La nadadora de Badalona remonta en los 200 estilos e incluso
roza la plata en la que, según ella, era su peor prueba, ganada por Hosszu
Mireia Belmonte celebra su bronce en 200 estilos - Getty. |
Cuando la noticia trasciende
figura como un simple breve en algunos medios, al menos los primeros días, por más que pueda convertirse en un cataclismo para el deporte. Mireia Belmonte
(Badalona, 1990) y el CN Sabadell no se tomen de acuerdo con la renovación y no
solo eso, rompen relaciones después de que acabe el contrato de la nadadora,
que se queda sin Fred Vergnoux, el técnico que le había sabido sacar su
potencial, y sin lugar para entrenarse. Pasan los meses y Mireia se plantea irse
fuera a entrenar e incluso la retirada,
pero acaba volviendo al punto inicial
gracias al patrocinio de la Universidad Católica de Murcia. Regresa con Vergnoux
y utiliza las instalaciones del CN Sabadell –una especie de alquiler financiado
por el CSD–. “Ella ha necesitado reflexionar y nada más. Se fue y después
volvió al punto inicial y ha necesitado tiempo para asimilarlo”, contaba hace unos
días el propio Vergnoux a Ivan Mullor en El 9 esportiu. El técnico francés se
sorprendió de reencontrase con una Belmonte tan pletórica de forma en enero
pese a sus parones, y también se quedó con la boca abierta en el Palau Sant
Jordi, en los Mundiales de Barcelona: “Ha sido una sorpresa para mí, supongo que para ella también
porque no hemos centrado la preparación en estilos y es un plus”. Vergnoux analizaba así lo
que acababa de presenciar, el bronce más difícil para Mireia, que se había
cansado de repetir que la medalla en los 200 estilos era muy complicada. “¡Es mi peor prueba de las seis!”,
exclamó, emocionada, la protagonista, que en el ecuador de la prueba, tras el turno
de la mariposa y la espalda, era séptima… “Sabía
que iba retrasada, pero no me he rendido nunca”, y remontó hasta ir
rebasando rivales, incluso a Shiwen Ye, la campeona olímpica y que defendía el
título mundial. Hasta remontar en los últimos 50 metros y quedarse a seis
centésimas de la plata, de Alicia Coutts, en una prueba ganada por Katinka
Hosszu.
En su segunda final mundialista –la anterior eran los 400 estilos de
Shanghái 2011–, Mireia se comportó con la inteligencia de Londres, donde sacó
el carácter con el que arrollaba en piscina corta y no acababa de encontrar en
piscina larga. Nadó sin venirse abajo tras los dos primeros virajes, sabedora de que ese punto era el peor y no escatimó en esfuerzos hasta tocar la pared tras
200 metros agotadores. Ella estaba convencida de que había sido cuarta, tras
Shiwen Ye. Casi se giró sobre sí misma buscando su tiempo y posición en los
marcadores y cuando vio los datos se tapó la cara, se puso a llorar y se rió:
2:09.45, tercera, bronce. Un bronce no esperado tras no venirse abajo por no ser
finalista de los 400 libre y el desgaste de haberse clasificado para la final de hoy de los 1.500. “La medalla le queda fuerza para lo que
queda”, dijo. Porque en Barcelona se ha apuntado a seis pruebas.
No hay comentarios :
Publicar un comentario