El piloto de Cervera
gana su tercera carrera consecutiva en Indianápolis para ampliar su distancia
con Pedrosa y Lorenzo, a 21 y 35 puntos, respectivamente
Márquez, eufórico, en Indianápolis - Reuters. |
Con cuatro
años le pidió a los Reyes Magos que le trajeran una moto –y Sus Majestades le envolvieron
una Yamaha Piwi rosa con un casco gigante para él– y siendo un retaco devoraba
cada prueba de motocross y enduro que veía con sus padres, Roser y Julià, y su
hermano Àlex. “Me sentaba en una baja de
paja”, contaba Marc Márquez (Cervera, Lleida, 1993) a Carmen Pérez-Lanzac
en El País Semanal, “y me ponía a mirar las carreras. Lo
observaba todo”. Asimilaba rápido las indicaciones que le daban para
pilotar y sabía corregir errores. Ya tenía un amor incondicional por la velocidad, una
fuerza mental inmensa –solo hay que recordar su victoria el año pasado en
Estoril remontando desde la última plaza o no venirse abajo los cinco meses en
los que se pasó viendo doble tras un percance en Australia– y un inconformismo
de fábrica. En su pasado se explica su seguridad y determinación, su
extraordinaria temporada de estreno en MotoGP, donde suma tres victorias
consecutivas –solo lo había logrado otro debutante, Kenny Roberts en 1978–. El
estadounidense fue campeón con cuatro, las mismas que acumula Márquez, que ha
cruzado la línea de meta primero en Alemania y en las tres citas norteamericanas: Austin, Laguna Seca e
Indianápolis. En esta última carrera, tras casi un mes de vacaciones, volvió a
bordarlo, pese a no salir bien y caer al tercer puesto. Poca cosa para él, que supo
encontrar su momento: por el exterior engulló a Pedrosa en la octava vuelta y
cuatro después, esta vez por dentro, superó a Lorenzo, y se escapó sin remedio.
Como en el Mundial, pues tiene 21 puntos respecto a su compañero en Honda y 36
al actual campeón.
El podio de
Indianápolis respetó el orden de la general, con Márquez como líder sólido y sereno
que se dedicó a seguir a sus dos grandes rivales, que empezaron mejor. Lorenzo
salió como un tiro para colocarse primero e intentar marcar su ritmo. Sabía que
no tenía nada que hacer si iba detrás de las Honda, pero lo que no se esperada
era que el neumático empezase a “deslizarse
sin ningún motivo”. Aunque no puso excusas –sigue recuperándose de la
operación de clavícula– y es optimista de cara a las dos próximas carreras: “Al final tenía algunos dolores en las frenadas, pero me veo
mejor y en Brno y Silverstone estaré perfecto. A partir de ahora solo podemos
mejorar”. Satisfecho
a medias estaba Pedrosa, segundo en Indianápolis: “Cuando la moto derrapa tanto tienes que estar muy ágil y yo iba [por
su operación de clavícula] muy estático. He luchado
para mantener mi energía sobre la moto y he tenido que pilotar de diferente
manera, debido al dolor que estaba sufriendo”.
“He empujado un
poquito”
Cuando Márquez
se vio con menos gasolina atacó a Pedrosa, le rebasó y se fue a por Lorenzo. Lo
siguiente es mejor que lo cuente él: “He empujado un poquito y he visto que me seguía. Me he dicho
‘intenta abrir un hueco’ y, bueno, he hecho unas vueltas rápidas de 39.0…” Y se escapó para ganar por tercer año consecutivo en Indianápolis. Pedrosa
adelantaría a Lorenzo en una recta del antepenúltimo giro y Valentino Rossi,
que llegó a pilotar noveno, se hizo con la cuarta plaza tras adelantar a Crutchlow
en la última curva en una acción de genio que bien podría hacer en breve
Márquez. Tal para cual.
2 comentarios :
Vaya escándalo de niño! Espero que gane este Mundial porque se lo merece. Y lo que le queda por vivir...
Saludos!
Y que lo digas Inma. Márquez es un piloto sensacional hecho a sí mismo y que tiene algunas de las virtudes de los grandes de la historia. Veremos cómo continúa el Mundial. ¡Un saludo!
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