la única ocasión que el balón le llegó en condiciones: de momentos los jugadores no tienen la habilidad de Boomer para alargar su cuerpo.
Antes de ser espectador de banquillo Rodríguez puso picante al Madrid mordiendo a Fisher. Suárez aparecía a cuentagotas y Reyes tuvo que desaparecer obligado al banquillo por su tercera personal en el ecuador del segundo cuarto. "¿Por qué? ¿Por qué?", le preguntaba, contrariado, al árbitro. Molin apostó por Prigioni y Llull y el Madrid volvió a dar otro impulso, en este caso para ponerse con su mayor renta (32-39 a los 17m 58s). Mumbrú y sobre todo Mavroeidis rescataron antes del descanso e impulsaron a los locales en el inicio del tercer cuarto con un parcial de 16-5. Jackson era el faro del Bizkaia Bilbao y el Madrid se encomendó a Fisher y a Llull para remontar. Incluso Tucker se marcó un triple, su única canasta, y otro tiro de tres de Suárez y una contra de Llull pusieron el 56-62 a 8m 45s.
Banic y dos triples de Blums y Mumbrú consecutivos (los locales llevaban uno hasta ese momentos) recuperaron al Bizkaia Bilbao, engrandecido por la reacción de una plantilla comprometida y liderado por Jackson. En la grada reza una pancarta: "Aaron Rules". Él y su equipo han impuesto su ley. "Estos jugadores que tengo nunca bajan los brazos", recalcó Katsikaris. "Esto no se acaba aquí. ¿Por qué no? El equipo tiene confianza y vamos a intentarlo", cerró Mumbrú, presente en los dos últimos éxitos del Madrid como jugador y uno de los artífices del enésimo fracaso blanco como rival.
BIZKAIA BILBAO BASKET 80 (19+19+16+26): Jackson (17), Blums (5), Mumbrú (15), Banic (12) y Mavroeidis (8) -quinteto inicial-; Fisher (4), Warren (6), Vasileiadis (7) y Hervelle (6). MADRID 72 (20+21+14+17): Prigioni (8), Llull (13), Suárez (7), Reyes (6) y Tomic (17) -quinteto inicial-; Sergio Rodríguez (6), Tucker (3), Mirotic, Fischer (12), Begic y Velickovic. Árbitros: Martín Bertrán, Hierrezuelo y Conde.
Una misma frase utilizó Mumbrú para empezar y también para acabar la eliminacoria: "Hay que controlar la euforia". La pronunció después de eliminar al Power Electronics Valencia, en la previa del primer partido ante el Madrid y la repetió después de eliminar al conjunto de Molin. Esa reacción ante lo que ha ido conseguiendo es parte de la clave de un éxito, como reconoció el emocionado director de este ilusionante proyecto, Katsikaris, que destacó que los jugadores experimentados han sabido aconsejar a los más inexpertos. Y se acordó de la dura derrota en semifinales de la Eurocup del curso pasado ante el Alba Berlín en Vitoria: "Teníamos 4.000 aficionados llorando. Tenía eso clavado, tenía que devolver eso". El griego tragó saliva, en una imagen impagable de un equipo humilde grandioso y detallista, como Vasileaidis, que se paseó con la camiseta del Athletic de Toquero, El Lehendakari. Jackson se puso la de Aitor Ocio: el estadounidense ha conseguido lo imposible, llenar el hueco dejado en el club por un emblema como Javi Salgado.
Los desaprovechados
Se equivocaría la dirección deportiva del Madrid se cambiase de nuevo muchas piezas otra vez. No necesita demasiados retoques para mejorar, pero sí que necesita que sean de total confianza del entrenador y sobre todo -siga o no siga Molin, que eso está por ver- que sean utilizados. Es una aberración que Vidal haya jugado únicamente 180 segundos en los playoffs y que Velickovic sumase tres minutos y 27 segundos en la serie contra el Bizkaia Bilbao. Seguro que Obradovic le sacará máximo al serbio si acaba fichándolo para el Panathinaikos. Molin le utilizó menos de medio minuto en el partido decisivo y para dar descanso a Tomic, el más entero de un Madrid que cambió de actitud, pero al que le faltó puntería y seguridad. Los visitantes se despidieron con tres triples muy mal lanzados de Llull, Prigioni y de Tucker, este último muy largo, desproporcionado. Como sla temporada del tirador en Madrid.
