“¿Qué libro estás leyendo?”, me pregunta mi padre mientras sale del ascensor y se fija en que llevo uno en la mano. “Diario de una periodista en paro”, le respondo. “Pues vaya drama, ¿no?”, sigue él. Tiene parte de razón. Lo mismo que una conocida días después: “Este libro sólo os interesará a los periodistas”. En efecto, la novela de Natalia Sanguino es un drama cómico protagonizado por Carolina, una recién licenciada en Periodismo a la que sus sus amigos le llaman Calimero por su ingenuidad, sentido crítico y porque, en el fondo, tiene medio cascarón en la cabeza como el personaje de dibujos animados. Un cascarón que desengaño tras desengaño va perdiendo por el camino, mientras madura sin perder autenticidad.
Escrito en primera persona dirigiéndose a su diario personal, el relato de Carolina es una historia particular -con más o con más guiños de la autora hacia sí misma- e universal llena de dudas muy humanas, ternura, decepciones y sorpresas que degustarán más los que ejercen, ejercieron -o lo intentaron- como jornaleros de la información. Una trama que también conectará también con cualquiera que no haya tenido una trayectoria laboral sencilla o con los que nacieron con un enchufe bajo el brazo, que se verán retratados -o no querrán reconocerlo- en más de una ocasión. O, claro, con aquellos que estuvieron o continúan en paro le darán la razón a Carolina en algunas observaciones, como cuando se queja de que su entorno hable delante suyo de lo monótonos y duros que son sus trabajos un tiempo después mientras ella malvive con un sueldo minúsculo o no tiene ninguno.
Carolina es adorable. Adorable por su impaciencia y torpeza. Parece que esté peleada con el tono de las frases y no deja indiferente a nadie: o cae muy bien o muy mal. Es una justiciera empedernida y eso le reporta problemas, ya que ser uno mismo, no tener filtros, está castigado en una sociedad llena de máscaras, en un mundo en el que se pone fecha a todo y que ella cuestiona constantemente. No entiende que el ideal para algunas de sus amigas sea aparejarse y tener un hijo. Prefiere ir a su ritmo y no al dictado de otros. Carolina defiende su propio manual, es tenaz para perseguir como sea el poder ejercer su vocación y valiente para enfrentarse a cualquiera, incluso a los jefes, como el de una tienda de ropa -un matemático del orden y de las perchas- u otro empresario que le propone hacer un artículo vomitivo -con perdón- y le mete en una especie de Dakar donde cada bache es un golpe a la autoestima.
Para Carolina el diario es una vía de desahogo, para resumir sus experiencias y aquello que se le pasa por la cabeza. Un planteamiento que no impide que la autora, Natalia Sanguino, haya perpetrado un libro fácil de leer -para escribir bien no necesariamente hay que ser retorcido- y con el que es difícil reprimir la risa en varias escenas, tanto las que de por sí hacen gracia como las lamentables, desde la compañera de un presunto trabajo de periodista que parece que cobre por no hacer nada hasta un niño que, entrenado por su madre, pretende que Carolina le dé varios bollos de promoción.
En su búsqueda de sí misma y de un puesto decente de periodista, tiene momentos de frustración y de darlo todo por perdido, pero Carolina siempre acaba empezando desde cero, sacando fuerzas de un tesón a prueba de bombas: sabe que tiene que aprender a (sobre)vivir y aparcar el viejo ejercicio de hacer quinielas sobre alguien o sobre las cosas. Porque lo imaginado poco o nada tiene que ver con la realidad. Ésa que Natalia Sanguino sabe describir con acierto, ironía, inocencia, crueldad y grandes dotes de humor. “Con este libro te ríes mucho. Es divertido”, le contesté a mi padre antes de entrar en el ascensor y despedirme.
Título: Diario de una periodista en paro. Autora: Natalia Sanguino. Editorial: Versátil Ediciones. Páginas: 446. Valoración: 4.5 sobre 5.
