Mónica Lázaro en el Pavelló Joan Busquets - Foto: Toni Delgado. |
Cada persona crece según la pauta que marcan sus circunstancias. No hay una edad concreta para emanciparse ni para madurar como tampoco hay mayor lección que la supervivencia. Bien lo sabe Mónica Lázaro (Barcelona, 1986), que con 17 años y jugando en el Segle XXI tuvo una grave lesión. “Me dijeron que podía quedarme en una silla de ruedas”, recuerda ahora: “se me acababa el baloncesto, pero también la salud”. Y, sin embargo, no se arrugó, sino que le puso agallas y durante un año trabajó muy duro en el CAR de Sant Cugat para poder recuperarse y regresar a las pistas. Lo consiguió a base de tesón y gracias al apoyo y los consejos de familia, compañeras de equipo y amigas: “Fue una época muy dura. Claro, no podía seguir el ritmo del resto del equipo, pero ahí estaba a las ocho de la mañana en la piscina, después en el fisio...” Mónica, ala-pívot del CB Cornellà, concedió esta entrevista al responsable de Cronómetro de Récords en el Pavelló Joan Busquets del CB Prat, donde entrena a las infantiles del club.
– ¿Cómo y por qué llegas al baloncesto?
Siempre me ha gustado mucho el deporte. Empecé a jugar en el Pratenc, el rival del Prat. De ahí, sin comerlo ni beberlo, me fui al CB Cornellà. Es como mi casa. Allí estuve de cadete, de los 14 a los 16 años, y allí estoy ahora, jugando en Copa Catalunya. Nos hemos clasificado para la segunda fase y en buena posición [quintas, con 11 victorias en 18 jornadas]. Entre los 16 y 17 jugué en el Segle XXI [en Liga Femenina 2, en la que también jugó para el S.R.Lima-Horta y el CB Femení Sant Adrià].
–La Blume es una buena cantera de deportistas y de jugadoras en este caso. ¿Qué aprendiste allí?
Muchas cosas. Es como un arma de doble filo. Cuando llegas es genial y si te gusta el baloncesto es un gran sitio. Aprendes disciplina. Entrenarse a las siete de la mañana, ese día a día, es durillo. Aunque yo siempre he sido disciplinada. Y después está la convivencia con los de otros deportes, esa lucha por el mando de la tele, por ver una serie... Aprendes a madurar de golpe. Son recursos y aprendizajes que te sirven para toda la vida. Realmente no ves el límite entre equipo y familia. Si te gusta el baloncesto vale la pena. Cada cosa tiene su momento: había instantes de fiesta, pero también de mucho trabajo.
–¿Los más chungos eran los de waterpolo? El ex waterpolista Toto [Pedro García Aguado] en su libro Mañana lo dejo cuenta cada cosa...
Sí, eran ellos los más fiesteros. No estaban muy controlados. Pero las de baloncesto éramos las que mandábamos en los horarios y eso creaba conflictos.
–¿Con quién compartías habitación?
Con Verónica Compañ y Marta García. Las de la generación del 86 somos una piña.
–A Vero la entrevisté hace unos cuantos años cuando jugaba en el Ros. ¿Dónde está ahora?
La temporada pasada jugaba en su tierra, en Valencia, y lo dejó. Ahora Vero se dedica a otras cosas. Coincidí con ella en el Sant Adrià. Y relacionada con tu trabajo, con el periodismo, te puedo hablar muy bien de Mafalda González, que ahora trabaja en Antena 3 y que fue jugadora también. O de Alba Torrens, que es un encanto de niña. De todas te puedo hablar bien.
–Pero siempre habrá alguna más difícil, ¿no?
Sí, en la convivencia surge todo, pero comprenderás que no te dé nombres...
–Lo respeto. Por cierto, ¿desde cuándo estás en el CB Prat?
Me llamaron hace tres años y empecé trabajando con ellos en los veranos. La temporada pasada me dieron el mini femenino y ésta estoy con las infantiles. Estoy encantada. Hoy, precisamente, he repartido hojas con las normas y sus multas. A veces empiezan el entrenamiento con el reloj o con el collar. Se despistan.
–¿Multas? ¿Y en qué consisten?
Es para hacer un bote de chuches que repartiremos al final. Lo del reloj supone una multa de chupa-chups. Ésos son los castigos más leves. Luego están los severos, que son cuando pueden provocar técnicas o no me hacen caso y se ponen a hablar entre ellas. Ahí les resto minutos en el partido. Si me pitan una técnica compraré una bolsa de chuches.
–Siendo entrenadora entenderás muchas cosas que antes no entendías desde el otro lado.
Sí, comprendo mucho más el rol del entrenador. El jugador no se da cuenta de muchas cosas. Recuerdo cuando me enfadaba por un cambio o cuando no defendía lo suficiente, por ejemplo.