El Madrid mejoró la horrible imagen oferecida en el tercer partido. Se puso las pilas en el rebote y eso, los puntos interiores y algunas acciones de sus exteriores le permitieron competir ante un conjunto local inferior en currículum, pero superior en la pista y más hambriento de hacer cosas grandes. Los visitantes al menos impidieron al principio que el Bizkaia Bilbao pudiese correr, es lo que tiene hacerse con el rebote propio o ajeno, que se tiene más poder sobre el ritmo del partido. Así que Tomic se relamió en un inicio de los que suele protagonizar: impecable, preciso y pragmático para adelantar a su equipo 2-9 con siete puntos a los tres minutos. Los locales encontraron la solución a su primer problema con el catedrático de la noche, Jackson, que anotó y desgastó como quiso a Prigioni para empatar a 13. Reyes (1/6) acumulaba más personales (dos) que puntos (ninguno) y Llull empezaba a carburar. Pero el Madrid pegó el acelerón con Sergio Rodríguez, que proporcionó velocidad y confianza al ataque visitante, doblando balones, pero sobre todo definiendo él mismo. Ha habido que esperar todo un curso para ver al mejor Rodríguez, notable en momentos muy puntuales, irregular casi siempre.
Fischer, válido
A la hora de la verdad, en los momentos más peliagudos del partido, Molin puso a Prigioni y Llull y no utilizó a Rodríguez. Seguramente perdió chispa, pero ganó en defensa. Desaparecido Reyes y mal utilizado Begic, Fischer fue el único pívot válido del Madrid en el Bilbao Arena. El ex jugador del Maccabi (12 puntos y cinco rebotes) estuvo fino, aunque no le acompañasen sus compañeros. Intentaron que completase cuatro veces en alley hoop y Fichser sólo lo logró una, la única ocasión que el balón le llegó en condiciones: de momentos los jugadores no tienen la habilidad de Boomer para alargar su cuerpo.
Antes de ser espectador de banquillo Rodríguez puso picante al Madrid mordiendo a Fisher. Suárez aparecía a cuentagotas y Reyes tuvo que desaparecer obligado al banquillo por su tercera personal en el ecuador del segundo cuarto. "¿Por qué? ¿Por qué?", le preguntaba, contrariado, al árbitro. Molin apostó por Prigioni y Llull y el Madrid volvió a dar otro impulso, en este caso para ponerse con su mayor renta (32-39 a los 17m 58s). Mumbrú y sobre todo Mavroeidis rescataron antes del descanso e impulsaron a los locales en el inicio del tercer cuarto con un parcial de 16-5. Jackson era el faro del Bizkaia Bilbao y el Madrid se encomendó a Fisher y a Llull para remontar. Incluso Tucker se marcó un triple, su única canasta, y otro tiro de tres de Suárez y una contra de Llull pusieron el 56-62 a 8m 45s.
Banic y dos triples de Blums y Mumbrú consecutivos (los locales llevaban uno hasta ese momentos) recuperaron al Bizkaia Bilbao, engrandecido por la reacción de una plantilla comprometida y liderado por Jackson. En la grada reza una pancarta: "Aaron Rules". Él y su equipo han impuesto su ley. "Estos jugadores que tengo nunca bajan los brazos", recalcó Katsikaris. "Esto no se acaba aquí. ¿Por qué no? El equipo tiene confianza y vamos a intentarlo", cerró Mumbrú, presente en los dos últimos éxitos del Madrid como jugador y uno de los artífices del enésimo fracaso blanco como rival.
BIZKAIA BILBAO BASKET 80 (19+19+16+26): Jackson (17), Blums (5), Mumbrú (15), Banic (12) y Mavroeidis (8) -quinteto inicial-; Fisher (4), Warren (6), Vasileiadis (7) y Hervelle (6). MADRID 72 (20+21+14+17): Prigioni (8), Llull (13), Suárez (7), Reyes (6) y Tomic (17) -quinteto inicial-; Sergio Rodríguez (6), Tucker (3), Mirotic, Fischer (12), Begic y Velickovic. Árbitros: Martín Bertrán, Hierrezuelo y Conde.
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