Escrito en primera persona dirigiéndose a su diario personal, el relato de Carolina es una historia particular -con más o con más guiños de la autora hacia sí misma- e universal llena de dudas muy humanas, ternura, decepciones y sorpresas que degustarán más los que ejercen, ejercieron -o lo intentaron- como jornaleros de la información. Una trama que también conectará también con cualquiera que no haya tenido una trayectoria laboral sencilla o con los que nacieron con un enchufe bajo el brazo, que se verán retratados -o no querrán reconocerlo- en más de una ocasión. O, claro, con aquellos que estuvieron o continúan en paro le darán la razón a Carolina en algunas observaciones, como cuando se queja de que su entorno hable delante suyo de lo monótonos y duros que son sus trabajos un tiempo después mientras ella malvive con un sueldo minúsculo o no tiene ninguno.
Carolina es adorable. Adorable por su impaciencia y torpeza. Parece que esté peleada con el tono de las frases y no deja indiferente a nadie: o cae muy bien o muy mal. Es una justiciera empedernida y eso le reporta problemas, ya que ser uno mismo, no tener filtros, está castigado en una sociedad llena de máscaras, en un mundo en el que se pone fecha a todo y que ella cuestiona constantemente. No entiende que el ideal para algunas de sus amigas sea aparejarse y tener un hijo. Prefiere ir a su ritmo y no al dictado de otros. Carolina defiende su propio manual, es tenaz para perseguir como sea el poder ejercer su vocación y valiente para enfrentarse a cualquiera, incluso a los jefes, como el de una tienda de ropa -un matemático del orden y de las perchas- u otro empresario que le propone hacer un artículo vomitivo -con perdón- y le mete en una especie de Dakar donde cada bache es un golpe a la autoestima.
Para Carolina el diario es una vía de desahogo, para resumir sus experiencias y aquello que se le pasa por la cabeza. Un planteamiento que no impide que la autora, Natalia Sanguino, haya perpetrado un libro fácil de leer -para escribir bien no necesariamente hay que ser retorcido- y con el que es difícil reprimir la risa en varias escenas, tanto las que de por sí hacen gracia como las lamentables, desde la compañera de un presunto trabajo de periodista que parece que cobre por no hacer nada hasta un niño que, entrenado por su madre, pretende que Carolina le dé varios bollos de promoción.
En su búsqueda de sí misma y de un puesto decente de periodista, tiene momentos de frustración y de darlo todo por perdido, pero Carolina siempre acaba empezando desde cero, sacando fuerzas de un tesón a prueba de bombas: sabe que tiene que aprender a (sobre)vivir y aparcar el viejo ejercicio de hacer quinielas sobre alguien o sobre las cosas. Porque lo imaginado poco o nada tiene que ver con la realidad. Ésa que Natalia Sanguino sabe describir con acierto, ironía, inocencia, crueldad y grandes dotes de humor. “Con este libro te ríes mucho. Es divertido”, le contesté a mi padre antes de entrar en el ascensor y despedirme.
Título: Diario de una periodista en paro. Autora: Natalia Sanguino. Editorial: Versátil Ediciones. Páginas: 446. Valoración: 4.5 sobre 5.
5 comentarios :
¡Madre mía! Solo puedo darte las gracias. He visto la crítica de milagro, porque Twitter no siempre me avisa de las menciones y suelo mirar por si hay alguna nueva (el ego, que es frágil) y me encuentro esta agradable sorpresa. Gracias, de verdad, después de un 'blue monday' de pena y más 'black' que 'blue' para mí, esto solo puede darme un martes muy, muy divertido. ¡Saludos!
Tu estupenda crítica confirma mi teoría, según la cual el humor nos da una gran fuerza interior.
Te he conocido a través del concurso, gracias a tu comentario. Espero que llegues a la meta. Yo, por mi parte, me estoy tomando mi participación, cómo no, con humor.
Un saludo.
@QuietBrown Entonces Twitter no es tan eficaz como parece :) Espero que esta modesta crítica contribuyese a hacerte un martes más simpático que el lunes. Un abrazo y esperemos que Carolina esté de vuelta ;)
@John Hall ¡Muchas gracias! El humor, en sano, es tantas cosas en una que no tiene precio. Mucha suerte para ti también y que sigas en esa línea. Un saludo.
Suena interesante el libro.
@David C. Lo es. Interesante, divertido, reflexivo y real. Un saludo.
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