–¿Y cómo te ves como técnico?
Intento ser bastante cauta. A veces alzo más la voz y parezco más la animadora.
–¿A qué jugadores y jugadoras admiras o admirabas?
De la NBA al Dios Michael Jordan. Siempre me ha gustado [Diana] Taurasi.
–Los tiene bien puestos desafiando a la Euroliga [la jugadora del Galatasaray se niega a jugar con el uniforme ajustado con el que obliga a jugar la organización y tiene que pagar una multa por encuentro]...
Es vergonzoso. Tiene que pagar 500 euros por cada partido. Yo dejaría el baloncesto porque no podría pagarlos. No jugaría así. [Respondiendo a la pregunta anterior, la de los referentes] Luego están [las jugadoras] ya las que las conoces y sabes cómo son. Ya tengo una edad... Más que mis ídolos valoro la oportunidad de jugar contra una tía que ha ido por todo el mundo.
–¿Tu momento deportivo más dulce?
Las semis del Campeonato del mundo en Brasil. Fuimos con la Blume y jugamos contra Turquía. Los turcos decidieron comprar a los niños brasileños dándoles banderitas para que nos abroncaran. Piensa que de 10.000 espectadores 9.000 y pico eran niños dándonos por ahí. Lo teníamos todo en contra y ganamos. Fue más grande que la final, que ganamos por 20.
–¿El más divertido?
No sé qué decirte. El del CB Cornellà es el grupo donde mejor me llevo humanamente. Nos llevamos genial. Nos podemos reír y no pasa nada.
–¿Qué has estudiado?
Soy pedagoga.
–Entre las jugadoras es habitual hacer fisioterapia.
Sí. Pero yo no quería ni eso ni INEF, quería estudiar otra cosa que no estuviese relacionada con el deporte. Yo soy la rara.
–¿Ves los partidos de Liga Femenina en Teledeporte?
Mi padre es más entusiasta que yo en ese sentido. Me gusta verlos, pero me coincide con el partido de las chicas y los puedo ver a medias. Me hacer gracia e ilusión ver a Anna Cruz, pues hay algo más: es una amiga. Aunque, si te digo la verdad, no soy mucho de ver baloncesto. Va por épocas. Sí que me gusta disfrutar del deporte y del femenino en particular, ya que conozco a mucha gente.
–Lamentablemente el baloncesto femenino tiene pocos focos.
Es verdad. Hay que potenciar más este deporte. Aquí en el CB Prat se le da más papel para que las chicas no lo dejen pronto. Alucinas viendo cómo está de lleno el pabellón con los partidos del sénior femenino. Es muy bonito comprobarlo.
–El presente de este deporte es...
En Catalunya sólo tenemos dos equipos en Liga Femenina 2, el Segle XXI y el Reus. Todo el mundo ha bajado a Copa Catalunya, que ha subido un montón el nivel. Es una lástima que las chicas que quieran ganarse la vida con el baloncesto tengan que ir fuera de Catalunya. No se le presta la atención suficiente.
TONI DELGADO / EL PRAT
– ¿Cómo y por qué llegas al baloncesto?
Siempre me ha gustado mucho el deporte. Empecé a jugar en el Pratenc, el rival del Prat. De ahí, sin comerlo ni beberlo, me fui al CB Cornellà. Es como mi casa. Allí estuve de cadete, de los 14 a los 16 años, y allí estoy ahora, jugando en Copa Catalunya. Nos hemos clasificado para la segunda fase y en buena posición [quintas, con 11 victorias en 18 jornadas]. Entre los 16 y 17 jugué en el Segle XXI [en Liga Femenina 2, en la que también jugó para el S.R.Lima-Horta y el CB Femení Sant Adrià].
–La Blume es una buena cantera de deportistas y de jugadoras en este caso. ¿Qué aprendiste allí?
Muchas cosas. Es como un arma de doble filo. Cuando llegas es genial y si te gusta el baloncesto es un gran sitio. Aprendes disciplina. Entrenarse a las siete de la mañana, ese día a día, es durillo. Aunque yo siempre he sido disciplinada. Y después está la convivencia con los de otros deportes, esa lucha por el mando de la tele, por ver una serie... Aprendes a madurar de golpe. Son recursos y aprendizajes que te sirven para toda la vida. Realmente no ves el límite entre equipo y familia. Si te gusta el baloncesto vale la pena. Cada cosa tiene su momento: había instantes de fiesta, pero también de mucho trabajo.
–¿Los más chungos eran los de waterpolo? El ex waterpolista Toto [Pedro García Aguado] en su libro Mañana lo dejo cuenta cada cosa...
Sí, eran ellos los más fiesteros. No estaban muy controlados. Pero las de baloncesto éramos las que mandábamos en los horarios y eso creaba conflictos.
–¿Con quién compartías habitación?
