Wiggins muestra orgulloso una bandera de su país - AP. |
Bradley Wiggins (Gante, 1980) es un hombre de pocas palabras ante las cámaras. Rara vez se deja llevar, aunque acabó haciéndolo en un día memorable para él, en su coronación como primer británico -nació en Bélgica, pero se crió en Londres- en ganar el Tour. El líder del Sky hizo reverencias al público, levantó con gracia el trofeo y se emocionó con el himno de su país interpretado a capela por una cantante que llevaba la bandera como falda. Después de conceder un discurso conservador –“gracias a todo el mundo por el apoyo de estos días. Han sido semanas fantásticas para el equipo y el ciclismo británico. Me habéis ayudado a ganar”– Wiggins se permitió una broma relacionada con su pasado más oscuro. “Tengan un buen viaje de vuelta a casa y no beban demasiado”, dijo el ciclista, que no esconde que tuvo problemas con el alcohol. Una debilidad que una vez superada le hizo más fuerte. Tanto o más que su discreto papel en el Tour de 2010, cuando fue 24º recién aterrizado en el Sky, después de haber sido la sorpresa del anterior, cuarto a 37 segundos del podio: “Se necesitan decepciones así para ser un mejor deportista. O te haces más fuerte o te arruinas”.
La decepción de hace dos años y la retirada de la edición pasada, en la que se fracturó la clavícula, fortalecieron a Wiggins, entrenado desde 2011 por el gurú Tim Kerrison y favorito junto a Evans para los expertos ante la ausencia de Contador y de Andy Schleck. Con un equipo de lujo –y en el que se encontraba el que acabó siendo su único rival, Froome– Wiggins ha ganado las dos contrarrelojes y ha conservado el maillot amarrillo desde que se lo arrebató a Cancellara tras ganar la primera. El británico no ha tenido más complicaciones que las que le ha planteado su compañero. “Ha ganado la carrera a lo Indurain o Anquetil. Este año marcará la apertura a un nuevo mundo que hablará inglés y que poco a poco se va abriendo camino en el ciclismo”, relató Christian Prudhomme, director del Tour, consciente de la oportunidad que se abre a nuevos mercados y nuevos patrocinados con el reclamo de este ciclista que creció como deportista en Francia. Empezó en La Française des Jeux para seguir en el Crédit Agricole y el Cofidis. En los tres estuvo dos cursos –“entonces era más alcohólico que ciclista”, reconoce– y tras un breve periplo por el HTC-Highroad estadounidense volvió a Francia para recalar en el Garmin, donde se centró tras superar la muerte de su padre –un ex ciclista australiano con problemas con el alcohol, por eso su madre emigró desde Bélgica a Kilburn, una zona complicada de Londres cuando Bradley sólo tenía dos años– en extrañas circunstancias y dejar la bebida gracias al apoyo de su mujer, Catherine. Wiggins lleva tatuado la letra B en sus dos pulgares como homenaje a sus dos hijos, Ben y Bella.
Indurain, su ídolo
El británico llegó al Sky y a pesar de ganar el Dauphiné y lograr la plata en la prueba de contrarreloj de Copenhague decepcionó en el Tour e hipotecó las posibilidades de su compañero Froome de llevarse una Vuelta ganada por Juan José Cobo. Wiggins fue tercero y en su tercera temporada en el equipo ya se ha coronado en París. Su sueño desde pequeño, cuando Miguel Indurain era el protagonista de la pared de su habitación. Un broche de oro a un 2012 notable, en el que se ha impuesto en la París-Niza, el Tour de Romandía y el Dauphiné por segundo año consecutivo.
“Ganar el Tour es lo más grande. No muchos ciclistas han ganado el Tour. Desde que yo nací solo hay 15 vencedores, yo soy el 16. Es una lista histórica, no hay muchos”, reflexionó, orgulloso Wiggins, triple campeón olímpico en pista que aspira a medalla en la prueba de contrarreloj de su Londres, por más que él se criase en una zona difícil: “Yo no quería estar fumando, rompiendo coches y robando radios”. Sino que pretendió ser un campeón de Tour. Y lo ha conseguido venciendo a obstáculos ajenos al ciclismo.
2 comentarios :
buen post, a mi wiggins no me cae muy bien al igual que Evans, pero he de reconocer que ha realizado un buen tour con la duda de si Froome se le hubiese dejado si podría vencer
Muchas gracias Jairo. Yo también tengo esa duda. Para el aficionado es una pena que Froome no haya tenido carta blanca. Es la cruz habitual de quien hace de gregario. Un saludo.
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