Ausente por una sobrecarga en los isquios en el debut, el ala-pívot de Oklahoma enamora a la grada ante Egipto (91-54)
Ibaka, durante el partido - AFP. |
"Pues a mí no me parece nada del otro mundo. Salta mucho y coge rebotes, pero no tira apenas. Es un defensa correcto. En la NBA se comerá los mocos", pronosticaba, sin bola mágica, un aficionado que veía un partido del CB L'Hospitalet en el pabellón de l'Hospitalet Nord. Se refería a Serge Ibaka (Brazzaville, República del Congo, 1989), que entonces solía jugar de 3. Era noviembre de 2007 y el jugador estaba disputando su única temporada completa en el club catalán, que bajó a LEB Plata pese a los 11'9 puntos y 8'4
rebotes de un Ibaka que hizo las maletas rumbo a Manresa. En el Nou Congost tuvo una actuación discreta (titular en 11 de los 31 partidos que jugó, 7 puntos de media y 4'51 rebotes; ganó el concurso de mates de la Supercopa ACB). 12 meses después aterrizaba en Oklahoma, el club que le había escogido el año antes como número 24 del draft, y al que (con el paréntesis en el Madrid por el período de cierre patronal de 2011) sueña con hacer campeón de la NBA. Aquel aficionado estará sorprendido de su evolución en los últimos años y puede que haya visto la excelente actuación de Ibaka, con 18 puntos y ocho rebotes, ante una débil Egipto (91-54).
Ausente en el debut contra Irán por una sobrecarga en los isquios, Ibaka alta a la pista a los 7m 39s. Lo hace sustituyendo a Navarro, ya con un cómodo 22-6 (con los hermanos Gasol muy entonados), e impulsado por su propia hambre y por la ilusión de la grada del Palacio de los Deportes de Granada. "¡Ibaka! ¡Ibaaaaka!", le grita la grada, e Ibaka les responde con un rebote ofensivo y otro defensivo, un gorro y un mate antes de que acabe un primer sin más historia que la suya, los primeros minutos de Reyes, la puntería de Navarro y Rudy o el descaro de Abrines.
Pero el público se centra en elogiar a Ibaka, ese ala-pívot congoleño nacionalizado en 2011 y que cada campeonato es un poco más imprescindible en la selección. Ese niño al que la guerra civil en el Congo le truncó la infancia, marcada por la muerte de su madre, y las enseñanzas de su abuela y de su padre, que estuvo unos meses encarcelado por el conflicto. Ese Serge que tuvo problemas burocráticos para aterrizar en l'Hospitalet y que a Oklahoma llegó con cierto reparo y nervios. Sabía que el gran público no le conocía demasiado y que se le miraría con lupa. Mark Bryant, el técnico asistente, fue su gran apoyo y quien le corregía y le daba consejos a todas horas, sobre todo tras los partidos. Le ha ayudado a pulir sus recursos, desde mejorar los tiros de media distancia, a ser más atrevido e intenso en el rebote ofensivo. El siguiente paso sería mejorar en el poste bajo. "Me falta confianza e incorporar movimientos, más juego de pies. Pedirla y saber generar de dentro hacia fuera o sacar algún gancho", reconoce Ibaka en una entrevista de Javier Gómez en la Gigantes del Basket de septiembre.
En Granada Ibaka fue el mejor de un partido plácido de España, algo anestesiada en el segundo período, y quiso tener un detalle a quienes tantos repetían su primer apellido: "Gracias a la afición porque me ha apoyado. Me han dado mucha confianza para seguir trabajando para el equipo".
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