Con Verónica Compañ y Marta García. Las de la generación del 86 somos una piña.
–A Vero la entrevisté hace unos cuantos años cuando jugaba en el Ros. ¿Dónde está ahora?
La temporada pasada jugaba en su tierra, en Valencia, y lo dejó. Ahora Vero se dedica a otras cosas. Coincidí con ella en el Sant Adrià. Y relacionada con tu trabajo, con el periodismo, te puedo hablar muy bien de Mafalda González, que ahora trabaja en Antena 3 y que fue jugadora también. O de Alba Torrens, que es un encanto de niña. De todas te puedo hablar bien.
–Pero siempre habrá alguna más difícil, ¿no?
Sí, en la convivencia surge todo, pero comprenderás que no te dé nombres...
–Lo respeto. Por cierto, ¿desde cuándo estás en el CB Prat?
Me llamaron hace tres años y empecé trabajando con ellos en los veranos. La temporada pasada me dieron el mini femenino y ésta estoy con las infantiles. Estoy encantada. Hoy, precisamente, he repartido hojas con las normas y sus multas. A veces empiezan el entrenamiento con el reloj o con el collar. Se despistan.
–¿Multas? ¿Y en qué consisten?
Es para hacer un bote de chuches que repartiremos al final. Lo del reloj supone una multa de chupa-chups. Ésos son los castigos más leves. Luego están los severos, que son cuando pueden provocar técnicas o no me hacen caso y se ponen a hablar entre ellas. Ahí les resto minutos en el partido. Si me pitan una técnica compraré una bolsa de chuches.
–Siendo entrenadora entenderás muchas cosas que antes no entendías desde el otro lado.
Sí, comprendo mucho más el rol del entrenador. El jugador no se da cuenta de muchas cosas. Recuerdo cuando me enfadaba por un cambio o cuando no defendía lo suficiente, por ejemplo.
–¿Y cómo te ves como técnico?
Intento ser bastante cauta. A veces alzo más la voz y parezco más la animadora.
–¿A qué jugadores y jugadoras admiras o admirabas?
De la NBA al Dios Michael Jordan. Siempre me ha gustado [Diana] Taurasi.
–Los tiene bien puestos desafiando a la Euroliga [la jugadora del Galatasaray se niega a jugar con el uniforme ajustado con el que obliga a jugar la organización y tiene que pagar una multa por encuentro]...
Es vergonzoso. Tiene que pagar 500 euros por cada partido. Yo dejaría el baloncesto porque no podría pagarlos. No jugaría así. [Respondiendo a la pregunta anterior, la de los referentes] Luego están [las jugadoras] ya las que las conoces y sabes cómo son. Ya tengo una edad... Más que mis ídolos valoro la oportunidad de jugar contra una tía que ha ido por todo el mundo.
–¿Tu momento deportivo más dulce?
Las semis del Campeonato del mundo en Brasil. Fuimos con la Blume y jugamos contra Turquía. Los turcos decidieron comprar a los niños brasileños dándoles banderitas para que nos abroncaran. Piensa que de 10.000 espectadores 9.000 y pico eran niños dándonos por ahí. Lo teníamos todo en contra y ganamos. Fue más grande que la final, que ganamos por 20.
–¿El más divertido?
No sé qué decirte. El del CB Cornellà es el grupo donde mejor me llevo humanamente. Nos llevamos genial. Nos podemos reír y no pasa nada.
–¿Qué has estudiado?
Soy pedagoga.
–Entre las jugadoras es habitual hacer fisioterapia.
Sí. Pero yo no quería ni eso ni INEF, quería estudiar otra cosa que no estuviese relacionada con el deporte. Yo soy la rara.
–¿Ves los partidos de Liga Femenina en Teledeporte?
Mi padre es más entusiasta que yo en ese sentido. Me gusta verlos, pero me coincide con el partido de las chicas y los puedo ver a medias. Me hacer gracia e ilusión ver a Anna Cruz, pues hay algo más: es una amiga. Aunque, si te digo la verdad, no soy mucho de ver baloncesto. Va por épocas. Sí que me gusta disfrutar del deporte y del femenino en particular, ya que conozco a mucha gente.
–Lamentablemente el baloncesto femenino tiene pocos focos.
Es verdad. Hay que potenciar más este deporte. Aquí en el CB Prat se le da más papel para que las chicas no lo dejen pronto. Alucinas viendo cómo está de lleno el pabellón con los partidos del sénior femenino. Es muy bonito comprobarlo.
–El presente de este deporte es...
En Catalunya sólo tenemos dos equipos en Liga Femenina 2, el Segle XXI y el Reus. Todo el mundo ha bajado a Copa Catalunya, que ha subido un montón el nivel. Es una lástima que las chicas que quieran ganarse la vida con el baloncesto tengan que ir fuera de Catalunya. No se le presta la atención suficiente.
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