Contador explota de emoción en la línea de meta - AFP. |
Alberto
Contador es fuego. Es un auténtico diablo que, como todo el mundo,
tiene un lado más tranquilo y otro más salvaje. Se fió de esa voz
interior que le dijo “¡ataca!”, por más que todavía quedasen
50 kilómetros para la meta y estuviese en Collado de la Hoz, el penúltimo puerto de
una jornada que, en teoría, no guardaba grandes sorpresas. Su rival,
Purito Rodríguez, el espléndido ciclista que poco a poco, como
hacen las hormiguitas, se había hecho merecedor del maillot rojo por
aguantar a Contador en la contrarreloj, superarle en los finales y
frustrar sus continuos ataques no pudo más. Se quedó sin remedio
ante el ataque “instintivo” del corredor de Pinto, que era
consciente de que le podía salir todo rematadamente mal y podía
perder incluso la segunda plaza. Su descaro y el excelente comportamiento de
su Saxo Bank –en especial de Tiralongo– le permitieron tener
tiempo de girarse tres veces antes de cruzar la meta y sacudir los
brazos aliviado, emocionado por dar un giro total a una Vuelta que se
le estaba escapando y que ahora tiene más cerca. Contador es el
nuevo maillot rojo después de sacarle cerca de tres minutos a
Purito, al que deja tercero a 2m 28s en la general, y aventaja a
Alejandro Valverde, el otro gran protagonista de la etapa con final
en Fuente Dé en 1m 52s. Listo y explosivo, el murciano fue capaz de
recortarle más de dos minutos a Contador en los últimos kilómetros
y de haber tenido unos metros más la etapa habría luchado por ella. Chris Froome llegó a casi cinco minutos y tiene el podio a más de siete.
El
acelerón de Contador en Collado de la Hoz ya forma parte de una de
esas instantáneas que los amantes del ciclismo tienen en su
hemeroteca de recuerdos. El corredor de Pinto se fue a por los
escapados, entre ellos, claro, tres de sus compañeros Jesús
Hernández y Sergio Paulinho, y con su amigo del Astana Paolo Tiralongo, con quien se escapó
de los fugados y quien le dio relevos generosos, puñales para
Purito, que pudo intuir más malas noticias para él cuando Nairo
Quintana y Beñat se descolgaron de los primeros para unirse a
Valverde. Un ciclón cuando vio el momento para atacar y dejar
sentado a Purito, partícipe de una de las carreras de tres semanas
con más brillo de los últimos años y de una frase que le hace
grande: “estamos aquí para ganar, para perder, para caernos, para
luchar”.
Muy
emocionado, Contador advirtió que era uno de sus tres mejores
victorias, junto con el Tour de Francia tras el accidente que pudo
costarle la vida en Asturias –fue 31º, pero volvió a sentirse
ciclista– y la París-Niza de 2007, que ganó y fue el preludio de
su primera victoria en la ronda francesa. Dijo el ciclista del Saxo
Bank que le dio apuro probarlo tan pronto y que apenas había comido
hasta entonces. Se arriesgó y dejó una etapa eterna para desconsuelo
de Purito, abatido también por Valverde, que atacó en Fuente Dé y
que, aunque no lo diga, no olvida que la mitad de la ventaja que le
saca Contador la perdió en una caída.
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