Isinbayeva se lamentó tras un falló en la final - Reuters. |
Pasarán muchos años, si llega finalmente el día, para que alguien se aproxime a lo conseguido por Yelena Isinbayeva (Volgogrado, Rusia, 1982) en el salto con pértiga. Es la musa de este deporte, la pionera, la única que ha superado la barrera de los 5 metros. Lo logró precisamente en Londres, en el Crystal Palace, a finales de julio de 2005. Coleccionista de 28 récords a lo largo de su carrera, el último este febrero en Estocolmo, Isinbayeva ha competido prácticamente contra sí misma y en el Estadio Olímpico aspiraba a ser la primera atleta de la historia en poder colgarse tres oros consecutivos en la misma prueba en los Juegos y de hacerlo con su primer entrenador, Evgeniy Trofimov, a quien acudió para volver a ser la de siempre. Sólo se reconoció en su ritual de aislarse del griterío de la grada y de los saltos del resto: gorra y capucha en la cabeza, tendida en el suelo con la manta de la Villa Olímpica como almohada y una toalla como manta. “No tendré rivales excepto yo misma”, dijo Isinbayeva, que no pudo saltar los 4'75 metros y, asegurado el bronce, hizo su última tentativa para ser oro con 4'80, barrera que tampoco superaron la ganadora, la estadounidense Suhr y la cubana Silva, plata. Ambas saltaron a la segunda 4'75, pero Suhr tuvo menos errores.
Isinbayeva disimuló su decepción y valoró la medalla de bronce echando vista atrás, viendo sus frustraciones en los Mundiales de Berlín (2009) y Daegu (2011), donde no alcanzó ni el podio: “Estoy realmente contenta. Esto para mí vale como una medalla de oro. He tenido muchas decepciones en el pasado, en estos tres últimos años. Creo que este bronce me está diciendo 'Yelena, no pares', en un momento en el que me lo había llegado a plantear”. La rusa confesó que antes de los Juegos tuvo una rotura muscular de 3'5 centímetros -por eso, por no haberse preparado como quería empezó saltando 4'55, para ganar confianza y no como en Berlín, cuando no saltó hasta los 4'75 y no superó ni una barrera- y que de haber ganado el oro hubiese anunciado su retirada. Ahora ya piensa en el Mundial de Moscú del año que viene.
“La suerte es para quien la busca”
“No estaba para saltar 5 metros –con viento, bajo una fina lluvia–, pero, físicamente, estaba preparada para saltar 4,80 metros con los ojos cerrados”, reflexionó Isinbayeva: “Simplemente, ellas tuvieron más suerte. Pero suerte es para quien la busca. Sinceramente, quería ganar, pero no como en Atenas (4'91 metros) o Pekín (5'05 metros)”. Suhr, quien la destronó y que lleva el apellido de su marido y no el de Stuczynski con el que compitió entonces, es la misma que fue plata en Pekín y que antes de la final pronosticó que “patearé un culo ruso”. Se quedó en 4'80, pero hizo un pronóstico que acabó cumpliendo: “Ella lleva saltando 10 años más que yo. Es cuestión de tiempo”.
Tiempo es el que se tomó Isinbayeva entre la decepción de Berlín y la de Daegu: se retiró unos meses de la competición –no acudió al Europeo de Barcelona– para volver a encontrarse a sí misma. También dejó a Vitaly Petrov para volver con Trofimov, que asegura que el primer entrenamiento fue “mágico”, a la altura de la rusa, que empezó con la pértiga a los 15 años, siguiendo el consejo de un entrenador que le recomendó dejar la gimnasia y coger la pértiga. Entonces Isinbayeva no sabía quien era el mejor pertiguista de siempre, Bubka, “que me desea suerte cada vez que me ve, y a mí saber que me está viendo en directo me sirve de motivación”. Y qué mejor motivación que volver a ser la reina de los cielos. Próxima cita, Moscú, para vengarse de Suhr, que tiene su mejor marca en 4'92, lejos de los 5'01 en pista cubierta y 5'06 al aire libre de Isinbayeva.
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